Escritos Paranoicos / Polosecki – Sálmacis, 2024 – [Presentación de formato E-book, 329 páginas]

Nueva edición, año 2024, corregida y ampliada. Además de los escritos ya conocidos, esta edición incluye “Una traducción imposible”, un texto inédito referido a Polosecki, a su relación con un escritor argentino que se suicidó en medio del desprecio editorial y que hoy es de culto, y a las riesgosas batallas ideológicas de quien se aferra a la bandera heterodoxa. Luego de la imagen de tapa pueden encontrar, el texto de contratapa, el índice y finalmente un video descriptivo con más información.

CONTRATAPA: Los textos reunidos en Escritos Paranoicos / Polosecki, indagan, a partir de la figura de Gustavo Fabián Polosecki [1964-1996], la oscilación y la fusión entre paranoia, locura, anarquismo místico, revolución y el enigmático gesto final suicida. En sus últimos días en el Tigre, Fabián “…estaba muy insistente con el tema de concientizar para una revolución, pero no me sonaba a algo anarco, sino a algo organizado y sistémico…”- comentaba un amigo de Polo, con una particular perspectiva sobre ese objetivo revolucionario. Esta discusión –que está atravesada por el sentido común, la inconsistencia ideológica y las contradicciones- se replica de alguna manera en la biografía de periodistas locales heterodoxos como Enrique Symns a quien Polosecki admiraba, y Salvador Benesdra quien se suicida coincidentemente en 1996. Además de los seis textos recopilados, uno de ellos hasta este momento inédito, el volumen incluye la transcripción de artículos periodísticos con la firma de Polosecki, la lista de sus programas, sus premios, los homenajes y una bibliografía que abarca la producción surgida de la historia de vida de este ícono cibercultural disidente.

ÍNDICE

PRESENTACIÓN / p.  5

POLO MÍSTICO / p.  14

FABIÁN POLOSECKI, MÍSTICA Y ANARQUISMO / p.  32

POLOSECKI. A VEINTE AÑOS DEL SUICIDIO DE UN DISIDENTE / p. 92

EL FANTASMA / p.  108

POLOSECKI & SYMNS CONTRA ESTE SITIO INMUNDO / p.  214

UNA TRADUCCIÓN IMPOSIBLE / p. 226

TRANSCRIPCIONES DE ARTÍCULOS / p.  280

El zorro interminable   

Bob Dylan, Oh Mercy (Cbs)   

Se fue Highlander. ¿Qué quedó?   

ARCHIVO POLOSECKI / p.  287

Periodista / autor / p.  288

Ciclos televisivos / p. 292

Premios / p. 296 

Proyectos inconclusos / p. 296    

Ecos e influencia / p. 296 

Bibliografía / p. 305

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Los mercaderes de la luz en La Nueva Atlántida (1627) de Francis Bacon y la configuración de la ciencia ficción moderna

El filósofo y político inglés Francis Bacon nace un 22 de enero de 1561 en Londres y fallece el 9 de abril de 1626. Al momento de su muerte, y en el marco de una extensa producción intelectual que anticipa sin desarrollar el método científico, deja inconclusa una pequeña obra utópica conocida como La Nueva Atlántida (The New Atlantis).

edición anotada de Losada, 1941

Un grupo de navegantes que parten de la costa peruana hacia China, por el Mar del Sur, pierden el rumbo y se topan con una isla desconocida, rodeada de nubes. Los viajeros son recibidos por humanos que han logrado organizar su sociedad de un modo ideal apoyándose en el conocimiento y en el desarrollo de diversas ciencias tanto para la producción de alimentos como para la conservación de la salud, sin contar un sinnúmero de artificios: aparatos que vuelan, que establecen comunicaciones a distancia, que funcionan solos (autómatas), que reproducen sabores artificiales, y largo etcétera.

Luego de una cuarentena acotada a tres días, y con la circulación restringida a ciertos espacios de la isla, los asombrados visitantes escuchan de boca de sus anfitriones que el origen de esa sociedad se remonta a la época del nacimiento de Cristo cuando reciben una revelación de las Sagradas Escrituras judeo-cristianas por una vía diferente a la que conoció, en particular, Europa.

Aceptan los habitantes originarios de la isla durante aquella epifanía el mandato de establecer una casa del conocimiento denominada Casa de Salomón, estratificada con distintos roles. Quienes ensayan nuevos inventos son ´exploradores´, quienes los aplican ´inoculadores´, quienes recogen la información camuflados con otras nacionalidades por el mundo, ´los mercaderes de la luz´ y así.

La Nueva Atlántida parece fusionar, con un pie en la tradición y otro en la renovación, el espíritu de la ciencia moderna con los conocimientos más consolidados del hermetismo y de la alquimia.

Aun cuando su antecesora en más de un siglo, Utopía [1517] de Thomas Moro, conserva para sí el galardón de ser el punto de partida de la ciencia ficción moderna, es innegable que el transcurso de los siglos renovó la fuerza de la fábula de Bacon que no casualmente comienza en costas sudamericanas.

El nivel por momentos delirante de experimentación en la isla, nada tiene para envidiarles a los actuales biotecnólogos, excepto en un detalle: los integrantes de la Casa de Salomón buscaban el bien común.

Dos fragmentos referidos a Bacon y a la influencia increíblemente actual de su obra, me permiten cerrar estos apuntes conmemorativos:

“La técnica moderna inspirada en el control y el dominio de la naturaleza (Francis Bacon) se transforma en la tecnología o tecnociencia en control y dominio de la sociedad.ˮ (Daniel Cabrera, Lo tecnológico y lo imaginario. Las nuevas tecnologías como creencias y como esperanzas colectivas, Editorial Biblos, 2006, p. 160).

“La ciencia experimental que Francis Bacon profetizó nos ha dado ahora la cibernética, que ha permitido a los hombres que pisen la luna y cuyas computadoras son, si la frase es lícita, tardías hermanas de los ambiciosos redondeles de Lulio.” (Borges, “Ars Magnaˮ, Atlas [1984]) ////

Aclaración: este breve texto sobre La Nueva Atlántida está relacionado con una investigación más amplia referida a la ciencia ficción, Mil años de ciencia ficción hermética latinoamericana [1492-2500]

Acerca de cómo “El alfabetismo informático y el sueño cibernético” [1987] de Ivan Illich, desintegra al último Byung-Chul Han

El premonitorio texto que leerán a continuación fue una conferencia dada por Ivan Illich a comienzos de 1987, con toda la lucidez de quien se iría de este mundo habiéndose presentado como amigo y profeta. En Los ríos al norte del futuro [2005] pueden intuir de qué modo Illich preveía una inminente distopía futura en la que finalmente el ser humano habría de ser totalmente controlado casi sin resistencia. En su comunicación de 1987, ya detectaba que en la ´interface´ ser humano / computadora (en un contexto educativo) estaba la semilla para que ´muchos sean transformados en zombis, convertidos en el manipulandum que piensan ser´.

   La inquietante anticipación de Illich parece –por otro lado- un potente antídoto frente a ciertas miradas repetitivas acerca de las nuevas tecnologías, como por ejemplo las del francés Éric Sadin o en particular del germano-surcoreano, Byung-Chul Han. Luego de La sociedad del cansancio [2010], las hipótesis y diagnósticos de Han parecen haber recaído en extraños efectismos anti-tech (algunas advertencias contra sus nuevos libros están en la web). Es por esto tal vez que los comentadores locales del ´éxito de ventas´ apenas si alcanzan la categoría de progres snob.

Leamos a Illich, por favor.

Ivan Illich

El alfabetismo informático y el sueño cibernético [1987]

El alfabetismo tecnológico se inscribió, como el año anterior, en el orden del día de esta conferencia que reúne a maestros, ingenieros y científicos. “Técnica e imaginación” es su tema esta vez. La imaginación trabaja día y noche. Les hablaré de ella a la luz del día, ante la pantalla fluorescente de la computadora. Sólo hablaré indirectamente de la arriesgada habilidad ante el teclado, las teclas de función, la “ventana” plagada de letras que nos lleva a sentirnos un poco torpes. Por útil que pueda ser, considero ante todo este pseudoalfabetismo como una condición para conservar nuestro sentido del humor en un mundo programado. No hablaré de la máquina y de su lógica cibernética más que en la medida en que provocan un estado mental vagamente emparentado con el sueño. Cómo permanecer despierto en la época de la computadora, es lo que me interesa.

   Resulta esclarecedor distinguir entre las tres modalidades según las cuales una técnica actúa sobre la condición humana. Entre las manos del ingeniero, los medios técnicos pueden ser herramientas. Está confrontado con una tarea, y para realizarla elige una herramienta, la mejora y la maneja. Por otra parte, las herramientas, a su manera, afectan las relaciones sociales. Una red telefónica engendra una nueva actitud hacia la gente con la que se habla sin verla. Por último, todas las herramientas constituyen en sí mismas poderosas metáforas que influyen en el espíritu. Esto es cierto tanto para el reloj como para el motor o la máquina; lo es también para la página cubierta de signos alfabéticos como si fueran una cadena de bits. Hoy dejaré de lado los dos primeros efectos de la herramienta, el que procede de su manejo técnico y el que se produce sobre la estructura social. Concentraré el análisis sobre la cibernética como metáfora dominante, y sobre la computadora como aparato potencialmente anestésico. Pero, antes de ir más lejos, quiero clarificar bien mis intenciones: no trataré aquí del poder inquietante de la computadora desde un punto de vista general y universal. No me preguntaré aquí sobre el efecto que puede tener la computadora, como metáfora, sobre los jóvenes japoneses que, durante 11 años, estudiaron tres horas diarias los ideogramas kandji. Quiero orientar nuestra discusión a la adecuación entre la metáfora cibernética y una mentalidad particular, el espacio mental característico de Europa, de Occidente, que durante un milenio fue modelado por el alfabeto y por el texto alfabético en cuanto metáfora dominante. Tres razones justifican que me limite así: primero, hablo ante todo como historiador; segundo, sólo estudio la función de los caracteres alfabéticos en la medida en que son la fuente de axiomas posmedievales típicamente europeos que se admiten sin ningún examen; y, finalmente, deseo que discutamos juntos sobre el impacto de la metáfora informática, no desde el punto de vista sociológico sino como fenómeno histórico y literario.

   La ciencia clásica la creó gente que consignaba el sonido de las palabras que usaba para debatir sobre la naturaleza. No le debe nada a los chinos que, durante milenios, han expresado gráficamente abstracciones mudas. Todavía no hace mucho, los letrados primaban en las ciencias de la naturaleza. La ciencia moderna es pues el producto del espíritu alfabetizado, en el sentido en que Milman Parry o Walter Ong comprendían este término. La máquina universal que inventó Turing en 1935-1936 representa una singularidad en este espacio mental. Vamos a ver cómo la metáfora cibernética propuesta por Norbert Wiener modificó la topología mental del espíritu alfabetizado. Para designar este modo de pensamiento y de comunicación en los entusiastas de la metáfora cibernética, Maurice Berman inventó una excelente fórmula. Llama a este estado el “sueño cibernético”. Desde la publicación, en 1981, de su Reenchantment of the World [El reencantamiento del mundo], muchos de ustedes conocen seguramente a Berman. Actualmente prepara una nueva obra, que tratará del “cuerpo en la historia”. El artículo que entregó sobre este tema al Journal of Humanistic Psychology permite augurar algo bueno.

   Berman ve despuntar el crepúsculo de las certezas implícitas que modelaron el espíritu literal clásico. Hace notar los numerosos esfuerzos desplegados por pensadores para liberar modos de conciencia y de observación alternativos. De una u otra manera, éstos se protegen con el paraguas de la New Age y, según Berman, la mayoría tiene algo en común: anima a sus adeptos a entregarse al sueño cibernético.

   Llega a esta conclusión en su artículo tras haber pasado revista a un conjunto de autores norteamericanos que han captado la atención del gran público y que tienden a presumir de científicos desencantados. Sin embargo no desconoce la enorme diferencia de lenguaje, de estilo, de lógica entre Douglas Hofstadter, Frank Capra y Ken Wilber, Jeremy Rifkin o Rupert Sheidrake. Delimita hábilmente sus términos predilectos respectivos: “paradigmas holográficos”, “campos morfo-genéticos”, “tiempo real”, “orden implícito”. Demuestra de manera convincente que todos se precipitan en la misma trampa —ésa en la que, hacia el final de su vida, Bateson se dejó atrapar al reducir el cuerpo a sólo un elemento de un proceso mental monista.

   Todos estos autores terminan, en cierto momento, pretendiendo ofrecer un enfoque epistemológico de la realidad que constituiría una alternativa a la conciencia mecanicista, empírica, sin valores, que cada uno de ellos imputa a la “ciencia actual” o a la “institución científica”. Sin embargo, siempre según Berman, estos autores no hacen nada semejante. Todos, aunque cada uno se exprese en términos que le son propios, establecen interconexiones entre un conjunto de conceptos relacionados con la teoría de la información y crean así un sistema de referencia abstracto, desencarnado, puramente formal, que identifican con lo que sucede en su espíritu. Esto es, según Berman, el “sueño cibernético”, que zambulle al espíritu en un estado susceptible de plegarse a cualquier situación. Para Berman, con el sueño cibernético la lógica de tres siglos de ciencia mecanicista encuentra su forma terminada. Por mi parte, yo diría más bien que ese sueño constituye una “singularidad” —como un hoyo negro es una singularidad en el espacio-tiempo.

   Berman cuenta la experiencia de una de sus amigas, Susan. Me impactó tanto que no puedo dejar de contarla en detalle. Susan enseñaba en un colegio de Florida del Norte. Muchos de sus estudiantes tienen una computadora. Cuando Susan les deja un tema para trabajarlo, éstos se precipitan a sus máquinas. Introducen en ellas las palabras clave del enunciado de Susan, recogen la información correspondiente en bases de datos, la pegan en fila, y someten esto a Susan como su trabajo personal. Una tarde, Frank, uno de sus alumnos, se quedó con ella después del curso. Esa semana los estudiantes habían tenido que hacer una exposición sobre la sequía y el

hambre en el África subsahariana. Frank quería mostrar a Susan la cosecha de datos que había sacado de su computadora. En cierto momento ella lo interrumpió para preguntarle: “¿Y tú, Frank, qué piensas de todo esto?” Frank la fijó con la mirada vacía y acabó respondiendo: “No entiendo lo que quiere decir”. En ese momento el foso entre ellos apareció. Michel Foucault habría hablado de hueco epistemológico. Veamos qué piensan respectivamente.

   Para Susan, una formulación es una palabra y detrás de cada palabra alguien traduce su pensamiento. Además, Susan no puede traducir su pensamiento sin vestir con carne lo que expresa. Cuando enuncia “hambruna desesperada” siente algo, lo que no sucede cuando, por ejemplo, cita una cifra. Para Susan, las palabras que forman una frase son como los tablones de un puente que la vinculan con lo que sienten los otros. Para Frank, las palabras son unidades de información: las encadena y obtiene un mensaje. Su coherencia objetiva y su denotación precisa, eso es lo que le importa, y no sus connotaciones subjetivas. Manipula nociones abstractas y programa el uso de la información. Su percepción está encerrada en su cráneo. Ante su pantalla acorrala redundancias y ruidos. Los sentimientos, las significaciones sólo podrían provocar ansiedad, miedo o ternura, por lo tanto las disminuye y permanece neutro. El tratamiento del texto informático es el modelo que le impone su modo de percepción. En la idea que se hace de sus sentidos y de su ego, los primeros son “perceptivos” y el segundo “propioceptivo”.

   Susan (tomada ahora como un tipo ideal) es un sí mismo que se encarna perceptualmente. Sus palabras surgen de la masa de carne y sangre, del bosque de sentimientos y de significados que sumergen todo lo que dice. Puede enseñar porque esos sentimientos y esos significados los disciplinó sin desvalorizarlos. No sin esfuerzo formó su Descartes y su Pascal interiores para que se vigilaran mutuamente; para equilibrar el espíritu y el cuerpo, lo mental y la carne, la lógica y el sentimiento.

   Frank, como lo veo, es emblemático del estado perceptivo inverso. Se abstrajo del pantano de los sentimientos. Aprendió a despegar, a abandonar la atmósfera densa; opera en el vacío de un espacio sin gravedad. Al haberse acercado a la computadora, cayó en las redes del pensamiento operacional. La fórmula de Turing lo llevó al sueño cibernético. Puede planear por encima del Sahel, observar la tierra agrietada, el camello que muere de sed, registrar al ascenso de la desesperanza y la hostilidad. Su espíritu es una cámara que no deforma los signos porque les opone un dique. Espera que Susan lo califique sobre los datos que captó en la pantalla y encadenó en un “texto”.

   Susan y Frank son dos personas. Son responsables de su propio estado de espíritu. Susan puede mantener su rumbo entre la sentimentalidad romántica y la lucidez crítica, entre las sandeces y las connotaciones delicadas, elige deliberadamente la estela tradicional de los autores en que quiere inscribir sus metáforas. Cuando habla emplea palabras que fueron escritas; cuando piensa descifra silenciosamente el nombre de las cosas. Esta referencia constante al alfabeto la diferencia del prealfabetizado e, igualmente, pero de manera muy diferente, de Frank. Él también es responsable de lo que hace. Cuando habla usa la metáfora cibernética como una herramienta analítica que descuida más cosas de las que modela. Puede tomarla a broma. Así como Fromm evocaba la tubería psíquica, Frank puede decir a su computadora que bombee en la fuente, que llene el tema. Pero es también susceptible de dejarse ir, de permitir que esta metáfora engulla todas las demás, y finalmente de caer en el estado que Berman llama el sueño cibernético.

   Confrontadas entre sí, las dos mentalidades pueden volverse ideología. Conocí a varias Susan para las que el alfabetismo se volvió una ideología anticibernética. Si se evoca la computadora, esta gente reacciona como los integristas en relación con el comunismo. Para estos adeptos de la cruzada contra la informática, una excursión en la tierra de la computadora que comporte un libre ensayo de piloteo de los mandos constituye una balanza necesaria para preservar su salud mental. Aquellos de entre ustedes que estudian el alfabetismo informático descuidan a veces su importancia en cuanto medio de exorcizar el embrujo paralizante de la computadora. Conozco, desgraciadamente, muchos Frank a los que la computadora transformó en zombis    —un peligro que, ya hace más de 25 años, preveía lúcidamente Maurice Merleau-Ponty—. Evocaba “[…] la ideología cibernética, [donde] las creaciones humanas se derivan de un proceso natural de información, pero concebido sobre el modelo de las máquinas humanas”. Este pensamiento “operativo” conduce a la ciencia a imaginar al ser humano y la historia, a “construirlos a partir de algunos indicios abstractos”, y, para los que se  embarcan en este sueño, “el ser humano se vuelve verdaderamente el manipulandum que piensa ser”. Cuando describía a Susan y a Frank hablando, separados por un abismo epistemológico, tuve cuidado en no decir que estaban “cara a cara”. Para retomar la formulación de Merleau-Ponty, el cuerpo de Susan está “en el suelo del mundo sensible […], la centinela que se mantiene bajo sus palabras y sus actos”, mientras que el cuerpo de Frank es el instrumento sin rostro del “sistema de información”. Es imposible que se encuentren frente a frente. Para Frank sólo puede haber “interfase” con alguien que comparte su mentalidad. Cuando pienso en la fijeza vacía de la mirada que la pantalla induce en quien la utiliza, no puedo escuchar decir sin rebelarme que hay “interacción” (interface) entre el ojo y la máquina. No había un término para designar esto hasta que Merleau-Ponty escribió su ensayo, en 1961. MacLuhan lo forjó sólo 10 años después, y no se necesitó más de un año para que el verbo ´to interface´ se usará en psicología, en ingeniería, en fotografía, en lingüística. Espero que Susan sea una amiga que busque el rostro de Frank. Quizá ponga su vocación en esta búsqueda.//

[Referencia: este texto es una exposición realizada por Ivan Illich ante la segunda Nacional Science, Technology and Society Conference on “Technological Literacy” organizada por el programa “Science Through Science, Technology and Society”, de la Universidad del Estado de Pensilvania, Washington, D. C, en febrero de 1987, y está incluida en el libro En el espejo del pasado. Conferencias 1978-1990. (Obras reunidas, volumen 2, págs. 594-599). La traducción tomada de este volumen por momentos parece vacilante. He realizado mínimos cambios.]

Escritos Paranoicos / Polosecki -Sálmacis, 2024- [Ebook]

Nueva edición año 2024, corregida y ampliada. Incluye “Una traducción imposible”, texto inédito referido a Polosecki, a su relación con un escritor argentino que se suicidó en medio del desprecio editorial y que hoy es de culto, y a las riesgosas batallas ideológicas de quien se aferra a la bandera heterodoxa. Luego de la imagen de tapa pueden encontrar el índice.

CONTRATAPA: Los textos reunidos en Escritos Paranoicos / Polosecki, indagan, a partir de la figura de Gustavo Fabián Polosecki [1964-1996], la oscilación y la fusión entre paranoia, locura, anarquismo místico, revolución y el enigmático gesto final suicida. En sus últimos días en el Tigre, Fabián “…estaba muy insistente con el tema de concientizar para una revolución, pero no me sonaba a algo anarco, sino a algo organizado y sistémico…”- comentaba un amigo de Polo, con una particular perspectiva sobre ese objetivo revolucionario. Esta discusión –que está atravesada por el sentido común, la inconsistencia ideológica y las contradicciones- se replica de alguna manera en la biografía de periodistas locales heterodoxos como Enrique Symns a quien Polosecki admiraba, y Salvador Benesdra quien se suicida coincidentemente en 1996. Además de los seis textos recopilados, uno de ellos hasta este momento inédito, el volumen incluye la transcripción de artículos periodísticos con la firma de Polosecki, la lista de sus programas, sus premios, los homenajes y una bibliografía que abarca la producción surgida de la historia de vida de este ícono cibercultural disidente.

ÍNDICE

PRESENTACIÓN / p.  5

POLO MÍSTICO / p.  14

FABIÁN POLOSECKI, MÍSTICA Y ANARQUISMO / p.  32

POLOSECKI. A VEINTE AÑOS DEL SUICIDIO DE UN DISIDENTE / p. 92

EL FANTASMA / p.  108

POLOSECKI & SYMNS CONTRA ESTE SITIO INMUNDO / p.  214

UNA TRADUCCIÓN IMPOSIBLE / p. 226

TRANSCRIPCIONES DE ARTÍCULOS / p.  280

El zorro interminable   

Bob Dylan, Oh Mercy (Cbs)   

Se fue Highlander. ¿Qué quedó?   

ARCHIVO POLOSECKI / p.  287

Periodista / autor / p.  288

Ciclos televisivos / p. 292

Premios / p. 296 

Proyectos inconclusos / p. 296    

Ecos e influencia / p. 296 

Bibliografía / p. 305

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¡No, no, Capanna, no! Acerca de Natura. Las derivas históricas (2016)

Si algún calificativo le cabe a Pablo Capanna es el de pionero. Su temprano interés por la ciencia ficción, por la arquitectura de la sociedad industrial (y por la ecología), su acercamiento a figuras como Cordwainer Smith, Philip Dick, James G. Ballard, Andréi Tarkovski, su obsesión por una divulgación amable para los lectores… Sin embargo, sus valiosos aportes contrastan con una solapada perspectiva confesional que poco o nada tiene de innovadora tendiendo a distorsionar sus objetos de estudio.       

Hay cuestiones que pertenecen claramente al siglo XX: las reseñas atentas de libros; los eventos generados para propiciar su presentación; los intelectuales con obras de largo aliento fáciles de asimilar y que muestran a quien las lea con mínimo interés que –montadas a caballo de la divulgación- no dicen lo que parecen querer decir.

   Ese decir / no decir en el caso testigo de Capanna corresponde al sesgo confesional, presente ya en su opera prima, El sentido de la ciencia-ficción [1966], y sustrato de su segundo libro: “La fe y la práctica católicas -reconocía años atrás- son parte de mi identidad, si bien traté de no ponerlas en evidencia para que el lector no se sintiera invadido… El primer librero marxista que hojeó La Tecnarquía no tardó en darse cuenta.” [“Las editoriales pueden llegar a ponerse groseras”, Revista Colofón, 13/12/2015].

   La existencia de La Tecnarquía data de 1973 y es el epicentro filosófico-teológico del que décadas después brotaría Natura. Las derivas históricas: “Tengo un libro de gran alcance –apuntaba en 2009- sobre la idea de Naturaleza a través de la historia… Es un libro inédito que vengo trabajando desde hace veinte años. Se me fue un poco de las manos [al] relacionar… la historia de las ciencias, de la filosofía y la historia esotérica, con la idea de Naturaleza”. [“Pablo Capanna, el exégeta”, en Literatura prospectiva, 21/07/2009]

   El antiguo proyecto de Natura, indicado como ´historia de las ideas´, permaneció inédito durante tanto tiempo que incluso Capanna temió no verlo nunca impreso, al punto de imaginárselo póstumo. Hacia 2015 resumía la aventura: “…tardé mucho en concluirloporque no acababa de precisar cuál sería su tesis… Un día todo pareció ´cerrar´… El origen remoto de Natura está en La Tecnarquía. Cuando apareció este libro recién se empezaba a hablar de ecología, y sentí que era una de sus carencias. Los tres artículos que le dediqué en Criterio son el germen… A eso vino a sumarse la experiencia de escribir durante quince años en el suplemento Futuro… Cuando irrumpió el posmodernismo me puse a escribir [ya que] descubrí que había un nexo… con lo que había investigado para la biografía de [Philip] Dick [Idios Kosmos, 1991] y el librito de divulgación sobre la New Age [El mito de la nueva era, 1993].” [“Las editoriales pueden llegar a ponerse groseras”, 2015].

   La indagación de Natura es de algún modo contrapunto de lo que a inicios de los años setenta postulaba en su segundo libro, a saber que “…en el medio urbano de la tecnarquía, la naturaleza ha desaparecido del horizonte vital humano…”. Según la síntesis del propio Capanna, “…la idea [occidental] de Naturaleza proviene de cuatro vertientes distintas: la griega (la diosa Naturaleza), la bíblica (la Creación como artefacto), la gnóstica (el mundo como ilusión) y la hermética (el hombre, amo del mundo).” Por lo tanto, “…Natura propone una analogía con los movimientos telúricos para describir los choques de esas cuatro matrices que se dan en las grandes crisis históricas, como la del siglo XIV (que da origen a la modernidad) y la del siglo XX, que le pone fin. Estos procesos abarcan unos 1800 años, pero más de la mitad del libro está dedicada al siglo XX y lo que va del XXI. El esoterismo [es] un factor importante… La interacción entre ciencia, religión, filosofía y esoterismo permiten ver bajo otra luz ciertas instancias históricas, incluyendo la irrupción actual del nihilismo.” [“Las editoriales pueden llegar a ponerse groseras”, 2015]

   ¿Qué significa para Capanna ´nihilismo´? Sencillamente la negación de la fe católica, en cuya defensa pergeñó pacientemente su diatriba.

   Natura. Las derivas históricas es un volumen de alrededor de 200 páginas, dividido en seis capítulos más un ´epílogo incierto´, enmarcado por un deslucido e innecesario prólogo de Diego Golombek y por una contratapa a cargo de un ´miembro de número de la academia nacional de historia´ que no alcanzan a ocultar ni a reorientar el dislate.

   Las cuatro concepciones de ´naturaleza´ -antes mencionadas- poseen denominaciones específicas: “En adelante –dice Capanna- llamaremos Physis a la naturaleza de los griegos y Ktisis a la Creación bíblica. Usaremos el nombre Allogenes para referirnos a la ajenidad gnóstica y Anthropos para la magia hermética.” (Natura, p. 27)

   De modo general nuestra sociedad no está organizada en torno ni de una diosa naturaleza, ni de una naturaleza creada por una divinidad. Esto significa que, descartadas Physis y Ktisis, la puja entre esas cuatro concepciones se redujo a dos. Así, “…el siglo [XXI] se inició cuando se consumaba la derrota de la corriente apadrinada por el hermetismo [Anthropos], que había gozado de una hegemonía de cinco siglos. La crisis que estamos atravesando está dominada por ideologías de matriz gnóstica [Allogenes].” (p. 27)

   Esa batalla había enraizado tiempo antes, durante el siglo XIX: “La cultura [decimonónica] que hacía gala de su actitud maníaca respecto del progreso, se volvía irremediablemente depresiva cuando se ponía a escrutar el horizonte cósmico de la historia. La sombra de Allogenes parecía asechar a quienes trabajaban por el triunfo de Anthropos.” (p 113) Para Capanna contrastaban efectivamente lo sombrío y lo depresivo del gnosticismo con “…la Creación… don de Dios… acto gratuito de amor…” (p. 39).

   Esa filosofía de la historia –una teodicea- es codificada en el capítulo quinto, jerga mediante: “La modernidad se construyó con el sello antrópico, que heredó del hermetismo [el humano como mago / científico  que domina la naturaleza], y alcanzó su máxima expresión en el ideario de la Ilustración. Al margen de ésta… el Romanticismo y la teosofía introdujeron una cuña alogénica que con el tiempo acentuaría la tensión entre ambas matrices… Aun cuando en el contexto transmoderno Allogenes invoque a una Physis desencantada por la ciencia, si se enfrenta a Dios es porque lo ve como el demiurgo, obstáculo que tiene que remover si aspira a imponer su espiritualidad. Considerando estos movimientos tectónicos, el antisemitismo y el anticristianismo, que explícitamente se encarnaron en el nazismo y el stalinismo, se nos presentan… como las ofensivas de una guerra de religión en la cual Allogenes apuntaba a destronar a Anthropos y a deshacerse de Ktisis.” (págs. 156-157)

   En el “Epílogo incierto” Capanna resuelve a su modo esas peculiares batallas religiosas: “La posibilidad de que se revierta el proceso del desencantamiento y renazca la arcaica veneración por la naturaleza [Physis] es remota… En cuanto a Anthropos, su eclipse es demasiado reciente como para que imaginemos su restauración… El triunfo de Allogenes es circunstancial, aunque sería imprudente pronosticar el fin de su ciclo. El pesimismo alogénico nunca dejó de estar presente en las grandes fluctuaciones históricas…” (p. 198) Y remata: “…aún queda en pie la tan vapuleada Ktisis [creacionismo bíblico]… Un eventual regreso a la escena… no dependerá de que la religión vuelva a instalarse en el eje de la cultura y la vida social… Una recuperación de Ktisis como matriz filosófica [no] tendría por qué ser incompatible con una epistemología agnóstica que fuera consecuente.” (p. 200)

   ¿Qué fuera ´consecuente´ con qué? Con la fe católica, por supuesto, a la que Capanna defiende de los embates gnósticos. A continuación, las palabras de un devoto: “El ateísmo alogénico –hoy triunfante, según el autor- prefiere afirmarse por la vía de la profanación, el sacrilegio, la blasfemia. En el caso de que sea algo más que una provocación hacia los creyentes, es un acto de rebelión contra un Dios cuya existencia niega…” (p. 199)

   La asociación ´gnosticismo / blasfemia / sacrilegio´ remarca la impunidad intelectual de quien nos invitó a leer sobre las concepciones de la naturaleza a lo largo de la historia y nos ofreció una homilía paranoide con sectarios cuestionando la divinidad en la que él cree.

   Natura tergiversa al gnosticismo, una matriz de pensamiento considerada hereje por la ortodoxia católica y que, en su planteo más básico, no niega la existencia de una divinidad superior, sino que suspende el juicio suponiéndola desconocida (escondida, inaccesible). La simplificación a la que somete al gnosticismo es tan extrema que Capanna indica un único lado de la cuestión, recayendo al menos en una inconsecuencia (descontando, por supuesto, que la separación entre hermetismo y gnosticismo no es tan clara como sugiere).

   Si bien en cierto que una de las vertientes del gnosticismo acaba por entroncar con cierta teosofía de sesgo nazi (el ideal del superhombre es un punto de coincidencia), también es justo señalar la otra faz de esta historia y es que la corrosiva epistemología gnóstica propició pensadores libertarios permitiendo en general el desarrollo del anarquismo.

   El mismo Capanna reconoce al pasar que Mijail Bakunin en Dios y el Estado [1882] toma al modo de los ofitas –aquellos gnósticos que consideraban a la serpiente un ser iluminado- a Satanás como el primer librepensador (págs. 44-45). Esta rápida y volátil conexión libertaria debilita la perspectiva católica de un supuesto historiador de las ideas que encierra al gnosticismo en la negación, la oscuridad, la depresión.

   En un sendero semejante, Capanna yerra de plano al borrar la incidencia del gnosticismo en la contracultura hippie de matriz mística: “De manera anacrónica, se quiso adecuar aquellos tratados [descubiertos en los rollos del Mar Muerto en 1945] al clima libertario de los años sesenta, exaltando a los gnósticos como humanistas, demócratas y feministas, nada de lo cual habían sido.” (p. 155) Sin espacio aquí para el debate, quien desee profundizar ese punto, lea Los evangelios gnósticos [1979] de Elaine Pagels (incluido por Capanna en la bibliografía) e interiorícese sobre la vida en comunidad, sin jerarquías, con igual rol de mando para las mujeres, que llevaron adelante algunos grupos gnósticos, menos abrumados por la realidad natural de lo que Capanna quiere hacernos creer.

   Natura deja la sensación de una excesiva simplificación frente a un tema complejísimo, rozando a pesar de su megalómano archivo la mera chismografía contra gnósticos como Carl G. Jung, Martin Heidegger, Friedrich Nietzsche –para mencionar algunos.

   Esa complejidad, acentuada por la desmesura argumentativa, acaba por embarrar su propio terreno teológico. Según el resumen que arriesga referida a las distintas crisis de sentido a lo largo de la historia, la primera sucede “…a comienzos de nuestra era, cuando la cosmovisión bíblica comenzaba a desplazar a la pagana”. El gnosticismo aprovecha el resquicio al plantear por qué existe ´el mal´ en un mundo signado por una divinidad asociada al bien. La respuesta cristiana surge de san Agustín quien ubica al mal fuera de la obra divina, restringiéndolo al campo ético y denominándolo un misterio, ´mysterium iniquitatis´ (p. 32), asegura Capanna. Pero –importante salvedad tripartita- esta categoría no era de Agustín, tenía algunos siglos de existencia y aparecía en la segunda carta del converso Pablo de Tarso a los tesalonicenses, como referencia al mal absoluto que busca usurpar el lugar del mesías. Ese desliz teórico subraya sus límites intelectuales.

   Capanna podría haber acertado con conceptos teológicos como el citado si hubiera leído por ejemplo a Ivan Illich [1926-2002], un filósofo austríaco que –al igual que él- se apoyaba en La legitimación de la Edad Moderna de Hans Blumenberg para pensar la concepción de naturaleza en la modernidad y que en sus últimas charlas decía algo a tono con lo que parece discutir Natura: “…al cambio de significado del término naturaleza entre los tiempos clásicos y modernos [lo señaló] la historiadora Carolyn Merchant en… The Death of Nature (La muerte de la naturaleza) –comenta Illich. Una certeza había en la antigüedad: la naturaleza era viva… En el siglo XII tal idea se vio afectada por el sentido de la contingencia. La naturaleza entera yacía en manos de Dios… Merchant argumenta que con semejante elevación se crearon las condiciones para que, una vez fuera de las manos de Dios, pudiera la naturaleza perder su cualidad más esencial: su pulso vital. A partir de este punto, si miramos el encumbramiento de las ciencias naturales y de las ciencias en general durante los siglos XVII y XVIII, encontramos que investigan una naturaleza que no sólo ha quedado fuera de las manos de Dios, sino que ha perdido… su vitalidad. Una ciencia que estudia el funcionamiento de una naturaleza que ya no está viva [plantea] una cuestión bien moderna: ¿cómo explicar, cómo hablar sobre la vida en una naturaleza y entre cosas naturales que no han nacido, sino que han sido… matemáticamente programadas?” [Ivan Illich – David Cayley, Los ríos al norte del futuro, 2005]

   El pasaje deja en claro que un teólogo de formación católica puede llevar adelante una discusión semejante a la de Capanna, sin pedir la restitución institucional de ninguna fe.

   Es lícito especular por lo tanto que la lectura de ese panfleto católico que es Natura requiere considerar, por un lado, el primigenio volumen La Tecnarquía (dedicado a la civilización industrial como dominio de la naturaleza) y, por el otro, un texto casi nunca mencionado por Capanna –me refiero a la conferencia “Crisis de la racionalidad. El discurso esquizoide del mundo postindustrial”, en el marco del seminario ´¿Adveniente cultura?´ [CELAM. Consejo Episcopal Latinoamericano, 21 al 27 de abril de 1986].

   En esa exposición, Capanna les advierte a los creyentes: “El contraste entre la racionalidad utilitaria que impera en la vida pública y la elección irracional de los valores privados produce un estilo de vida donde predominan la disociación, la fragmentación, la contradicción; en el plano de la salud mental, la esquizofrenia se convierte en la enfermedad del futuro.” Destaca luego entre los principales responsables de esos males al gnosticismo usando términos semejantes a los de Natura: “La irracionalidad moderna o postcristiana –aseguraba- procede del nihilismo que resulta del arrasamiento de los valores cristianos…, se complace con la incoherencia lógica y vivencial, y se precipita en las totalizaciones arbitrarias como formas de evasión.” En consecuencia, lo que “…se proyecta sobre la cultura no es tanto el conflicto ciencia / religión sino pseudociencia / religiosidad inmadura. Esto, que constituye un grave desafío pastoral, también atañe a los intelectuales y profesionales laicos. Si no quieren caer en una esquizofrenia refleja (religiosidad ritualista y adopción acrítica de pautas importadas) tendrán que pensarsu fe con más profundidad, aprender a pensar científicamente los problemas que incumben a la ciencia e integrar la racionalidad tecnológica… con los valores de nuestras culturas.”

   Podrá parecerles un tono extraño, pero es un Capanna auténtico bregando por un tecno-catolicismo sano, maduro, inverosímil… Cuando en 1986 se refería a ´los valores de nuestras culturas´ apuntaba a los intrínsecos valores católicos de la región austral jaqueados también por el gnosticismo, el nihilismo o como lo denomina en Natura, ´la anomia´: “Las crisis culturales pueden durar un tiempo indefinido, pero en algún momento acaban… Aquellos que anuncian que después de la modernidad solo viene la anomia tratan de convencernos de que ya no quedan alternativas…” (p. 18).

   Natura confirma la necesidad de tener siempre presente que cuando leemos textos de Capanna, incluyendo sin ninguna duda a sus escritos sobre ciencia ficción, nos enfrentamos con un vocero del catolicismo que defiende consecuente y acríticamente a la ciencia oficial.

   Esa singular impronta ideológica -que rubricó al gnóstico Philip Dick como meramente esquizofrénico- es razón suficiente para cuestionar su mirada sobre un género literario hereje que acaso haya nacido justamente del ambiguo, blasfemo y brillante gnosticismo.//

{Artículo publicado por primera vez en junio de 2019}

Sor Juana y la ciencia ficción, o las consecuencias de una crítica paranoica [2011]

SOR JUANA Y LA CIENCIA FICCIÓN, O LAS CONSECUENCIAS DE UNA CRÍTICA PARANOICA

Más información sobre Sor Juana y la ciencia ficción

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En el siguiente artículo me propongo indagar cuál sería el resultado de releer la obra –con eje en el poema “Primero sueño” (1685)– de Sor Juana Inés de la Cruz (Virreinato de Nueva España, ¿1648/1651?-1695) a partir de la ciencia-ficción (cf). En la “Primera Parte” especifico el protocolo de lectura. Considero como altamente productivo re-narrar (“volver a contar”) las lecturas, las interpretaciones y ciertos textos de la monja jerónima en base a rasgos codificados por la cf a través de datos laterales y/o fragmentarios –un acercamiento de índole “paranoico”. La hipótesis se estructura como una “ucronía” (qué pasaría si Sor Juana hubiera escrito cf) convertida en “historia”: Sor Juana escribió, al menos, un texto de cf. “Primero sueño” contiene in nuce dos elementos con descendencia en la producción posterior de cf en Hispanoamérica: el viaje astronómico (espiritual) y la tradición hermética (el ocultismo). El ocultismo funciona como puerta de entrada para pensar ese poema de cf y su relación con el género (gender/genre) en la configuración de un “ideal andrógino”. En la “Segunda Parte” ensayo mi propuesta de relectura paranoica. Reviso “Primero sueño” por medio de un tópico de la “ciencia ficción barroca”: la indeterminación en la distinción “original” (realidad empírica) / “copia” (realidad virtual). Este análisis intenta demostrar que el poema se inserta en una tradición de cf que privilegia el viaje a través del mundo interior (inner space) de un complejo cuerpo cyborg en detrimento del viaje astronómico (outer space). En ese recorrido, el cine de cf posmoderno es determinante.

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“Muy a menudo, el artista fracasado que vive reprimido en el espíritu del crítico busca un desahogo entretejiendo una novela crítica, o sea [proyecta] sobre el autor una luz ajena a él, que altera su figura, modernizándola… El crítico utiliza… esas aproximaciones, como un hábil cocinero sus salsas y especias, para disfrazar los manjares.”

Mario Praz, La carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica

Breve prólogo

La historia que narraré a continuación tiene su primera, en realidad su penúltima, estación unos tres lustros atrás –mediados de la década del noventa- en Ciudad de México y remonta sus orígenes hasta las postrimerías del siglo XVII cuando dicha ciudad formaba parte de un entramado geopolítico más complejo y extenso cuyo nombre era Virreinato de Nueva España. En aquel momento, lo que hoy aparece como ´continente americano´, no estaba fragmentado en norte, centro, sur. Ese Virreinato abarcó América Central, las islas del Caribe, las Filipinas y una parte de los actuales Estados Unidos de Norteamérica, amén de México.

En Ciudad de México, hace ya varias centurias, durante la segunda mitad del siglo XVII, vivió y escribió la novohispana Sor Juana Inés de la Cruz, una mujer única en muchos sentidos. Seguramente, muchos de ustedes han accedido a fábulas en las que el más lejano futuro se pinta como el más remoto pasado, mundos donde los seres extraordinarios son monstruosamente ambiguos -¿producto de una vertiginosa evolución, ejemplares de una sin igual regresión?-, mundos donde las fronteras nacionales -como las conocemos- han dejado de existir y han sido reemplazadas por demarcaciones imperiales. Por lo general, la ciencia ficción [cf] se encarga de esas nuevas cartografías. En este caso en particular, la cf permitirá que nos acerquemos a una figura –para nosotros remota- con una fuerza tal que aún hoy en día alienta que se piense a través de ella, una figura siempre dispuesta a tentarnos con desplazar los límites de la interpretación. Sin tomar en cuenta restricciones a priori ni de tiempo ni de espacio, leer a Sor Juana como si fuera una escritora de cf tal vez genere la oportunidad de revisitar un amplio corpus de textos latinoamericanos en los que –silentes- laten diversos futuros.

Primera Parte

Jesusa, Juana, cf: reescritura y paranoia

“Corre el… bienaventurado año 2000… el (PAN) Partido reAcción Nacional ha llegado al poder en México y restablecido la moral, y las buenas costumbres…. Cualquier semejanza con la vida real es virtual. (La escena se desarrolla en la celda de Sor Juana en el penal de Almoloya. A la izquierda el escritorio… con libros, instrumentos antiguos de geometría, pluma, tintero y una mini computadora Apple de las primeras que salieron al mercado. Al centro abajo un catre individual y arriba una macro pantalla de video. […] Sor Juana revisa muy divertida la carta que enviara Salinas a los medios de comunicación en noviembre de 1995. En la pantalla grande se proyecta el texto y una foto del ex presidente vestido de Sor Filotea.)” (Jesusa Rodríguez 1)

Estos son los primeros párrafos de “la pastorela virtual” Sor Juana en Almoloya que la mexicana Jesusa Rodríguez publicó en Debate Feminista en 1995. En ese mismo año se cumplían tres siglos de la muerte –ocurrida en 1695- de una de las escritoras más importantes de la América hispánica de todos los tiempos. En su satírica reapropiación política de Sor Juana, Rodríguez realiza una serie de gestos significativos.

El primero, y fundamental, es pensar la realidad socio-política de su país por medio de una ´Sor Juana futura´ (año 2000). El segundo es mostrar a Sor Juana presa de un poder reaccionario –y a la vez cínico (dota, por ejemplo, a la monja de un cascajo tecnológico)- que ha orquestado un complot del que no se conoce exactamente la causa. El tercero es la estrategia de Sor Juana de resistir mediante la reescritura de sus propios textos: “¡Ya sé!, voy a contestar la carta de aquel ex presidente. A nadie se le ocurrió responderla… La titularé: ´La Respuesta Zopilotea´” (Rodríguez 1). La ´reescritura´ evidencia otro rasgo central en Sor Juana. En el recorrido de Filotea (el destinatario de la famosa Respuesta a Sor Filotea de la Cruz) a Zopilotea se conjugan la metamorfosis (humano / animal [´zopilote´]) y el cambio de identidad (hombre travestido); se disuelven las dicotomías de gender; se desestabiliza la configuración patriarcal de la sociedad. [1] Rodríguez lee en las metamorfosis, el travestismo y la provocación al mundo masculinista estrategias de la monja jerónima. El quinto subraya la discusión en torno de la validez o no de la invención de la subjetividad en ´manos´ ajenas. En la versión de Rodríguez (5), Sor Juana se burla de una supuesta biografía sobre Octavio Paz-biógrafo a su vez de ella- de la que se inferiría su “androginia espiritual”. Juana fue sucesivamente categorizada –ella aventó esas hipérboles- como ´prodigio / monstruo, etc., y más tarde como ´figura masculina / lesbiana / andrógina´ para dar cuenta de su ´anormal´ intelecto.[2]

Este catálogo de operaciones cobija un factor común. Con mayor o menor pertinencia, las cuatro últimas confluyen en la primera caracterizada por el habitual ´futuro´ de la cf. No interesa tanto aquí qué hace Rodríguez, sino cómo mediante esa reapropiación genera un prisma inédito para leer o releer vida y obra de la monja.[3]

La hipótesis central de este trabajo reviste la forma de una ´ucronía´: qué hubiera pasado si… se hubiera considerado a Sor Juana como la primera escritora de cf en el continente americano. En particular, ¿qué pasaría si decidiéramos leer el poema Primero sueño [el Sueño] (1685 aprox.) desde los parámetros de la cf? [4] Una empresa de este talante, requiere de precisiones.

Ya en 1998 Emil Volek señalaba que si bien la figura de Sor Juana había sido asaltada desde diversos paradigmas (católico, modernista, feminista), permaneció irreductible a toda sistematización.[5] Su planteo alertaba no desde el escepticismo, sino desde la prudencia teórica frente a ´lecturas totalizadoras´. En lo que respecta al Sueño, Rosa Perelmuter (129-136) en su recorrido por la bibliografía entre los años 1920 y 1930 advierte que en aquel momento se estipulaba que “apenas queda [nada] por decir” sobre el poema. Hoy en día, la ingente literatura crítica dedicada a ese texto y a su autora hace imposible, o al menos dificulta, abarcar un plausible estado de la cuestión. Por eso, y con el riesgo de no ser exacto, parto del siguiente supuesto: dejando a un lado las menciones al paso, no existe un texto crítico cuyo objetivo haya sido pensar porqué es posible leer Sor Juana desde la cf y qué se deriva de ello. Perelmuter recuerda que quienes en las primeras décadas del siglo XX clausuraban las interpretaciones sobre el Sueño, ponían como condición -para renovar las lecturas- que aparecieran papeles hasta allí ignorados. No existen tales ´nuevos papeles´, sí otros modos.

En su ´pastorela´ Rodríguez reescribe fragmentos de la obra –y de la vida- de Sor Juana al mismo tiempo que hace del personaje ´Sor Juana´ la autora de esas reescrituras, y recursivamente, autora de la ´pastorela virtual´. La reescritura, inserta en una perspectiva de gender como la de Rodríguez, permite volver a contar los mitos heterosexistas de la cultura occidental. Un mito surgido de la cf posmoderna –el cyborg– es clave para comprender esta propuesta metodológica.[6] Según sostiene Donna Haraway en su célebre “Manifiesto para cyborgs”, la ´escritura cyborg´ es la tecnología propia del mito cyborg, un mito sin origen, negador de cualquier pureza, engendro híbrido que como ´herramienta crítica´ genera “…cuentos contados de nuevo… que invierten y que desplazan los dualismos jerárquicos de las identidades naturalizadas” (Haraway 300). [7]

Aplicado a Sor Juana, este protocolo de lectura tiene como fin volver a contar el Sueño (y en otra instancia, la Respuesta y otros textos pertinentes) desde la cf para más adelante revisar las mitologías que rondan su figura (aquel catálogo de la ´singular, única, rara, monstruosa´). La meta no es captar ´lo real, lo verdadero´ sino recorrer y reescribir desde ese género las múltiples capas de sentidos que los comentaristas, incluso con Juana en este mundo, depositaron sobre su biografía y sus escritos. Es un efecto de lectura que interpela a los textos sorjuanescos y a las infinitas interpretaciones. Un importante corpus de textos críticos contemporáneos detecta, pero no lo explicita, que existiría una productividad intrínseca –aunque no esencial- de indagar el ´objeto Sor Juana´ por medio de recursos y procedimientos de un género literario codificado siglos después. Tradicionalmente las lecturas críticas estructuradas en base a paradigmas genéricos como el fantástico y el policial tuvieron mayor aceptación –la excepción podría verse en determinados ámbitos norteamericanos- en detrimento del uso de la cf para organizar sus lecturas.[8] Este corrimiento del eje hacia la cf tiene una consecuencia ulterior.

El método de volver a contar –en este caso ´el mito Sor Juana´- necesita de fragmentos, de esquirlas, de datos laterales, en una apuesta crítica que roza por momentos la paranoia. Lo que puede parecer una ´broma´, es un principio rector. En 1987 en una entrevista con Ricardo Piglia, Thomas Disch (21) sugería que “tal vez la paranoia sea un rasgo específico de la ciencia ficción… un terreno fértil para las construcciones delirantes…”. Cuatro años después, se publica la transcripción de una clase en la que el propio Piglia (4-5) propone una nueva categoría narrativa. La ficción paranoica es un género que se desprende, mediante una exasperación de rasgos, de otros géneros populares confluentes como el policial y la cf. Piglia se centra en el primero, pero sus postulados bien pueden aplicarse, por hibridez genérica, a la segunda. La “ficción paranoica” surge de la tensión entre a) la amenaza: en las sociedades modernas las subjetividades, recluidas en lo privado, se constituyen contra un otro absoluto representado por el ´enemigo´, y b) el delirio interpretativo: esa amenaza latente hace que el sujeto con conciencia paranoica considere que todo orquesta “una suerte de mensaje cifrado ´que [le] está dirigido´”. Esos dos movimientos marcan la constitución de un género narrativo y operan en el planteo de una “crítica paranoica”.

Supongo (con el fin de organizar un protocolo de lectura, no de corroborar) que hubo ´un silencio deliberado´ sobre la relación Sor Juana / cf. Se trata de un ´complot´ disfrazado de ´olvido´ que llevó a los críticos a no mencionar la cf ni a tomar dicho género popular como herramienta crítica para abordar a Sor Juana (víctima y hacedora, a su vez, de conspiraciones). Probablemente, esta re-narración paranoica conducirá a un delirio crítico. Pero, como sugiere Piglia, “[en] el delirio interpretativo [hay] también un punto de relación con la verdad” (5).[9]

El Sueño como cf: viajes astronómicos y tradición hermética

El primer problema es resolver si el Sueño es un poema de cf. La afirmación inicial sería “no”. La cf es un género popular al que hay que asociar, como otros, con la aparición de una cultura de masas, con la extensión del público lector, y para este género en particular, con la consolidación de la ciencia en un sentido moderno. Esto sucede, sin entrar en detalles, durante el siglo XIX. Aún así, es muy común asistir a reconstrucciones de la ´pre-historia´ del género. Pablo Capanna (Ciencia ficción 69 y ss.) revisa algunos precursores de la cf e ironiza por la proliferación de antecedentes en la pluma de críticos interesados –en aras de un supuesto texto primario- en llevar lo más atrás posible el origen: la Biblia; un texto egipcio del s. III a.C. que narra un viaje en búsqueda de un libro mágico; los mitos platónicos; un largo etcétera. El primer antecedente algo más sólido para Capanna sería Luciano de Samosata quien durante el siglo II d.C. escribió Vera historia (narración de un viaje a la Luna) e Icaromenippus (recreación del mito de Ícaro). El mencionado Luciano tuvo una larga descendencia que alcanza a H. G. Wells y a Jules Verne en el siglo XIX, pero por sobre todo influyó en los “viajes extraordinarios” de Johannes Kepler –el Somnium astronomicum (1630 aprox.)- y en el del jesuita alemán Athanasius Kircher Iter exstaticum coeleste (1656). Para completar este breve esquema, junto a las narraciones fantásticas (de viajes con afán de conocimiento) habría que mencionar la obra de los utopistas del Renacimiento quienes, atravesados por la existencia de un “nuevo” continente, elucubraron sociedades distantes, armónicas, etc. El ejemplo paradigmático es Utopía [1516] de Thomas More.[10] Ambas tradiciones comparten los elementos especulativo, político y crítico: ´un mundo no-propio´ (ficcional) cuestiona la configuración social del presente empírico del escritor.[11]

Un detalle común para estas genealogías sobre la proto-cf, y no debe sorprender que así sea, es la ausencia del nombre de Sor Juana Inés de la Cruz. Pero, ¿existiría alguna razón para nombrarla? Por transitividad, si el Iter exstaticum coeleste de Kircher es considerado un texto de proto-cf, sin muchos contratiempos, podría también el Sueño engrosar la lista con el mínimo argumento de tener como probable fuente el texto de Kircher y, acaso, el de Kepler (Octavio Paz 476). Pero como aclara Capanna en Ciencia ficción. Utopía y mercado, las historias de la cf están mediadas por taras nacionales: para los franceses se iniciaría con Jules Verne, para los ingleses con Mary Shelley, para los norteamericanos con Edgar A. Poe y así. Nadie reclama a la Décima Musa, excepto los críticos mexicanos quienes, de todas formas, sólo la nombran. Miguel Ángel Fernández (“Breve historia de la ciencia ficción mexicana”) ubica al Sueño entre las primeras obras mexicanas en rondar la proto-cf. Gabriel Trujillo (“La fundación del porvenir”) –interesado en la poesía de cf mexicana- también menciona como primera a Sor Juana. Ross Larson (“La literatura de ciencia ficción en México”) y Ramón López Castro (Expedición a la ciencia ficción mexicana) demarcan el inicio de la cf en ese país con Sizigias y Cuadraturas lunares [1775] del franciscano Manuel Antonio de Rivas. López Castro comenta que en ese texto pionero confluyen Bergerac, Swift y Kircher, y aclara que la influencia de este último era ya evidente un siglo antes en Sor Juana, pero no la considera autora de cf. La “Chronology of Latin American Science Fiction, 1775-2005” (Molina-Gavilán et al.) determina que la cf latinoamericana se inicia con el citado texto de Rivas.[12] No hay más para decir, excepto una referencia textual indirecta sobre la conexión Sor Juana / cf.

Según Luis Cano (75 y ss.), la cf en Hispanoamérica se inicia con las obras de Juana Manuela Gorriti y Eduardo Ladislao Holmberg (segunda mitad del siglo XIX). Relaciona a la primera, por su matriz romántica, con la tradición del esoterismo, del ocultismo y de la alquimia; y ubica al segundo, más cercano al positivismo, entre los adeptos de teorías sociales de corte científico, como el darwinismo. Cano considera que Holmberg inaugura el género con el relato “Horacio Kalibang y los autómatas”, pero ejemplifica la novedad de cruzar ciencia y ficción en América Latina con la nouvelle Viaje maravilloso del señor Nic Nac [Nic Nac]. Señala en este texto la influencia -además de Flammarion- de los sueños de anábasis y de las expediciones astronómicas codificadas en los textos de Athanasius Kircher. Aclara que este autor fue introducido en el continente por Sor Juana, reenvía para más datos al análisis de Paz sobre el Sueño y detiene allí sus cavilaciones (Cano 86, nota 32).

Esa indicación lateral reactiva un tema al filo de clausurarse. Durante su análisis del Sueño, Paz se arroga ser el primero en detectar que, por medio del Iter exstaticum coeleste de Kircher, Sor Juana accede a una tradición que unifica “los viajes astronómicos” (viaje al espacio exterior) con los “sueños de anábasis” (elevación del alma) propios del corpus hermeticum (476-478).[13] Es decir, en el Sueño confluyen el ´viaje astronómico´, la ´elevación del alma´ y el ´hermetismo´, elementos que se continúan siglos después en la producción de cf en Hispanoamérica. Gorriti y Holmberg iluminan, en retrospectiva, rasgos de lo que terminaría configurándose como cf en un sentido moderno. Cano –con el fin, intuyo, de mantener el equilibrio de su hipótesis- asocia ocultismo con Gorriti y positivismo con Holmberg. Cuando se refiere al uso del ´viaje´ en la obra de este último lo desconecta de las ciencia ocultas. En su introducción a los Cuentos fantásticos, Antonio Pagés Larraya (39-43) recuerda que Holmberg estuvo interesado en el espiritismo. El esoterismo tiene una función determinante en el relato del viaje astronómico. Holmberg subtitula Nic Nac como “fantasía espiritista”.[14] Nic Nac cuenta el “viaje imaginario del protagonista al planeta Marte… realizado sólo por su espíritu-imagen, según el curioso método que le enseña el médium Seele: privarse de todo alimento hasta que el espíritu se desprenda totalmente de la materia” (Pagés Larraya 59). Este tema requiere de un mayor análisis. No hay médium en el Sueño (la mexicana rompe con el tópico del guía del hermetismo) y los alimentos en una y otra historia cumplen roles diferentes. Aún así, la conjunción entre ´viaje del espíritu / alma´ (el cuerpo permanece en reposo) asociado al ´ocultismo / espiritismo´ remite a la tradición que nace con Sor Juana y que se desliza de manera subterránea por siglos.[15]

Disjecta membra: cf, ocultismo, androginia, utopía y Sor Juana

Uno de los paradigmas recurrentes para leer a Sor Juana es el “feminismo”. Arduo en sí mismo, este modus crispa a los teóricos cuando el objeto de estudio corresponde a una episteme de signo diferente. Hay posturas escépticas: “Sor Juana no fue un subalterno y tampoco fue la portavoz de una heterodoxia que combatía el status quo y… ni siquiera se la puede considerar –si es que tal movimiento anacrónico es viable- como ´la primera feminista de América´” (David Solodkow 142). Otras se interesan más, como la de Rodríguez, en ´usar´ la figura de la monja para pensar desde una perspectiva de gender ambos contextos socio-políticos, el de producción (siglo XVII) y el de recepción (siglo XX/XXI). En esta dirección oriento mi propuesta de índole recursiva: ¿de qué manera, ocultismo incluido, la cf reafirma una perspectiva de gender y hasta dónde una mirada de gender potencia los rasgos de cf del Sueño?

Cuando me refiero a gender –una categoría que ya tiene para sí extensas bibliotecas- estoy aludiendo al planteo de las feministas norteamericanas acerca de la necesidad de no descuidar que ´la asignación de roles sexuales´ es ideológica y no natural.[16] La relación con los ´géneros literarios populares´ surge de la posibilidad de evidenciar esas asignaciones por medio de las negociaciones simbólicas que se establecen hacia el interior de los mundos narrativos. La mayor parte de los géneros populares resultan útiles para pensar el constructo social. Por varias razones que expongo en otro escrito la cf ha resultado el género (genre) más adecuado para desarmar la supuesta naturalidad de los roles sexuales (Lépori).

El final del Sueño, “y yo despierta”, indica la fuerte presencia de la subjetividad femenina en el poema. Ese “yo” no aparece únicamente en el cierre. Perelmuter (85-92) demuestra que ´la hablante lírica´ organiza el discurso poético con distintos usos de la primera persona (“mi”, “digo”, “pues”, etc.). En el contexto de vida de la monja, esto lanzaba un desafío: ¿puede una mujer conocer? La respuesta encierra una negociación.

Sor Juana distingue ´cuerpo /alma´ y estipula que el alma cognoscente es asexuada: “la separabilidad del alma racional… en sincrética versión hermético-neoplatónica [sustenta] la igual capacidad de mujeres y varones para acceder al conocimiento” (Femenías 9). Si se toma como parámetro el Sueño, cuando el alma sin sexo reingresa a un cuerpo de mujer, produce “una nueva clase de sujeto: el sujeto racional= mujer” (9). Esa unión podría ser considerada como contradictoria. La solución es una negociación: “la única posibilidad… de las mujeres para acceder al conocimiento fue la de negación de su sexo y la homologación al modelo masculino” (Femenías 13). Para Sor Juana ser mujer sabia era fundir en un cuerpo de mujer un ´alma asexuada´ que respondía a los cánones masculinos de racionalidad. Así, para justificar el saber, el escribir y el disentir de la mujer subsumida al doble sistema patriarcal civil y religioso en la sociedad virreinal, Sor Juana propone como ideal un ´sujeto andrógino´ que no desestabiliza pero que interpela al mundo falogocéntrico.[17] Jean Franco coincide. En el Sueño “el alma inquisitiva no es tanto neutra como una combinación de lo masculino y lo femenino” (70). La lucha de Sor Juana por defender su posición intelectual se materializa en la construcción de “un espacio utópico” en el que su “conocimiento y [su] poesía… pueden ´apartarse´ de las rígidas jerarquías de género”. En el “espacio utópico”, en ese no-lugar, se concreta el ideal andrógino. Ambos componentes, utopía y androginia, son consecuentes con una perspectiva de cf.[18] El impulso utópico conlleva una fuerza crítica para revisar los binarismos cristalizados en la asignación de roles sexuales en lo que respecta al acceso al saber en la sociedad virreinal y genera un no-lugar ideal para que se geste ese sujeto andrógino.

Aquí comienza a jugar un elemento intrínseco a la cf de Sor Juana. La configuración del ideal andrógino se relaciona con la tradición hermética de cuño neoplatónico heredada de Kircher. Como demuestra Linda Egan, la “androginia psicológica” de Sor Juana está directamente asociada al hermetismo (3).[19] El corpus hermeticum, y en particular el saber alquímico, estipulaba que “los contrarios esenciales… se hacen andróginos cada vez que hay concepción y nacimiento en la naturaleza” (Mariano García, “Androginia” 259). Ese corpus permitió que el ideal perviviera a lo largo de los siglos contra los intereses de la ortodoxia católica. [20] “The greatest freedom of gnosticism is the freedom to think” (Egan 14). El sujeto andrógino en Sor Juana es una herramienta para ir contra la opresión intelectual y de género y aparece como correlato objetivo de un corpus que otorga libertad de pensamiento. En consecuencia, como si fueran disjecta membra, mi lectura reúne esos elementos en un mismo constructo con epicentro en Sor Juana[21]:

  • en los inicios de la cf latinoamericana aparecen los viajes (astronómicos y del alma) junto con el ocultismo (Cano);
  • el ocultismo y el hermetismo favorecieron la pervivencia del ideal andrógino (García);
  • el ideal andrógino habita durante el siglo XIX la literatura romántica y en el siglo XX encuentra asilo en las narraciones de cf (García)[22];
  • si se considera que Sor Juana escribió un poema de cf, el Sueño (Lépori);
  • se comprende porqué como estrategia se configura en ese poema el ideal andrógino para defender el derecho de las mujeres a conocer (Femenías);
  • en qué sentido el ocultismo ocupa un lugar central en la construcción de ese ideal (Egan);
  • y de qué manera el ideal andrógino se conjuga con el impulso utópico (Franco).

Cada uno de los componentes -´ocultismo, androginia [23], impulso utópico y cf´- deambulaba aislado o en pares a lo largo de la bibliografía. Reunirlos permitió ajustar con mayor solidez la conexión cf / Sor Juana más allá de la especulación sobre las ´fuentes´.[24]

Hacia una definición génerica (gender / genre) del Sueño

En el apartado anterior trabajé con la licencia de argumentar a favor del Sueño a partir de postulados que, en muchos casos, responden a un recorrido más amplio por la obra de Sor Juana (aún cuando el Sueño y la Respuesta son centrales en la construcción de un ´espacio utópico´ que justifica el acceso de la mujer al conocimiento). Esta pequeña falla –todo entramado narrativo sufre de un punto ciego- tiene su primera instancia de reparación en una mayor concreción en lo que respecta al Sueño. A modo de transición, cierro esta “Primera Parte” evaluando el poema a la luz de una definición específica del género y espero dejar el camino allanado para en la “Segunda Parte” abocarme a leerlo específicamente desde la cf.

La clásica definición de Darko Suvin [1978] resulta adecuada a la hora de definir el Sueño como un poema de cf si consideramos la recontextualización de Cano en Intermitente recurrencia para la literatura en Hispanoamérica. Según Suvin, la cf plantea una hipótesis ficticia y la desarrolla con rigor científico con el fin de oponer un nuevo orden al conjunto de normas preestablecido. Lo ´nuevo´ (novum) provoca el extrañamiento cognitivo al cuestionar en términos ficcionales la configuración de la realidad empírica (Cano 15-16). Carl Freedman, continuador de Suvin, sugiere ampliar el alcance de la idea de cognición. Lo cognitivo excede lo científico en el sentido moderno (18). La cf busca generar un efecto (cfr. Barthes) de extrañamiento. La teología, la psicología, la filosofía, la medicina, el hermetismo, el neoescolaticismo, etc., podrían formar parte de la cognición.

Cano parte de Suvin y propone tres rasgos específicos de la cf vernácula (25-73). El tercero es el uso de ´la analogía temporal´. Los autores latinoamericanos –el Sueño no es la excepción- han preferido un tiempo presente antes que la remisión al pasado o al futuro dentro del universo ficcional. El primer rasgo –“empleo de un discurso que intenta reconstruir, imitar o parodiar las características… aceptadas como propias del discurso científico”- se aplica a un poema que compendia los saberes al alcance de la sociedad novohispana. El segundo rasgo –una “actitud crítica dirigida… a la evaluación de los proyectos o procedimientos científicos”- parece el más adecuado para determinar la singularidad del Sueño. En la América hispánica esa actitud estuvo históricamente asociada al cuestionamiento de ´trasplantes´ de paradigmas foráneos (científicos y no) a la realidad local.

En el Sueño no se critica el uso de un corpus determinado de saberes -tendría que haber sido abiertamente ´hereje´. El ´efecto de extrañamiento´ surge, en principio, de aspectos formales (su complejidad sintáctica y secuencial) y de contenido (las infinitas referencias hermético-mitológicas), pero se materializa en un ´nuevo orden´ nacido de una hipótesis desestabilizadora: cómo sería una sociedad en la que, además de hombres dominantes y mujeres dominadas, existiera otra categoría de sujeto cognoscente, el andrógino. Lo ´nuevo´ (novum) es discutir la potestad de saber, pensar y escribir en base a esa hipótesis: ¿quiénes tienen el poder, por qué y cómo se podría poner eso en entredicho? [25] La tradición hermética, un corpus de conocimiento permeable a “otras interpretaciones”, es el elemento cognitivo que sin levantar excesivas sospechas habilita la construcción de un “espacio utópico” en el que pueda desarrollarse el sujeto andrógino que garantice a hombres y mujeres acceder al saber. El Sueño, entonces, evidencia la interacción dialéctica entre cf (genre) y perspectiva de gender tal como en muchas de otras narrativas de cf posteriores. [26]

Segunda Parte

Professor O´Blivion: – “The battle for the mind of North America will be fought in the video arena, the Videodrome. The television screen is the retina of the mind’s eye. Therefore the screen is part of the physical structure of the brain… Therefore, television is reality and reality is less than television.”

Videodrome (1983), David Cronenberg

En la “Primera parte” cobró especial importancia la tradición hermética en la lectura del Sueño como poema de cf en razón de su incidencia en la construcción de un “espacio utópico” que habilita a hombres y mujeres por igual para acceder al conocimiento. En esta “Segunda Parte”, sin dejar de lado el ocultismo, indagaré mediante el funcionamiento de algunos tópicos genéricos en qué sentido es un poema de cf. Convertiré la ´ucronía´ (qué hubiera pasado si…) en ´historia´: el Sueño es un poema de cf y Sor Juana una escritora inscripta en el género. Me propongo relativizar la aserción habitual: el Sueño cuenta un viaje o ascenso del alma. A causa de cierta complejidad en la exposición –argumentar a favor de Sor Juana y de la cf requiere de torsiones- me parece necesario adelantar algunas conclusiones.

El conjunto de tópicos que utilizo para analizar el Sueño pertenece a la producción de cf cinematográfica de los últimos treinta años (cf barroca, neobarroca, posmoderna). El primer tópico (indiferenciación ´original/copia´) permite advertir que en el Sueño el alma no se libera totalmente del cuerpo sino que, por el contrario, lo toma como un inmóvil y ´artificioso´ teatro de operaciones en el que escenifica su viaje intelectual. En el poema las acciones ocurren en el interior de un cuerpo cyborg -que se relaciona con el ideal andrógino especificado en la “Primera parte”- pero que va aún más allá. El cuerpo posee una configuración maquínica interna tanto en sus funciones vitales como intelectuales. Hay, por un lado, un sistema mecánico que le permite al cuerpo seguir funcionando dormido y, por el otro, hay un sistema de percepción intelectual que se construye como si fuera una maquinaría fílmica de copia y de reproducción. A la realidad externa se accede mediante los simulacros generados por esa maquinaría óptica y proyectados en el interior del sujeto. Lo que leemos como el Sueño es el resultado de una puesta en escena en un espacio repleto de imágenes monstruosas que danzan, se articulan, ascienden y descienden. A medias arena circense, a medias campo de batalla, la lucha por el acceso al conocimiento sucede siempre en un interior de cuerpo cyborg inmóvil aunque por momentos creamos volar y llegar a las esferas superiores.

El Sueño y la ciencia-ficción barroca: real /virtual

La reapropiación de Rodríguez de la figura de la monja por medio de su ´pastorela virtual´ desactiva todo intento esencialista de reconstruir la existencia ´real´ de un sujeto. El par ´real / virtual´ (“Cualquier semejanza con la vida real es virtual”, afirma Rodríguez 1) reenvía el análisis hacia una categoría estética ineludible a la hora de hablar de la monja jerónima: el ´barroco´. Si en un plano meramente nominal se considera, por ejemplo, que Kepler -autor del Somnium astronomicum, un relato de proto-cf, origina lo que Severo Sarduy (55-83) denomina ´cosmología barroca´, ¿cuál sería la productividad para el caso Sor Juana de asociar su cf embrionaria con una filiación barroca?

Carlos Gamerro –quien se dedica a escritores rioplatenses contemporáneos- distingue entre ´escritura barroca´ (v. gr., Quevedo) y ´ficción barroca´ (v. gr., Cervantes). En la escritura el interés recae en el artificioso engarce de conceptos antes que en la remisión a un referente concreto. En la ficción el artificio surge no de la sintaxis ni del juego con los significantes sino de la indeterminación a nivel de la estructura narrativa que impide reconocer en qué plano se desenvuelve el personaje -si en el de su ´realidad´ o en la ficción dentro de la ficción. Gamerro analiza las ficciones barrocas de Borges, Bioy, Onetti, Cortázar, etc., y cierra el volumen con un Apéndice en el que recorre un subgénero de la ficción barroca: la “ciencia ficción barroca”. Casi exclusivamente cinematográfica, la cf barroca es un cúmulo de notas al pie a la obra del hiper-plagiado Philip Dick. [27] La cf de Dick plantea un tema barroco determinante en la posmodernidad: la disolución de la diferencia ´original / copia´.

En principio, mucho tiene que ver el Sueño con la escritura barroca y poco con la indeterminación ´original / copia´ y con la puesta en escena de esa disquisición ontológica. Sin embargo, si se consideran tópicos de la cf barroca reciente se puede entender en qué sentido el Sueño posee en ciernes rasgos del género. Al igual que con Holmberg y Gorriti, hay que operar retrospectivamente: desde la cf actual se realiza una arqueología del género en Sor Juana.

La barroca “linterna mágica”: natural combustible de la paranoia interpretativa

Antonio Domínguez Leiva en su artículo “El barroco cinematográfico” recorre la inextricable relación entre dos maquinarias de la representación: el cine, en tanto arte de masas, y el barroco, una estética de lo espectacular anclada en el siglo XVII (y con continuidad hasta el presente) que–como aquel- hizo del simulacro su producto predilecto. Los puntos de contacto son múltiples, pero existe un detalle fundamental sobre el origen barroco del cine. Con mayor o menor precisión hay consenso en que la “linterna mágica” es uno de los antecedentes directos del cinematógrafo. Ese artefacto barroco surge a mediados del siglo XVII y el inventor es un viejo conocido nuestro: Athanasius Kircher.[28] Sor Juana –lectora del jesuita- se refiere a la “linterna mágica” en el Sueño (verso 874). Podría remarcar que Sor Juana anticipa el desarrollo del cinematógrafo y, si no la primera, es una de las primeras en referirse al proto-cine de este lado del Atlántico. Pero lo interesante del asunto excede la cita de la novedad técnica. Para comprender su importancia, se debe contextualizar en qué circunstancias aparece la “linterna mágica” en el interior del poema.

Cronenberg I: cuerpo inmóvil / mente activa

Suspendan por un momento la incredulidad y convoquen a la memoria filmes de cf barroca. Aunque existen innumerables factores narrativos, en ese tipo de ficciones el mundo virtual, indiferenciado del mundo empírico, se sitúa en la psique de un individuo. Un ejemplo paradigmático para pensar la peculiaridad del Sueño es eXistenZ (1999) de David Cronenberg. En este film el mundo virtual es el de un videojuego. Una de las condiciones para participar de ese mundo, a posteriori indiscernible del real, es un cuerpo inmóvil que funciona como intermediario. Se accede a la realidad virtual a través de un bio-puerto al que se le conecta un ´cordón umbilical´. El ingreso a ese otro mundo requiere de una cuasi-igualdad de género: es necesario que el cordón penetre el bio-puerto, un orificio artificial, ubicado en la espalda del individuo a la altura de la cintura (las escenas de conexión no dejan dudas sobre ´la penetración´). El origen de la realidad virtual es una mujer. Allegra Geller, diseñadora del videojuego ´eXistenZ´, es caracterizada como una “diosa” que permite a los usuarios entrar en “trance”.[29] La divinidad virtual pasa mucho tiempo sola en un cuarto diseñando juegos, lo presenta al público en el interior de una iglesia y es víctima de un complot.[30] El mundo de Cronenberg parece la concreción del anhelado por Sor Juana. Las mujeres gobiernan, ahora, el acceso a un espacio deseado (de vida, de placer, de conocimiento) y si bien formar parte de la realidad virtual no supone una femenización de la psique, poder ingresar –invirtiendo la estrategia sorjuaniana- requiere de una androginización de los individuos marcados como hombres en su materialidad corporal. Tal vez de un modo menos evidente que en otros filmes (Videodrome, 1983; The Fly, 1986), Cronenberg trabaja en eXistenZ con la problemática del sujeto cyborg. En el Sueño (y en la Respuesta) el ideal andrógino justifica que una mujer, frente al universo masculinista, también pueda conocer. El andrógino –a través del cual Sor Juana discute la estructura binaria de la configuración de género (gender) en lo que respecta a ´poder conocer´ en el contexto virreinal- aparece representado en el poema por el sujeto que sueña en cuyo interior corporal cyborg se batalla por esa posibilidad. En el próximo apartado retomo la problemática del cuerpo.

¿En el Sueño se narra un ´viaje del alma´ o, como en eXistenZ, una actividad psíquica interior? Consideremos la síntesis comentada de Franco.

[El Sueño] suele leerse como el vuelo del… alma liberada de sus ataduras corpóreas gracias al sueño, como un intento de alcanzar el conocimiento absoluto del mundo mediante la visión panóptica (´platónica´) intuitiva; cuando esto fracasa, el alma intenta alcanzar el mismo fin mediante una progresión ordenada a través de las categorías aristotélicas. La segunda búsqueda se interrumpe porque el alma no puede comprender los fenómenos más sencillos de la naturaleza, aunque persiste su deseo de saber. Al llegar la luz del día y despertar el yo, el oscuro mundo interior de la fantasía incorpórea desaparece en esa luz diurna…(64)

La interpretación tradicional, basada en la escisión cuerpo / alma de raíz hermético-neoplatónica, sustenta las palabras de Franco. En el Sueño el cuerpo entra en letargo, el alma se libera y va hacia las altas esferas para llevar adelante su batalla epistemológica. Pero esta afirmación es correcta solo parcialmente. La tradición hermética muestra variantes narrativas que se alejan del tópico del ´vuelo del alma´. Garth Fowden cita el fragmento de un texto de mediados del siglo II d.C. (Cyranides) que evidencia, en el contexto de una discusión sobre la inmortalidad del alma, qué relación guarda esta con el cuerpo

But the soul is its own master; for when the body is at rest on its bed, the soul is reposing in its own place (in the air, that is to say), whence we received it; and it contemplates what it happening in other regions. And often, feeling affection for the body in which it dwells, it foretells good or ill years before it comes to pass –in what we call a dream. Then it returns to its own habitation and, waking it [the body] up, explains the dream. From this let it be clear to you that the soul is immortal and indestructible…(Fowden 88)

Dejando a un lado el contenido del sueño como “premonición”, el fragmento muestra semejanzas con el poema de Sor Juana. Se apela a la distinción micro / macrocosmos: el hombre dentro de la habitación, el alma dentro del cuerpo. Mientras el cuerpo inmóvil está en la cama, el alma descansa en el aire y contempla lo que sucede ´en otras regiones´. Pero el alma no sale de la habitación ni vuela. Sale del cuerpo, reposa sobre él y le comunica lo que ha visto. Lo que el alma ve, es el contenido del sueño. En ese fragmento el alma, “its own master”, mantiene contacto con el cuerpo, aunque funciona sin necesidad de él.

En el Sueño la acción ocurre en un continuum –entre las funciones vitales y la intelección- en el interior del sujeto dormido. El alma no asciende excepto a un extremo mental. El cuerpo dormido se convierte en el mejor estado para que el alma discurra con mayor libertad sobre cómo conocer y que pueda ver lo que durante la vigilia, por estar ocupada en asuntos terrenales, le es imposible. Paz, por lo demás un lúcido comentarista del poema, nunca resuelve si se trata de un viaje por el exterior o por el interior (470-472). Dice que el alma peregrina “por las esferas supralunares”, pero cita a Festugiére: “hablan [los autores] de éxtasis y de ascensión celeste, [pero] tienen clara conciencia de que… se trata de… un fenómeno psicológico…” (479). Paz, tal vez en aras de la simpleza, descuida una arista fundamental: el cuerpo está inmóvil, el viaje es interior.[31] Indaguemos estas dos aserciones.

Viaje por el interior del cuerpo cyborg: cuerpo mecánico / cerebro cinematográfico

En el Sueño, como en un film de cf contemporánea, las peripecias ocurren dentro del sujeto (aun cuando por momentos tengamos la sensación de recorrer el mundo empírico exterior). Los 975 versos del poema conforman un arco que va desde la llegada de la noche en el mundo y del sueño para el cuerpo hasta el triunfo del sol con el amanecer y el despertar del sujeto. Durante ese lapso se narran los avatares del alma por acceder al conocimiento. El contenido del viaje hizo correr –y con justicia- ríos de tinta y, es el eje del poema. No es mi interés repetirlos, sino detenerme en las transiciones vigilia / sueño y sueño / vigilia para ver cómo es y qué sucede en ese interior cyborg.

El arribo definitivo del sueño ocurre hacia el final del primer tercio del poema (versos 191-291). No se advierte una escisión tajante entre cuerpo y alma. El alma aparece “suspensa/ del exterior gobierno” (v. 191-192) “del todo separada/ no” (vv.197-198) de los “sosegados huesos” (v. 199). El cuerpo es “un cadáver con alma,/ muerto a la vida y a la muerte vivo” (v. 202-203) sustentado por el corazón, “reloj humano” (v. 205).[32] Las funciones vitales mínimas permiten que el cuerpo mantenga latente su fuerza para despertarse y, a la vez, le posibilitan al alma actuar. El sueño llega a través de una simbiosis química en el interior de un cuerpo inmóvil representado como una maquinaria: “vital volante” (v. 206), “arterial concierto” (v. 207), “respirante fuelle” (v. 212), “pulmón, que imán del viento es” (v. 213), “claro arcaduz blando” [“arcaduz”: caño o acueducto y también recipiente de metal] (v. 216) , “alambicó quilo el incesante/ calor” (v. 243-244), “científica [o centrífica] oficina” (v. 235), “templada hoguera” (v. 253), etc. Según Paz, esas referencias son parte de “un eco literario: la poesía del siglo XVII usó y abusó de las metáforas científicas…” (487). Me parece más factible considerar la imaginería alquímica. El verbo ´alambicar´, en la familia de palabras de ´alambique´, es una de las pruebas más notorias.[33] El hermetismo del que se nutrió Sor Juana justifica esa suposición. La tradición alquímica, en principio una actividad manual, pergeñó una imaginería en torno de la transmutación de los metales, su refinamiento en oro y plata, con el fin de simbolizar una purificación espiritual (Fowden 89-90).

En el Sueño el cuerpo es cyborg por el sistema digestivo mecánico-alquímico recién mencionado y también por la actividad desarrollada en la parte superior.[34] El estómago envía los humores destilados hacia el cerebro que le permiten a la “fantasía” formar “imágenes diversas” para mostrárselas al alma (vv. 234-265). La “fantasía”, como el Faro de Alejandría, un portento de la óptica, reproduce en su espejo los objetos más lejanos incluyendo las abstracciones[35]

así ella [la fantasía]… iba copiando/ las imágenes todas de las cosas,/ y el pincel invisible iba formando/ de mentales, sin luz, siempre vistosas/ colores, las figuras/ no sólo ya de todas las criaturas/ sublunares, mas aun también de aquéllas/ que intelectuales claras son estrellas,/ y en el modo posible/ que concebirse puede lo invisible,/ en sí, mañosa, las representaba/ y al Alma las mostraba. (El Sueño, vv. 280-91)

En ese ´cuerpo muerto en vida´, y con la asistencia de la “fantasía”, el alma emprende su “vuelo intelectual” (v. 301), un vuelo interior. [36] Sor Juana remarca que existe una sutil ligazón entre el alma “juzgándose casi dividida” (v. 297) y la “corporal cadena” (v. 299). El alma se eleva metafóricamente

…a la mental pirámide elevada/ donde –sin saber cómo- colocada/ el Alma se miró… pues su ambicioso anhelo,/ haciendo cumbre de su propio vuelo,/ en la más eminente/ la encumbró parte de su propia mente,/ de sí tan remontada, que creía/ que a otra nueva región de sí salía. (El Sueño, vv. 423-434).

El alma “casi” separada “creía que salía” hacia una nueva región, pero ha ascendido a la ´mental pirámide´.[37] En ese nuevo estadio de intelección puede ver con sus “intelectuales bellos ojos” (v. 441) “lo criado” (v. 445). Se conjugan la función de la “fantasía” y la del alma: “La luz con que la fantasía pinta las figuras mentales es la luz del alma racional: este es otro rasgo que Sor Juana comparte con los neoplatónicos, que atenuaron las diferencias entre la fantasía y el entendimiento.” (Paz 489). La “fantasía” copia y reproduce. Egan, quien a continuación habla del vuelo del alma, sugiere que en el Sueño “we can see, as in a videotape, the way the mind’s ´fantasía´ (fantasy, or imagination) forms ´imágenes diversas´ (diverse images) of the Cosmos and shows them to the soul” (41).

Ahora sí. En el interior de ese cuerpo proto-cyborg la mención de la “linterna mágica” pierde su carácter eventual. El invento de Kircher es mencionado hacia el final del Sueño. El cuerpo comienza a despertarse, el alma culmina su trasiego. El aparato de video que copia –la “fantasía/Faro”- es secundado por “la linterna mágica” en las cavidades del cerebro:

Y del cerebro, ya desocupado,/ las fantasmas huyeron/ y –como de vapor leve formadas-/ en fácil humo, en viento convertidas, su forma resolvieron./ Así linterna mágica, pintadas/ representa fingidas/ en la blanca pared varias figuras,/ de la sombra no menos ayudadas/ que de la luz: que en trémulos reflejos/ los competentes lejos/ guardando de la docta perspectiva, en sus ciertas mensuras/ de varias experiencias aprobadas,/ la sombra fugitiva,/ que en el mismo esplendor se desvanece,/ cuerpo finge formado,/ de todas dimensiones adornado, cuando aun ser superficie no merece. (El Sueño, vv. 868-886)

Sor Juana alienta la analogía de la linterna mágica con la factibilidad técnica del cinematógrafo en el interior del sujeto. Sobre una blanca pared (la pantalla) por medio de luces y sombras (el claro oscuro de la proyección) se representan con ´docta perspectiva´ (manteniendo la proporcionalidad renacentista) figuras que aparentan poseer las dimensiones de un ´cuerpo real´ cuando ni siquiera merecen ser superficie. Dentro del cerebro hay dos sistemas de copia y reproducción: el Faro y el dispositivo semejante a la “linterna mágica”. Estos mecanismos ópticos parecen explicar la necesidad de mantener activo el cuerpo. Se requiere de una mínima actividad corporal para conservar en la memoria lo que después es discurso.

Si mi lectura es aceptable, así como en eXistenZ la acción transcurre en la mente de los personajes (la narración sucede allí dentro), en el Sueño asistimos a una eventual filmación / proyección en el interior de la mente de un sujeto inmóvil. Esto deriva en una dificultad a la hora de interpretar. ¿Es posible diferenciar entre aquello que el alma ve o intuye y las “fantasmas” -las imágenes oníricas[38]– que se proyectan en el cerebro? ¿O en realidad la resultante del viaje intelectual se corresponde con lo que proyecta la “linterna mágica”? Según Paz (471) el “poema es demasiado arquitectónico y complejo para ser confundido con un ´sueño´…” Estoy de acuerdo. En apoyo de esta idea valdría recordar el pasaje del texto hermético citado por Fowden: lo que el alma ve en otras regiones mientras el cuerpo duerme es denominado ´sueño´ (“dream”). Y más aún, aunque en el Sueño existiera una distinción entre lo que se sueña y el viaje intelectual, abogaría por entender que en el final del poema “las fantasmas” que abandonan el cerebro no son el contenido de un sueño alternativo sino lo que el alma ve. El vocablo “fantasmas” está asociado -inclusive en términos etimológicos- a lo que percibe “la fantasía” (aunque en la tradición las “fantasmas” remitan a los sueños espurios). Además, se da una simetría de vocabulario entre el comienzo y el fin del sueño. El “vapor” (v. 870) utilizado para referirse a las imágenes que se disuelven en el despertar, se relaciona con los “vapores tan claros” (v. 256) que con la llegada del sueño le permiten a la “fantasía” funcionar. Esta servidora asiste a un alma que, cuando duda sobre cómo organizarse para conocer, apela a ´las categorías´ calificadas por la voz poética como “artificiosas” (v. 581) y “mentales fantasías” (v. 586).

En consecuencia, lo que consideramos como el núcleo del Sueño -pero puede extenderse al resto del poema- sería el producto de la captación de un gadget cinematográfico ´instalado´ en un sujeto en ese momento inmóvil. Al leer, estamos viendo lo que se proyecta en la cámara oscura. El poema en su conjunto es una sucesión de imágenes virtuales proyectadas en el cerebro del sujeto (de allí la importancia del cuerpo). Tal vez en eso resida su carácter barroco. Los fragmentos, las digresiones y las volutas narrativas remiten a un montaje cinematográfico no clásico. Simulacro barroco y simulacro cinematográfico se aúnan en el Sueño.

Cronenberg II. Un sueño virtual: monstruos, circo y televisión

Suponer para el Sueño un tópico de cf barroca -la disolución de la distinción original / copia- me permitió subrayar otro tópico concomitante: ´el viaje´ sucede en el interior de un cuerpo inmóvil, el alma racional discurre con lo que le facilita la fantasía y con la abstracción de lo que acopió en sus experiencias previas. Es complejo sostener que mientras leemos el Sueño no sabemos en qué nivel de la realidad transcurre la acción. El final “y yo despierta” restituye el mundo empírico al que por consenso se considera ´real´. Pero como antes indiqué, el devenir del Sueño confundió a comentaristas que descuidaron remarcar que la salida o elevación del alma era pura retórica.

En el poema se accede a la realidad empírica no por ´la visión a vuelo de…´, sino a través de la copia y de la proyección de un constante flujo y reflujo de imágenes en el interior de un sujeto. En ese discurrir cinematográfico se está siempre entre simulacros, entre “mentales fantasías”. Las imágenes alegóricas y simbólicas remiten sin cesar a imágenes previas y así ad infinitum. El arsenal alegórico-mitológico y las referencias a las categorías epistemológicas instalan una segunda realidad superpuesta a la eventual realidad empírica. El papel de la tradición hermética también en este caso es determinante. Sor Juana toma la concepción hermética de Kircher de ´la cadena del ser´ que estructura al mundo en un continuum (divinidad, ángel, hombre, animal, vegetal, mineral) y accede así a la realidad empírica mediante “el lenguaje simbólico de las cosas” (Franco 62). En el Sueño, la alegoría (cuyas imágenes nunca tienen una significación estable) cumple una doble función: “hacer visibles asuntos de fe… demasiado abstractos, y… ocultarle al vulgo ciertos temas, como lo hicieron los egipcios…” (Franco 61). Sor Juana pone en juego una forma distinta de comprender. El hermético sufre una especie de paranoia: ve en los símbolos de las cosas mensajes cifrados. Genera sentido con lo que ´el vulgo´ considera datos inconexos. La concepción de la ´cadena del ser´ desactiva la idea del vuelo y permite suponer que leemos el poema como si se tratara de un ascenso aunque permanecemos en el interior mental.[39] A continuación reformulo apenas la sinopsis del Sueño para especificar a qué puesta en escena asistimos cuando leemos:

Es de noche, un sujeto se dispone a dormir dentro de una habitación a oscuras. Su cuerpo cae bajo el sopor. El alma se libera de las tareas habituales y, ayudada por la fantasía, analiza a través de todas las cosas de qué manera se accede al conocimiento. Ve, copia y reproduce con sus intelectuales ojos ´videoformes´. Lo que se encuentra en la habitación -desde los libros (su contenido mitológico incorporado previamente, su materialidad concreta de objeto) pasando por las paredes hechas con algún mineral y las alimañas que la habitan, hasta el propio cuerpo- le es útil para discurrir por toda la cadena del ser. Cada cosa es símbolo de otra. En el recinto hay una ventana por la que entra luz no visible para los sentidos corporales, pero sí para el alma que reconoce su procedencia de los ámbitos superiores.[40] Semeja su complejo análisis un ascenso y un descenso. Cuando entra la luz diurna, el cuerpo despierta, el alma vuelve a lo cotidiano.

Esta síntesis hace innecesario suponer vuelo alguno. Todo lo que se requiere para indagar y analizar está al alcance de la mano o del gadget que registra. Esos ojos intelectuales pueden recorrer en giros sin abandonar completamente el cuerpo como si se tratara de un Faro. Esa virtualidad del mundo exterior construida en un sujeto cyborg con órganos intelectuales de percepción que funcionan como un mecanismo que registra, reaparece –con las variantes obvias- en otro film de cf posmoderna. El artífice, Cronenberg.

En Videodrome (1983) -recomendaría releer el epígrafe de esta “Segunda Parte”- conspiran dos fuerzas con el fin de obtener el dominio de la mente humana. Luchan en una ´arena´ virtual. Una fuerza conservadora busca aniquilar a quienes consumen pornografía por televisión filtrando en videos snuff (sexo más muerte real) un tumor maligno. La otra se propone la liberación de esa amenaza y está comandada por el profesor O´Blivion quien sólo existe en las mil horas de video (administradas por su hija) que dejó antes de morir. Él sostiene que el ser humano ha llegado a un estadio en el cual la pantalla de televisión se ha convertido “en la retina del ojo del alma” modificando el cerebro. La realidad generada por la televisión es superior a la realidad a secas.[41]

En Videodrome todo cuerpo es cyborg por su ´retina mental televisiva´, por su sometimiento a fuerzas tecnológicas o por su incipiente androginia.[42] Este film impulsa una reconsideración de la importancia del cuerpo. El cuerpo cyborg asediado por el fluir catódico es un ´dromo´, arena y campo de batalla en el que se lucha por la dominación del sujeto. En el Sueño, el cuerpo invadido por las copias del Faro y por las ´fantasmas´ de la linterna mágica es también un ´dromo´. En este caso, se trata de un escenario en el que se batalla por el derecho a conocer. Margo Glantz habla de circo (53). El camino “en busca del conocimiento [del Sueño], mediante ascensos y descensos, [es] un mester de cirquería y… hasta una teratología, la que se implica en el juego de las metamorfosis que sor Juana toma prestada de Ovidio.” El escenario del Sueño (el interior del sujeto) parece el espacio virtual de un circo. Se encuentran en él las atracciones más extrañas: un faro, una linterna mágica, una galería de monstruos y de seres metamorfoseados. Según Glantz la primera parte del Sueño “…apunta hacia un tratado de teratología construido por sor Juana… que parece volverse autorreferente” (57). La irrealidad de lo circense y del compendio freak ilusiona al lector con escapes, salidas, acrobacias y un vuelo. Más allá de las citas culteranas que parecen ponernos sobre la pista de una tradición intelectual sobria, el interior del ´dromo´ bulle como un circo romano. Con un tono diferente al de las extremas personalidades de Cronenberg, en el Sueño Sor Juana también invoca a personajes alegóricos monstruosamente metamorfoseados. [43] La galería de ´adorables perversos´ incluye al voyeur Acteón convertido en ciervo y descuartizado por espiar a Diana, a la incestuosa Nictimene quien –como Anaïs Nin- cumplió la fantasía de acostarse con su padre, a la deliciosa e insaciable Almone que unificaba en sus amantes sexo y muerte. Esta teratología es, por supuesto, consecuente con la imaginería de la cf. Sean presentadas como negativas o positivas, las transformaciones y las mutaciones hacia el interior de un texto de cf indican un nuevo tiempo. En Sor Juana, señalan la lucha por un tiempo que ha de venir.[44]

Inner space y ciencia-ficción barroca posmoderna

La cf barroca me ha permitido convertir en una aserción plausible que el Sueño es un poema de cf. Como ya señalé con Volek, es necesario andar con cuidado al proponer paradigmas teóricos para abordar la polisémica y esquiva Sor Juana. Por el afán de argumentar a mi favor pude haber incurrido en interpretaciones hiperbólicas o en ciertos misreadings. Las tentaciones de ´falsos amigos teóricos´ pululan por doquier. De todas formas, si la productividad textual surge de supuestos explicitados, la única condición es mantener la rigurosidad. En ese sentido, antes de avanzar hacia el final del escrito me interesaría atacar mi propio planteo.

La hipótesis del ´viaje interior´ no convierte per se al Sueño en un poema de cf. La literatura fantástica abundó en ficciones que situaron la acción en el plano mental en sustitución de la realidad empírica. Esto se advierte tanto en el romanticismo como en el fantástico producido a lo largo del siglo XX. Voy a poner un ejemplo no inocente.

En el relato “Las ruinas circulares” de El jardín de los senderos que se bifurcan (1941) [Ficciones (1944)] de Jorge Luis Borges, un hombre se propone soñar a otro desde cero, en su más mínimo detalle, e introducirlo en el mundo real. Ese hombre, un mago, utiliza los sueños para componerlo y se preocupa de ir poco a poco, órgano por órgano. Como resultado obtiene un ser “inhábil y rudo y elemental” como les sucedía a los demiurgos de las cosmogonías gnósticas (Borges, “Las ruinas circulares”, 453). En el final, el mago reconoce que él también es una apariencia y que es soñado por otro. Gamerro ubica a ese relato entre las ´ficciones barrocas´ borgeanas (45-46). Ahora bien, ¿a qué género pertenece “Las ruinas circulares”? Si la respuesta es a la “literatura fantástica”, entonces podría defenderme argumentando que fantástico y cf son configuraciones genéricas contiguas, y más aún, podría citar a Cano: “…la cf de Hispanoamérica se ha asimilado a la escritura de lo fantástico…” (55).[45] Pero esto echaría por tierra parte de lo construido hasta aquí. No existirían razones concretas para focalizar más en la cf que en el fantástico a la hora de leer el Sueño.

Supongamos que esa no es la respuesta. Progresivamente y con el transcurso de los años, se hizo cada vez más evidente que Borges no sólo se había interesado por ciertos tópicos de la cf, sino que además había reescrito textos de cf con recursos propios de otros géneros (Carlos Abraham). Cano (190-209) propone un marco más amplio: la cf en la literatura de Hispanoamérica después del modernismo fue obliterada. Su ejemplo capital, el cuento “El jardín de los senderos que se bifurcan” de Borges, se hace extensivo al resto del volumen homónimo. Varios de los relatos allí compilados trabajan con tópicos de cf reducidos a su mínima expresión. En “Las ruinas circulares”, dice Cano, el tópico de cf que subyace es la creación artificial de vida (208). A esa pertenencia genérica, le sumo que Borges compara lo que realiza el mago con la acción de los demiurgos en las cosmogonías gnósticas. Los gnósticos tuvieron acceso a los libros de la tradición hermética (Fowden 114). El interés por crear vida artificial es gnóstico y pertenece, además, a la rama alquímico-hermética de la concreción del ´homunculum´. Nadie ignora el lugar que ocupa en la imaginería borgeana la figura del ´golem´.[46] Mi tesis parece defendida: cf, ocultismo (alquimia), viaje interior (los sueños) y androginia (tema complejo en Borges, pero en todo caso su mago procrea unificando los roles madre / padre) van de la mano.

Y aunque resulte inverosímil, Borges con su invocación del tópico de ´vida artificial´ en un texto de cf ilumina un término alquímico utilizado por Sor Juana cuando cuenta cómo el ´alma´ retrae la atención al sentirse asombrada por la diversidad de objetos vistos:

…aun no sabía/ recobrarse a sí misma del espanto/ que portentoso había/ su discurso calmado,/ permitiéndole apenas / de un concepto confuso/ el informe embrión que, mal formado,/ inordinado caos retrataba/ de confusas especies que abrazaba… (El Sueño vv. 543-551) [énfasis añadido]

Como en el relato de Borges, en el poema el sujeto sueña en su interior la creación de un ´ser´ que culmina como un informe embrión. El mancebo del mago de las ruinas circulares no supera la categoría de simulacro (el anfiteatro circular en ruinas también es, de paso, un ´dromo´). El embrión de Sor Juana originado en el interior de un sujeto andrógino (ambos, embrión y androginia, tópoi alquímicos) no logra transformarse en hombre, es decir, no puede ser un pleno producto del entendimiento de todas las cosas.[47]

¿Borges y Sor Juana? Esta arbitraria e inesperada pareja me conduce hacia la parte final del escrito a la vez que me retrotrae a los ´falsos amigos teóricos´. La figura de Borges, cuya posmodernidad reconozco es por lo menos discutible, convierte en viable una lectura post– de Sor Juana. El factor común es la cf. Este género popular en su desarrollo mantuvo una estrecha relación con el posmodernismo. Para el caso de Borges, dicho género podría ser la clave que permitiera justamente explicar su carácter post-.[48] En lo que respecta a Sor Juana, y por razones obvias, es mayor el número de críticos que con cautela deslizan su eventual ´modernidad´ que los que abogan por asociarla con posturas posmodernas.[49] Aún así, hay datos indirectos a favor de esa lectura: la recepción de Sor Juana por Rodríguez; la conexión –ideal andrógino mediante- entre lo cyborg y la configuración maquínica del cuerpo en el barroco; las semejanzas tópicas entre el Sueño y los filmes de cf barroca que en términos de Domínguez Leiva es ´neobarroca´; y, en particular, a lo que me referiré ahora, la coincidencia entre el ´viaje interior´ en el Sueño y el giro en la cf a partir de la década del sesenta con la ´New Wave´.[50]

Contra el agotamiento en la producción de cf de las décadas anteriores, la New Wave registró los cambios sociales de los años sesenta: el uso ´espiritual´ de drogas, la búsqueda de una nueva trascendencia, la incidencia de la peculiar religiosidad ´new age´, etc. (Broderick 48-56). Una figura representativa para entender este giro es James G. Ballard.[51] Voy a tomar, sin embargo, un camino alternativo.

En 1965 el crítico norteamericano Leslie Fiedler da una conferencia –convertida, luego, en un artículo famoso, polémico y hoy bastante olvidado- con el título “The New Mutants”. Ese artículo tiene, entre otras, la virtud de ser uno de los primeros en usar el prefijo post– para designar “la nueva época” surgida a partir de los años sesenta y, por sobre todo, es uno de los que inauguran el abuso de la parafernalia de la cf (el ´mutantes´ del título) para decir que han llegado nuevos tiempos (veinte años después Haraway haría algo semejante con el cyborg). Su contenido es denso y lo analizo en otro escrito. Aquí me interesa un aspecto. Con cierto pesimismo Fiedler señala que el pasaje de la modernidad –asociada a la expansión territorial y económica iniciada en el Renacimiento con los viajes de exploración y conquista (el capitalismo)- a la posmodernidad puede detectarse en el fin del afán de acumulación. Lo que prima en este nuevo mundo de mutantes es desconexión (jóvenes sin interés en el trabajo ni en los estudios), drogas, dilución de la masculinidad, ausencia de una idea de progreso, culto a las personalidades esquizofrénicas

In any case, poets and junkies have been suggesting to us that the new world appropriate to the new men of the latter twentieth century is to be discovered only by the conquest of inner space: by an adventure of the spirit, an extension of psychic possibility, of which the flights into outer space -moonshots and expeditions to Mars- are precisely such unwitting metaphors and analogues as the voyages of exploration were of the earlier breakthrough into the Renaissance… (Fiedler)

Tomando como referente la obra de William Burroughs, en esa nueva época post– quedan de lado los viajes a la Luna y la conquista del espacio exterior (análogos a las naves españolas y portuguesas del siglo XVI) y se privilegia una indagación del “inner space”, de la vida interior, de la aventura del espíritu. Esta constatación de Fiedler antes que celebrar –su texto es riquísimo y contradictorio- critica la nueva época. Se refiere a los mutantes como a los nuevos irracionales, los nuevos bárbaros. Fiedler supone que en la década del sesenta han reaparecido fuerzas no-racionales de la mano de tradiciones religiosas que no provienen de Occidente o que estaban allí antes de la llegada de ´los blancos´.

The post-modernists are surely in some sense “mystics,” religious… but they are not Christians […] …his religion… claims to be derived from Tibet or Japan or the ceremonies of the Plains Indians, or is composed out of the non-Christian submythology… (Fiedler)

No hay una mención explícita al esoterismo, pero en el sincretismo caótico del ´new age´ todo habría de ser procesado. Esa nueva forma de espiritualidad que se manifiesta en una cf interesada por explorar el espacio interior del sujeto está asociada a corrientes religiosas que van contra la ortodoxia. Uno de los ataques –no programático- a la ortodoxia religiosa es la ambigüedad sexual de esos mutantes. En su artículo, Fiedler habla de nuevos tiempos, tan nuevos que hacen inimaginable que alguna vez se hubiera dado una conjunción semejante entre cf, discursos religiosos no ortodoxos, metamorfosis y mutaciones, identidades sexuales diversas y vida espiritual. Imposible. Un sueño.

Breve póslogo

La conspiración. En Jesusa Rodríguez, una forma de comprender desde la asediada Sor Juana parte de la sociedad actual. En Piglia –al complot se suma la paranoia- un delirio relacionado con el saber. Artefactos conspirativos y paranoicos como las películas de cf neobarroca, en especial las de Cronenberg, fueron útiles para pensar diversas instancias del Sueño. Las conspiraciones de Videodrome no pasaron desapercibidas a la escasa crítica que desde hace tiempo acepta tomarse en serio un film de cf para evaluar la compleja configuración del sistema social de estos últimos cuarenta años.[52] Fredric Jameson en La estética geopolítica afirma que “el cine de conspiración asesta una salvaje puñalada al corazón de todo esto”. Y con todo esto se refiere a la lógica inasible del capitalismo tardío: “…en la actividad conspiratoria las formas cambiantes del poder expresan la organización económica del capitalismo multinacional” (22).

Con apenas un año de diferencia Piglia (1991) y Jameson (1992) piensan las narrativas finiseculares por medio del par “conspiración / paranoia”. Coincide Jameson: “Nada se gana con estar convencido de la definitiva verosimilitud de ésta o aquella hipótesis conspiratorias; pero en el intento de aventurar hipótesis… se encuentra el principio de la sabiduría.” (23). En su análisis de Videodrome, a partir de las vicisitudes del protagonista Max, víctima, detective, victimario en recursivas conspiraciones, Jameson detecta de qué manera se desarrolla el ´ideologema´ de la “paranoia”. Se suceden desplazamientos estructurales en los que “los actores físicos sig[uen] siendo… ´los mismos´, mientras que sus funciones sustanciales cambian incesantemente debajo de ellos” (55). Así como Jameson entiende las narraciones conspirativo-paranoicas, he esbozado esta propuesta de crítica paranoica. El ´volver a contar´, basado en el mito cyborg (Haraway) y en las narrativas paranoico-conspirativas, permite leer Sor Juana desarmando el complot que llevó a que nunca se escribiera sobre ella como si fuera una autora de cf.

Por supuesto, cyborg, paranoia y conspiración están relacionados. El cyborg u organismo cibernético concreta la fantasía de un ser, a la vez humano y máquina, imposible de diferenciar de un ser humano biológico. Esta indeterminación conduce a la paranoia, tantas veces visitada en los relatos de cf, de ser dominados por entes no completamente humanos. La propuesta de Haraway a nivel identitario invierte la carga de la prueba. Todos somos cyborgs y el problema está en las narraciones estructuradas en base a binarismos que nos constituyen como sujetos: las ´víctimas´ del complot son quienes viven enmarcados en esas dualidades jerárquicas. La única manera de reconocerse cyborg es volver a contar la historia, renegar de los orígenes preestablecidos, aceptar la fluctuante hibridez y mantenerse ´paranoicos´ para no ser presas de narraciones esencialistas. Por el lado de la crítica paranoica, las pretensiones de invertir la carga de la prueba son más acotadas, pero tienen un objetivo semejante. Existen muchos más textos de cf de los que se aceptan. Junto a las particularidades genéricas del policial y del fantástico -en textos ficcionales y/o críticos- conviven en promiscua mezcla rasgos de cf. Y es en la mezcla, en el collage, en la suma de fragmentos donde la cf se define.[53] Sólo se harán evidentes esos retazos si se asume el riesgo de intentar re-narrarlos por medio de un paradigma crítico que permanezca alerta al más mínimo dato válido y utilizable. El error ocurrirá, en todo caso, si no se es capaz de reunir un número suficiente de datos, es decir, si no se es efectivamente paranoico.

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Notas:

[1] Agradezco la invitación, y las sugerencias, a Juan Carlos Toledano Redondo. Es factible su observación: detrás de “Zopilotea” aparece una referencia política hacia los “zapatistas”. Además, me gustaría mencionar la atenta lectura de Luis C. Cano. De su lateral referencia al ocultismo en Sor Juana surgió la posibilidad de este análisis.

[2] El capítulo sexto –“De la excepcionalidad a la impostura: Sor Juana Inés de la Cruz ante la crítica (1700- 1950)”- de Perelmuter (Los límites de la femineidad en Sor Juana) otorga una mirada integral sobre lo que se ha especulado en torno de esa rara avis. Una de las más habituales es qué hubiera pasado si Sor Juana hubiera vivido en el siglo XIX, XX, etc. Mi sugerencia ucrónica se distancia de ese conglomerado de suposiciones inversas.

[3] En la ´pastorela virtual´ no se menciona Primero sueño. Rodríguez complementa su tarea artística realizando una performance teatral no tradicional del poema con los 975 versos como texto.

[4] En este artículo, extenso a pesar de intentar un planteo acotado, no habrá lugar para revisar desde la cf el texto que Octavio Paz (538) denomina la ´versión en prosa´ del Sueño: la Respuesta a Sor Filotea [la Respuesta] (publicada en 1700). Ver nota 45.

[5] Sigo esa discusión con más de una década de existencia a través de una reactualización en la revista Katatay por medio del artículo de Emil Volek “Trabajo crítico y metáforas barrocas”.

[6] En su análisis de Sor Juana en Almoloya, Amalia Gladhart (6) establece que “Haraway’s suggestive image of the cyborg -part human, part machine- might find an analog in Rodríguez’s Sor Juana…”.

[7] La grafía en castellano es ciborg: “ser formado por materia viva y dispositivos electrónicos” (Diccionario Real Academia Española). Surge de la imaginería de la cf. Sobre su etimología en conexión con el Sueño, ver nota 35.

[8] Este punto de vista no desestima trabajar con géneros concomitantes a la cf. No sostengo una pureza genérica.

[9] Este desarrollo continúa un planteo embrionario acerca de la paranoia aplicada a la re-narración desde la cf. Ver la sección final de mi artículo citado en la bibliografía.

[10] Para otra recensión, ver “Science Fiction Before the Genre” de Brian Stableford. En las secciones siguientes, siempre que sea posible, hablaré de cf en lugar de proto-cf por cuestiones de comodidad (o de pertinencia).

[11] Todo el volumen Arqueologías del futuro de Fredric Jameson es útil para pensar la relación utopía y cf, además de presentar en particular el análisis de la utopía de More como origen del género literario.

[12] Rivas tuvo problemas con el Santo Oficio a causa de su escrito. En el título de la obra aparece ´sizygya´, término de la tradición hermética (ver nota 27). Más adelante quedará en claro que lo que la ortodoxia católica tachaba de hereje -hermetismo, gnosticismo- era un corpus que apuntaba a la libertad de interpretación.

[13] El tema del hermetismo es amplio y ríspido. Recomiendo The Egyptian Hermes de Fowden. En lo que respecta a Sor Juana, una gran porción de la bibliografía se encarga de desandar ese tópico. Acerco una mínima definición: “…el Corpus Hermeticum, [es una] serie de textos recopilados entre el año 100 y 300 d.C. y… atribuidos a Hermes Trimegisto… donde se propone la salvación religiosa por medios místicos y no racionales que suelen apelar a procesos de síntesis de diversas polaridades…” (García, “Androginia” 259).

[14] Pablo Crash Solomonoff (17) duda si Holmberg practicaba o no el espiritismo, pero señala el uso en sus ficciones. El término ´fantasía´ y no ´ciencia´ junto a espiritista marcaría cierto distanciamiento. Tiene otra entidad ´fantasía´ en Sor Juana. Volveré sobre esto en la “Segunda parte”.

[15] Me permito un excursus: “Textos en los que desde el pasado late silente el futuro”. La tríada ´Sor Juana, ocultismo, cf´ permite releer el canon de la cf hispanoamericana. Abandono, por un momento, el ocultismo para referirme a dos textos que rozan la cf y que ´se comprenden mejor´ si se supone que Sor Juana y cf van de la mano.

En 1963 la escritora chilena Elena Aldunate publica “Juana y la cibernética”. El relato anclado en el presente trabaja con un tópico de la cf: la rebelión de las máquinas. En realidad, no hay tal rebelión sino la fantasía que el poder mecánico despierta en Juana, la protagonista -una obrera con un trabajo alienante- quien un viernes, en vísperas de Año Nuevo, se queda encerrada en la fábrica. Juana es virgen. La soledad del encierro y su propia soledad en la vida la conducen al deseo irrefrenable de acoplarse a una máquina cuyo émbolo enloquecido la posee con la fuerza de un ´superhombre´. La alienación reside en fantasear que la fuerza implacable y mortal del metal la liberará. Detrás de ese amor maquínico emerge una identidad cyborg. Su amor / muerte escenifica los efectos destructivos de la sociedad capitalista patriarcal que dispone del cuerpo de la mujer mediante la violencia. Este análisis esquemático podría extenderse, pero me gustaría resaltar otros aspectos. No parece muy complicado atisbar detrás de la protagonista una referencia a la figura de Sor Juana y no sólo por el nombre: “…de todas sus compañeras de trabajo, venía a sucederle a ella ese percance idiota. A ella… que vivía sola. A ella, que en sus cuarenta y cuatro años no conociera el amor… […] Ella, una mujer no demasiado religiosa, sin tantos prejuicios, no tan fea…, no sabía físicamente lo que era un hombre…” (Aldunate 21). La Juana de Aldunate posee características –es linda, es poco religiosa, es célibe (en otro momento, después de bañarse, se recoge su “corto cabello” en la nuca)- que podrían coincidir con algunos rasgos de Sor Juana (amén del celibato). E incluso hay un dato significativo. Más allá de las dudas sobre la fecha de nacimiento de la mexicana, si se acepta 1651, muere ella aproximadamente con 44 años -la misma edad que Juana la cibernética tenía al momento de entregarse a la máquina. Como la de Aldunate, Juana de Asbaje finaliza sus días bajo el poder de una poderosa maquinaria.

En 1998 el escritor argentino César Aira publica una novela con un leve tono de cf titulada (apenas una particular coincidencia) El Sueño. La acción transcurre alrededor de un convento de monjas donde se prepara una conspiración. La trama presenta algunas otras pistas que permiten fantasear con un homenaje muy al estilo Aira a la figura de Sor Juana: la muerte por epidemia de decenas de personas (las monjas prestan un lugar para velarlas), las monjas como robots travestidos con hábitos, etc. Y como dato sorprendente, la última página del texto indica que la novela se terminó de escribir el 24 de abril de 1995, trescientos años y una semana después de la muerte de la monja jerónima. (Sobre la androginia en Aira, ver Mariano García, Degeneraciones textuales).

[16] El género es “una forma de los modos posibles de atribución a los individuos de aquellas propiedades y funciones que aparecen –imaginariamente- como dependientes de la diferencia sexual. Esta forma es siempre relacional y se refiere a relaciones entre acciones o prácticas que devendrán masculinas o femeninas según los modos históricos y culturales. En este sentido, debe entenderse al género como un conjunto entrecruzado de prácticas (lingüísticas, figurativas, raciales, sexuales, de clase, de edad, etc.) que producen mujeres y varones.” (Margarita Roulet 71-72).

[17] El sujeto andrógino legitima la acción de la mujer borrando las determinaciones materiales del cuerpo femenino. Es el límite del ´feminismo´ de Sor Juana. (Femenías 13).

[18] Franco titula rondando la cf. El volumen se denomina plotting women (´las conspiradoras´) y su artículo Sor Juana explora el espacio. Es sintomático que cuando se refiera a las escritoras místicas, Franco indague su producción comparándolas con la literatura fantástica, pero cuando aborda Sor Juana no considera viable remitirse a la cf.

[19] Sobre la relación entre “Filosofía y feminismo en Sor Juana…” ver el artículo de María Isabel Santa Cruz.

[20] Franco especifica que Kircher no introducía ideas herejes, las compendiaba para su análisis.

[21] Menos ´Sor Juana´, por razones obvias, el resto de los elementos participan de un ícono de la cf creado a partir de disjecta membra: a) ocultismo (Agrippa, Paracelso, Alberto Magno), b) androginia y c) cf se fusionan en Frankenstein de Mary Shelley (1818). En la “Segunda Parte” me refiero a la creación de vida artificial.

[22] En cuanto a la cf argentina, Cano y García (“Androginia”) van por carriles paralelos. Si se los cruza, el resultado es interesante. Para Cano, Gorriti y Holmberg inauguran la cf. Según García, esos autores introducen los primeros personajes andróginos en la literatura argentina. Si bien los textos literarios de referencia no siempre coinciden, la correspondencia es significativa. El factor común para la androginia y la cf es el ocultismo.

[23] Ver Helen Merrick, “Gender in Science Fiction”.

[24] Para una mirada tradicional sobre ´fuentes´, ver Georgina Sabat de Rivers “El Sueño…: tradiciones literarias y originalidad”.

[25] Jameson remarca con insistencia que el futuro en la cf no anticipa sino que ´des-familiariza´ el presente cultural.

[26] Que Sor Juana sea la ´primera´ es importante. Algunos corolarios: a) la cf Hispanoamericana comienza con una mujer b) esto retrotrae los inicios de historias y cronologías por lo menos un siglo, c) dos características de esa primera obra: i- es poesía, ii- en primera persona, d) no comparte el género (genre), pero sí el “yo que cuenta” con el clásico inaugural de la cf en inglés: Frankenstein, f) la escritura femenina parece impulsar la perspectiva de gender hacia el interior del género, g) no es un rasgo distintivo de la cf, aún así propondría la perspectiva de gender como una manera de graduar la cf en un arco que va desde una cf anti-esencialista a otra más conservadora con una zona de grises que combina ambas instancias, h) en esa zona de grises se pueden presentar ataques a la oposición binaria “nosotros/otros” (buenos/malos, capitalistas/no-capitalistas, cultos/incultos, etc.) y dejar intacta la configuración de género o, como en el Sueño, socavar esa configuración sin una crítica explícita y abierta al sistema.

[27] Philip Dick se interesó por el hermetismo, el gnosticismo, etc. En América Latina, además de Rubén Darío y de Leopoldo Lugones entre otros (Cano 90 y ss.), el uruguayo Levrero mixtura cf con parapsicología (Martínez). El ocultismo vía Sor Juana tal vez no modifique su hipótesis, pero le permitiría a Martínez sumar a la línea argumentativa de Dick una nueva línea latinoamericana. Por otro lado, acerca del interés de Dick por el hermetismo y el gnosticismo recomiendo Idios Kosmos de Capanna. Hasta tal punto llega esa confluencia que –producto probablemente del azar- Capanna (Idios Kosmos 96) cita una carta en la que Dick se autodenomina la mitad de un ´sizygya´, término hermético que designa la pareja macho / hembra (andrógina) que ´engendra´. Ese término aparece en el título del texto ya citado de Rivas (ver nota 12).

[28] Domínguez Leiva (1023) y Roman Gubern (14-15) lo dan como el inventor de la linterna mágica. Es un dato de la tradición no confirmado. Kircher podría ser solo el divulgador.

[29] El ingreso a lo virtual construido como si fuera un viaje causado por una droga pesada es otro de los subtextos del film. En el Sueño, el dormir está asociado al uso de drogas naturales: “natural beleño” (v. 868). Galeno representa a quien compone remedios con “mortífero veneno” (v. 521) y consigue una “admirable triaca” (v. 538). El término triaca alude a un antídoto basado en el opio.

[30] En la parte final del film, el juego que se testea en la realidad empírica es Trascendenz, diseñado por un hombre (´eXistenZ´ forma parte de él). Allegra participa de un complot realista para matar a quien afecta a la humanidad. La última línea de diálogo deja irresuelto si Trascendenz es “real” o si se trata de un juego dentro de otro.

[31] Cuerpo cyborg inmóvil, viaje interior, cf barroca aparecen en el segundo film de Duncan Jones, Source Code (2011), de dudoso casting y de pésima trama terrorista. A su favor tiene el uso de un dato científico que funcionaría en Sor Juana: el cerebro, aún después de muerto el cuerpo, percibe y registra. Su primer film, Moon (2009), complementa con (pseudo) viaje astronómico el arco que va desde el outer space al inner space.

[32] Javier Lorca (67-73) señala la relación en la imaginería de los siglos XVII y XVIII entre el cuerpo humano como máquina que funciona por sí misma (´autómata´) y la consideración del reloj como un ´mecanismo de mecanismos´ (que a su vez permitía pensar la figura del demiurgo, frente a la máquina del mundo, como la de un relojero).

[33] En la parte final del poema se menciona el “natural vaso” (v. 843) como sucedáneo del alambique. Sobre la filiación alquímica de vaso (ver nota 47).

[34] Esta configuración podría explicarse con la imaginería barroca del cuerpo y del mundo como ´máquina´ y hasta podría remitir a la ´monodología´ de Leibniz con su analogía mecánica de la comunicación cuerpo / alma. Sor Juana repite incesantemente que el mundo es una maquinaria (El Sueño, v. 165, v. 471, vv. 770-780, etc.) (ver nota 32). Por otro lado, personifica la Tierra a la que presenta repleta de “senos” (El Sueño, v. 91. V. 97, v. 628, v. 716) como si afianzara la idea de la Madre Naturaleza (ver nota 47). Estas feminización de la Tierra se clausura con la aparición de la bella, atrevida, exultante y guerrera Aurora, una andrógina amazona que lucha contra la noche. Para las amazonas y la androginia en Sor Juana, ver Egan (31 y ss.). En el uso de esa andrógina figura mitológica, Egan advierte una anticipación posmoderna (ver nota 49). Aporto un dato lateral. Se menciona muy poco el señalamiento de Robert Graves (Los mitos griegos I, # 100.1, 405) quien apunta que la voz amazon no significa ´mujer sin un seno´. Amazon es una voz armenia que remite a sacerdotisas de la diosa luna. Las amazonas son, entonces, ´las mujeres luna´. No tiene el sentido ´procedentes de…´, pero entendido así el vocablo gana en riqueza semántica. ¿Hay film de cf relacionado? Sí. En un registro hiper-paródico, Amazon Women in the Moon (1987).

[35] Si nos remitimos a la etimología de ´cyborg´ emergen otros sentidos. Kybernétes (griego) significa “piloto de nave” (en latín, gubernator). En varios pasajes, Sor Juana se refiere al recorrido del Alma como navegación. En el primer fracaso por conocer, recoge la atención (´las velas´) pero no puede impedir que el barco se destroce contra la “mental orilla” (Sueño, vv. 540-580). El Alma, entonces, es un kybernétes. Esto se relaciona, además, con la función del Faro de Alejandría de reflejar las lejanas naves y disuelve desde otro punto de vista la idea del ´vuelo´. Yendo aún más lejos, la cibernética en un sentido moderno (la autorregulación de los sistemas mecánicos y/o animales) fue desarrollada a partir de las investigaciones de Norbert Wiener en los años cuarenta. En God & Golem,Inc. (1964) Wiener, entre otras cuestiones, sugiere una herencia mágica de la cibernética cuyo tradición se remonta a la idea cabalística del hombre jugando a ser Dios con la construcción de un autómata (golem) y cuyo antecedente intermedio es el autómata bautizado ´robot´ por el checo Čapek en R.U.R, obra de teatro de 1920. ¿Casualidades? Praga es el factor común para estas dos últimos ´criaturas´. Sobre el golem ver la mención posterior en Borges.

[36] La referencia es, nuevamente, la cf barroca. Tanto en la novela Ubik (1969) de Philip Dick como en su no reconocida versión cinematográfica Abre los ojos (1997) de Alejandro Amenábar (la sugerencia sobre la semejanza entre ambas ficciones es de Gamerro 201) los sujetos viven ´vidas reales´ por medio de un sistema que interviene y conserva sus cuerpos muertos mientras le transmiten una vida mental que es un sueño o una variante de él. Por supuesto que los objetivos –vamos a decirlo así- de los tres textos son diferentes, pero en su situación básica cuentan el discurrir de una mente en el interior de un cuerpo muerto o en el límite de estarlo.

[37] “No hay que olvidar… que el paisaje del poema es mental.” (Paz 491)

[38] El carácter onírico del cine es otro lugar común de la historia del arte.

[39] Dentro de la concepción de ´la cadena del ser´, el hombre como “bisagra engarzadora” (el Sueño, vv. 659) y “compendio que absoluto/ parece al Ángel, a la planta, al bruto” (el Sueño, vv. 692-693) también alienta a una hibridez cyborg.

[40] En base a la distinción micro / macrocosmos, la ventana que supongo para la habitación replica la existencia de los ojos intelectuales en la parte superior del sujeto.

[41] El afán redentor de padre e hija se materializa convirtiendo a Max, el protagonista, en un agente del bien y, sobre todo, ´salvando´ a parias afectados por la televisión. Esa tarea se desarrolla en “Cathodic Ray Mission”. En esta lucha por lo virtual, esa institución es una “mission” (misión) y su símbolo es un corazón rojo atravesado por un rayo catódico. Tal vez mera coincidencia, Cronenberg alude a la orden jesuítica a la que pertenecía Kircher.

[42] Quienes como Max ven las imágenes fatales de Videodrome, experimentan la transformación de su estómago en una gran vagina.

[43] A la recurrencia de personalidades raras [queer], habría que añadir el juego con los fluidos corporales en el interior del sujeto (recordar la mención coprofílica del “quilo”, v. 243). Este aspecto merece un mayor desarrollo. Por otro lado, ignoro en qué contexto Elías Trabulse prefigura esa conexión, pero sugiere y me interesa: “En Sor Juana encontramos –como Anaïs Nin lo notaba en sí misma- el cotidiano tornar… [etc.]” (citado por Perelmuter 9). Para una perspectiva de lo monstruoso aplicada a la Respuesta, ver Solodkow, “Mediaciones del yo y monstruosidad…”.

[44] Sobre la relación entre las figuras mitológicas y la construcción de una genealogía autorreferencial para defender su saber, ver Franco.

[45] Es una hipótesis que no puedo desarrollar aquí. Me gustaría reformular la propuesta de Paz -la Respuesta es la versión en prosa del Sueño– y decir: en términos génericos, la carta es la versión en clave fantástica del poema de cf.

[46] En Siete Noches (1980) Borges incluye dos textos que cruzan sus caminos: “La pesadilla” y “La cábala”.

[47] La mención en el verso 558 del “pequeño vaso” que no alcanza a contener todo lo visto, se une a la idea del embrión informe y remite también a la alquimia. En esta tradición, asociada a la minería, la Madre Tierra aparece como útero y/o vaso (vas) en el que se desarrolla el embrión mineral (la piedra preciosa). El crecimiento de la piedra tiene su correlación espiritual iniciática. Ver Eliade Herreros y alquimistas.

[48] Desarrollo esto en Lépori. Sobre la posmodernidad de Borges en relación con la cf, ver Cano.

[49] Sobre la ´actitud moderna´ en ciernes de Sor Juana, ver Paz (502-503), Femenías (11), Santa Cruz (161). Acerca de lo posmoderno, las menciones son menos evidentes al menos en la bibliografía consultada por mí. Egan (31) sugiere esa conexión. Ahora bien, y se trata de una apreciación que por el momento solo puede tener carácter de nota al pie hasta mejor análisis, podría aventurarse que una vez aceptada la cf como protocolo de lectura del Sueño los embates posmodernos son, si no deseables, esperables. Sor Juana usa la primera persona para la voz que enuncia en su poema de cf construyendo una subjetividad cuya contraparte es la autobiográfica Respuesta. Algunos críticos consideran que el género posmoderno “autoficción” (fabulación de sí) remonta sus orígenes a Luciano de Samosata, comúnmente citado entre los antecedentes de la cf (el personaje de sus aventuras fantásticas lleva el nombre ´Luciano´). Sobre Luciano, cf, autoficción y posmodernismo sigo la mención de Ignacio Lucia dedicado a analizar al escritor Raúl Damonte (Copi).

[50] Un film de cf –Innerspace (1987) de Joe Dante- permite detectar cuánto hay de cf germinal en aquel texto de fines del siglo XVII. Si bien es una parodia, en Innerspace el espectador comparte el punto de vista de un hombre que, miniaturizado en un experimento, recorre el interior de un cuerpo humano. Ese interior no es semejante al cuerpo que concebía Sor Juana por razones obvias, entre ellas, la de la circulación de la sangre.

[51] “La ciencia ficción debería olvidarse del espacio, de los viajes interestelares… Los mayores adelantos del futuro inmediato no tendrán lugar en la Luna ni en Marte sino en la Tierra, y es el espacio interior [del hombre], no el exterior, el que ha de explorarse.” (Ballard citado por Lorca 128).

[52] Mi afirmación se circunscribe a la Argentina por no tener el pulso de otros espacios de estudios literarios.

[53] Ver “Discontinuidades genéricas en la ciencia ficción: La nave estelar de Brian Aldiss” (Jameson, Arqueologías del futuro 303-317) para pensar en qué sentido el collage es intrínseco a la constitución del género.///

[Roberto Lépori]

El tenebroso paraíso que habitamos, según la ciencia ficción gnóstica de John Carpenter: Escape from L.A. [1996]

A tanta gente le disgusta el término o calificativo ´posmoderno´, que su uso es cada vez más esporádico. Este ostracismo poco tiene que ver con su pretendida vaguedad o falta de eficacia. Hacia 1986, en Después de la gran división, Andreas Huyssen sugería que “los cuatro fenómenos… de la cultura posmoderna” eran el imperialismo, las mujeres (el feminismo), la ecología y el encuentro con otras culturas (la diversidad como eje). Esta perspectiva expansiva que ponía el acento en discutir la dominación, aparece hoy borroneada por el apocalipsis neo-tecnológico cuyas raíces imperiales, de todos modos, son indisimulables. Destellos de esa discusión lanza la premonitoria Escape from L.A. [1996], película de ciencia ficción gnóstica que recrea la noche en la que la humanidad finalmente sufre una hecatombe sin retorno.

El éxito de Halloween [1978] parece haber forzado a John Carpenter [Carthage, 1948] a ocupar la celda del cine de terror, incluso contra la evidencia de una amplísima producción fílmica. Sus películas de ciencia ficción son buen ejemplo de esa valía ya que, en conjunto, montan una compleja maquinaria discursiva alrededor del poder y de la política, sostenida por una pulida estética de cine clase B.

   La película Escape from L.A., estrenada en 1996, subraya la mencionada complejidad oscilando, al igual que gran parte de la cultura de masas, entre posiciones conservadoras y miradas críticas, pero añadiéndole en este caso Carpenter un nuevo nudo al ambiguo lazo apocalíptico de su ciencia ficción.

   El film tiene sus orígenes en 1981 cuando Escape from New York pone en escena por primera vez al mítico Snake Plissken (Kurt Russell), personaje con parche en el ojo y serpiente tatuada en el abdomen, héroe de guerra contra el comunismo que había peleado en Leningrado y que luego de convertirse en el militar más joven en recibir una condecoración, la dilapida robando el Tesoro Nacional de los Estados Unidos.

   En aquella aventura de New York, Snake había tenido a su cargo rescatar al presidente. En esta nueva oportunidad, varios años después y con 27 crímenes sobre sus espaldas, recibe la orden de restituir a una díscola integrante de la familia presidencial.

   Estamos en el año 2013. La ciudad de Los Angeles es una isla amurallada que funciona como una prisión a la que son deportados por la policía militar todos los que no cumplan las normas vigentes: “No se fuma, no se bebe, no hay drogas, no hay mujeres a menos que estés casado. No hay armas, no hay lenguaje obsceno, no hay carnes rojas. La tierra de la libertad…”- remata un militar.

   El actual presidente de los Estados Unidos, mientras era candidato, había acusado a la ciudad por su violencia y su corrupción, refiriéndose al puño de Dios, a un nuevo Armagedón, a un castigo divino parecido al de Sodoma y Gomorra que caería sobre Los Angeles tal como sucedió el 23 de agosto de 2000 cuando un terremoto 9.6 en la escala de Richter la destruyó y aisló. Una vez cumplida la profecía, la constitución fue emendada, el cargo de presidente convertido en vitalicio y la capital fue trasladada de Washington DC a Lynchburg, el pueblo del primer mandatario.

   La orden que recibe entonces Snake en esta segunda vuelta por parte de los militares es ir hasta una derruida L.A. plagada de pandillas a recuperar un prototipo capaz de controlar la energía mundial y de desactivar “…un taxi en Buenos Aires, España entero…, el planeta por completo……enviándolo a la edad de piedra”.

   A cambio de la misión, Snake habría de quedar en libertad. En caso de rechazarla, moriría por el virus que le habían inoculado. “Diseñamos virus, Plissken. La ola del futuro. El virus Plutoxin Siete. Genéticamente desarrollado. Colapsa el sistema nervioso. 100% letal. Caerás. Sangrarás…”.

   Snake acepta, pero no parece impresionado. Nunca intenta contagiarle el virus a ningún enemigo ni se crispa sobre su suerte al oír, en el final de su aventura: “El virus Plutoxin Siete no te matará en diez horas, es mentira. Es otra propaganda del gobierno.”

   El mismo estado militarizado que controla la moral, los medios de comunicación y que requiere los servicios de alguien considerado un delincuente para resolver problemas de seguridad internos, dispone de la tecnología suficiente para desarrollar pretendidos virus letales así como también hologramas y entornos virtuales.

   La realidad virtual explica la desaparición del prototipo robado por Utopía, la joven hija del presidente, quien deprimida por la muerte de su hermana, crea un entorno ideal al que hackea y en el que se filtra Cuervo Jones, un revolucionario latinoamericano que la convence de robar el artefacto y de ser su novia. Los rastros de esa irrupción en el entorno les permiten a los funcionarios del gobierno descubrir la conjura.

  El objetivo de Cuervo Jones, miembro de Sendero Luminoso y líder de Justicia Mescalito, es invadir Estados Unidos, con cubanos, colombianos y brasileños como aliados. Con boina y barba, su apariencia es la de un Che Guevara con tonos pastel. Se desplaza por L.A. en un auto descapotable con una bola de boliche en su parte trasera.

   Al enfrentarse con Plissken intenta cazarlo usando un par de boleadoras. Su eslogan, repetido por Utopía, es que la invasión será ´el día cero de un nuevo mundo´. En el bando contrario, hablan de la ´venganza de una sociedad preindustrial´.

   Pero lo que claramente ha encallado en una etapa preindustrial es Hollywood. Los Angeles, afectada por la lluvia ácida y por los rayos UV de un sol que nunca vemos, muestra  aquí y allá las ruinas de Capital Records, de los estudios de la Universal, calles típicas destruidas como Mulholland Drive y Sunset Boulevard. En medio de ese desastre, una clínica al mando de un médico loco busca satisfacer el deseo de los adictos a las cirugías, monstruosos exponentes del desvencijado jet set hollywoodense.

   Si la industria del entretenimiento de L.A. ha perdido su fe, en los Estados Unidos la religión se impone sin matices. El presidente vitalicio es un falso profeta que cuando se siente en peligro se retira a orar. Utopía denomina al gobierno de su padre, ´teocracia corrupta´. La narración está en su conjunto sostenida por una estructura apocalíptica, entre la catástrofe natural y la hecatombe tecnológica. El sesgo religioso es en términos generales cristiano, con un residual hereje. Para una perspectiva amplia como la de Elvio Gandolfo, Carpenter sería un ´incrédulo eficaz´ que usa la religión como herramienta narrativa, aunque lo cree también un marxista a quien ´la caída de esta sociedad lo tendría sin cuidado´. (“John Carpenter: ser fiel a la historia”, El libro de los géneros, 2007, p. 259).

   Sea como fuere, el discurso y la imaginería religiosas son punto de apoyo para revisar la tensión en Escape from L.A. entre una mirada conservadora -no hay opción al imperio, ni revolución posible- y posiciones más abiertas.

   Grupos feministas habían criticado, al momento de su estreno en 1978, que en Halloween el personaje psicótico matara adolescentes mientras mantenían relaciones sexuales, salvándose únicamente la ´chica virgen´. Ese rasgo machista, con aires de moralina religiosa, se superpone a la recurrencia de que en la mayoría de sus películas el hombre es el que lleva la acción –es literalmente el protagonista- si bien, y la salvedad es muy importante, por lo general es una mujer la que lo guía hacia la resolución.

   En particular, Escape from L.A. pareciera estar a medio camino entre esa perspectiva masculinista y una aventura más potente y no tan bien recibida, como el matriarcado marciano que Carpenter recrea en el año 2176 en Ghosts of Mars [2001].

   Snake Plissken es igual a un macho del siglo XX -´se ve tan retro´, dice una militar, mientras otro acota ´¡oh, aquellos buenos viejos tiempos!´- pero como otros héroes carpenterianos es asexuado y su figura se aleja del imaginario de Hollywood.

   En Escape from L.A. uno de los únicos acercamientos potencialmente heterosexuales, acaba rápido y mal. Mientras recorre L.A., Snake se cruza con una joven que promete cuidarlo y leerle el futuro, y a la que él le presta poca atención. En un anticlímax preciso, apenas ella termina de contarle a Plissken que eligió vivir en L.A. porque ´la verdadera cárcel es el Imperio´, un pandillero (o revolucionario) la mata de un disparo. Con un comentario a destiempo Snake le susurra que esa ciudad es un ´paraíso oscuro´ [´dark paradise´].

   Esta rúbrica hereje sale de boca de Plissken, un innegable mesías de signo inverso. Su nombre –´snake´- y su tatuaje en el abdomen remiten a la tradición de los gnósticos ofitas (o naasenos) que consideraban a la serpiente -Satanás- un ser iluminado.

   El mesianismo muestra una de sus caras en la bacanal de despedida de la banda revolucionaria antes de la fallida invasión al continente. Plissken –que ha sido detenido por los guardias- es enviado a un estadio, o circo romano, a una muerte segura. Cuervo Jones, como Poncio Pilatos, le pregunta a la multitud qué hacer. La respuesta es obvia, y Snake se salva gracias a su habilidad y a un temblor de tierra.

   En la batalla final, el motivo mesiánico reaparece. Plissken derrota a Cuervo Jones y logra recuperar el prototipo atacándolo con una flota de parapentes -de nombre Santa Ana- que descienden como ángeles nocturnos lanzando fuego y alquitrán.

   El apoyo aéreo, fundamental para cumplir con éxito la misión la recibe -según la recurrencia antes mencionada- de una mujer que ha mutado.

   Hershe Las Palmas, conocido como Carjack Malone, era un viejo compañero que, como Judas, había traicionado a Snake Plissken mandándolo a la cárcel. Su cambio de nombre está asociado a su nueva identidad. Carjack no existe y sí Hershe, una transexual que lidera en L.A. una pandilla que quiere destruir a Cuervo Jones.

   En la escena de reencuentro para pactar la ayuda, Snake reconoce a Carjack / Hershe –representada por una actriz afro-americana- por su estereotipada voz masculina. Aun así, y para asegurarse de conocerla verdaderamente, le revisa con rapidez, prestancia y algo de morbo la entrepierna donde Carjack acostumbraba a guardar su arma de reserva.

   La relación Plissken / Hershe sintetiza la faceta hereje –gnóstica- por donde se filtra la esperanza de un nuevo vínculo entre dos fuerzas andróginas -una transexual femenina y un macho atípico- en una isla post-apocalíptica. En los aspectos restantes, reina el escepticismo. Snake sentenciará con la misma frase tanto su reencuentro con Hershe como la desconexión final: “mientras más cambian las cosas, más permanecen igual”.

   Plissken devuelve el prototipo. El presidente ordena emitir por cadena televisiva ´la solución final´, es decir, el apagón de los países que están a punto de invadir a los Estados Unidos. Pero el prototipo no funciona, es un artefacto que repite el audio de un ´mapa de las estrellas de Hollywood´. El presidente ordena fusilarlo delante de las cámaras. Las balas traspasan al holograma generado por el aparato que los militares le habían dado al propio Snake para escaparse de L.A. Escondido en las inmediaciones, el verdadero decide desconectarlo todo. Un militar a lo lejos se lamenta: “Presiona ese botón, y 500 años de valioso trabajo habrán terminado. Nuestra tecnología, nuestro estilo de vida, toda nuestra historia. Tendríamos que empezar todo de nuevo.”

   Plissken desestima la frase del funcionario e introduce la clave pretendidamente diabólica -666- desactivando el mundo y salvándole de paso la vida a Utopía atada a una silla eléctrica. Con un fósforo, lo que suponemos que es la mano de Snake enciende un cigarrillo ´American Spirit´ y alguien sopla. En la más absoluta oscuridad, una voz anuncia: ´Bienvenidxs a la raza humana´ [“Welcome to the human race”].

   Imposible saber quién emite –o registra- el anuncio del reseteo de la humanidad en ese inaudito punto cero sin tecnología activa. Sí podemos reconocer que con esa oscura fábula Carpenter nos recuerda una vez más que, desde hace siglos, una de las fuentes críticas más potentes de la ciencia ficción es la vertiente gnóstica.///

* La versión inicial del escrito es de 2010 y pueden descargarla aquí

Capanna y Aguer, Católicos y Aliens

{Nueva versión}

Conocía ´Contactos extraterrestres´ (1993) de Pablo Capanna por haber merodeado la saga filosófica del divulgador ítalo-argentino, una saga que era, en verdad, teológica.

La historia comienza con ´La Tecnarquía´ (1973), lejano libro dedicado a la civilización técnica, continúa con artículos sobre ecología que por la misma época aparecieron en la ´Revista Criterio´ y se extiende hasta ´Natura. Las derivas históricas´ (2016), artefacto pensado como volumen a partir de lo generado en los noventa por lo que Capanna suele denominar ´el librito sobre la New Age´. En mis apuntes para la reseña de ´Natura´ había anotado como título de aquel librito ´El mito de la nueva era´. Pero el dato no era exacta, ni en el título ni en la intención.

´Contactos extraterrestres´ es un pequeño libro con apenas 64 páginas. La tapa es verde con motivos y letras blancas y rojas. Editorial Claretiana coloca al libro de Pablo Capanna dentro de ´la serie Tercer Milenio dirigida por Monseñor Héctor Aguer, obispo Auxiliar de Buenos Aires´. En el pie de imprenta Aguer, el censor, da su ´nihil obstat´: ´nada obsta a la Fe y Moral católicas para su publicación´. El ´imprimatur´ recae en Monseñor Doctor Eduardo Mirás, vicario general del arzobispado de Buenos Aires.
La contratapa es un tercio verde y el resto toda blanca: “Frente a los múltiples planteos que presenta esta nueva corriente cultural denominada ´New Age´ o ´Era de Acuario´, es necesario poner en claro las ideas que exponen los seguidores de esta forma de ver la vida y, sobre todo, dar un enfoque cristiano crítico a la visión filosófica que estas sustentan. Con la presentación de esta colección ´Tercer Milenio´, dirigida por Mons. Héctor Aguer, se pretende desarrollar y a la vez esclarecer en sus distintas publicaciones, la perspectiva cristiana para esta cantidad de corrientes seudo religiosas apoyadas en estas ideas y que han llevado a numerosas personas por caminos verdaderamente peligrosos.”

Caminos peligrosos es casi como decir ´peligrosos como el comunismo´. En los años setenta los enemigos del catolicismo eran para Capanna los hippies y los nihilistas. Eso está en ´La Tecnarquía´. El volumen más contemporáneo -´Natura´- revisa esa posición y entonces los enemigos son los gnósticos o el gnosticismo, síntesis de todas las herejías.
Esa línea católica de interpretación sigue ´Contactos extraterrestres´: “En realidad –dice Capanna- el nuevo siglo ya ha comenzado en 1989, como sugiere acertadamente la encíclica Centesimus Annus. El último de los regímenes totalitarios, el que quiso convertirse en la Iglesia del Ateísmo, ha caído sin estrépito, sin que se produjera esa terrible guerra nuclear que temimos…” (p. 37-38) Cayeron los colectivismos pero se mantienen todavía en pie los esoterismos y entonces: “Al igual que los movimientos gnósticos de todos los tiempos [la New Age] niega la responsabilidad personal, pues sostiene que no hay mala voluntad en ninguno de los actos humanos, sino apenas ignorancia.” (p. 12)
Así entre una y otra instancia -con simplificaciones, generalizaciones y distorsiones- Capanna divulga la fe católica contra comunistas, anarquistas, socialistas y nazis (malvadas entelequias a las que el Vaticano nunca ayudó, por supuesto). Su torsión intelectual más allá del juego limpio, es impugnar los devaneos ocultistas no porque sean espurios, sino porque no comulgan con su grey.
Nada contra su ultracatolicismo militante. El problema es que la distorsión que provoca esa ortodoxia recae en la falacia de asociar ´gnosticismo / esoterismos / nueva era (era de acuario) / ovnis´ atravesando con la misma bala una filosofía y un producto de la cultura de masas. Además, por cierto esta distorsión afecta la fuerza de su tarea crítica centrada en la literatura de ciencia ficción.
Capanna conecta de modo subterráneo catolicismo y ciencia oficial. Sin responder a un desarrollo histórico más complejo, supone como único rasgo distintivo de la ciencia ficción al cientificismo y –contra toda evidencia- deja de lado a los esoterismos, no porque estos no tuvieran nada que hacer con la paraliteratura hereje, sino porque lisa y llanamente -como dije- niegan su fe. Capanna ataca ciego a un gnosticismo al que conoce mal, de segunda, tercera o cuarta mano y al que confunde varias veces con el hermetismo. Esto hiere su perspectiva histórica sobre la ciencia ficción. A esa limitación intelectual pueden encontrarla en el libro dedicado al gnóstico Philip Dick, Idios Kosmos (1991).

´Contactos extraterrestres´ es de mayo de 1993. El imprimatur le fue otorgado por el arzobispado porteño el año anterior, en 1992, un 28 de diciembre.

Tal vez las andanzas ultracatólicas de un crítico que fue pionero en el Río de la Plata en el interés por la ciencia ficción, respondan a un simple e inocente chiste.///

Del ‘informe embrión’ de Sor Juana al ‘elemental Adán’ de Borges.

Del informe embrión de Sor Juana al inhábil y rudo y elemental Adán de sueño de Borges o de cómo intuir la pervivencia en la literatura latinoamericana de la conjunción ciencia ficción / hermetismo [2012]

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En 1983 el poeta brasileño Régis Bonvicino incluye en su libro Sósia da Cópia un extraño suelto de tono periodístico -“Borges, também ficção?”- en el que le informa al lector que el escritor argentino es apenas un invento. Dos datos de esa noticia me interesan. El primero es que la invención nace de un complot orquestado por intelectuales argentinos que contratan a un actor italiano de segunda categoría para que sea la cara visible de los textos borgeanos. El segundo dato –los conspiradores construyen esa imagen autoral basándose en ´secretos masónicos´- recuerda la trama heterodoxa de la obra borgeana anudada con cábala, alquimia y gnosticismo. El ‘Borges’ de Bonvicino sería, en consecuencia, un personaje de ciencia ficción creado por conspiradores con rituales y conjuros herméticos.

La fusión ciencia ficción / hermetismo es una historia tres veces centenaria. El peregrinaje del hermetismo neoplatónico hacia la América colonial a partir del siglo XVII, mediante la obra del jesuita alemán Athanasius Kircher (1601/1602-1680), generó las condiciones intelectuales y culturales para los inicios latinoamericanos del género.

Esa visión hermética, mestizada con las cosmovisiones nativas, sustentó uno de los primeros textos de ciencia ficción en América Latina, el poema barroco Primero sueño (1685) de Sor Juana (¿1648/1651? – 1695), un laberinto de 975 versos construido como una silva, es decir, con estrofas de un número indefinido de versos que alternan siete y once sílabas, con rima perfecta. El poema narra la aventura nocturna del alma, encerrada en un ciborg-andrógino, que se proyecta hacia las profundidades espirituales e intelectuales, como si fuera un viaje al espacio exterior, con el fin de acceder al conocimiento universal.

El hermetismo incide en la ciencia ficción del poema con la imaginería del ascenso del alma que recubre al viaje intelectual nocturno; con los saberes estructurados mediante la ´gran cadena del ser´, un continuo que se extiende desde la divinidad a lo inanimado, entre cuyos eslabones se engarza el humano; con la mezcla de elementos orgánicos y de procesos maquínicos, conjuros, magias y técnicas que le dan al cuerpo ciborg de la durmiente, las condiciones para el ascenso, en un mundo barroco desdoblado; y con la tensión andrógina entre cuerpo (mujer) / alma (asexuada) –tensión explosiva durante la época de la colonia.

En el marco de la ortodoxia neo-escolástica implantada por los jesuitas, el hermetismo domesticado al que accede Sor Juana la coloca al límite de la herejía al tomar la figura del andrógino para cuestionar los privilegios masculinos en el acceso al conocimiento. El ataque contra la jerarquía eclesiástica sucede en Primero Sueño y en la carta autobiográfica, Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, la versión en prosa y, en clave de fantástico, del poema.

Durante siglos, innumerables autores conjugaron de distintas maneras hermetismo (androginia) y ciencia ficción. Las ficciones borgeanas -absolutamente distante del feminismo- se acercaron a esas discusiones al intentar pensar los intersticios de lo establecido. La filosofía política que se desprende de sus relatos es una trama ideológica cuya indeterminación disuelve la idea simplista de ‘Borges conservador’. Esto se advierte en su perspectiva cultural. Borges armó su narrativa hoy canónica revalorizando literaturas marginales, hasta el punto de escoger como material base dos discursividades herejes.

El interés de Borges por la ciencia ficción aparece temprano en su obra. Sin embargo, sus opiniones sobre el género -el uso de eufemismos como “imaginación razonada” (“Prólogo” a La muerte y su traje de Santiago Dabove, 1961)- y el consecuente respeto de la crítica, cristalizaron que su narrativa trabajaba con el fantástico (o con el policial). Con el paso del tiempo, su relación con la ciencia ficción se hizo más visible.

   Intermitente recurrencia (2006) es un claro ejemplo de relectura. Luis Cano toma “El jardín de senderos que se bifurcan”, cuento que para la tradición es un policial, y lo relee desde la ciencia ficción. Según Cano, idéntica revisión podría caberle al conjunto de El jardín de senderos que se bifurcan (Ficciones, 1944). Si en el “Prólogo” Borges habla de relatos fantásticos, acaso sea pura retórica. De los siete cuentos que componen el volumen, varios merodean la fusión ciencia ficción y hermetismo: “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, “La lotería en Babilonia”, “La biblioteca de Babel” y “Las ruinas circulares” –caso paradigmático del borramiento de la ciencia ficción por el fantástico entre los años veinte y sesenta del siglo XX en Hispanoamérica (Intermitente recurrencia, p. 55).

“Las ruinas circulares” cuenta la historia de un mago que quiere soñar a otro hombre, crearlo e introducirlo en el mundo real. El tópico ‘creación artificial de vida’ responde al homúnculo o golem de la tradición hermético-alquímica y es una imagen recurrente en la ficción científica. La procreación humana en el interior del mago se relaciona además con la transformación y el autoconocimiento propios de una práctica sagrada. La mención de la lengua “zend” sugiere que la acción transcurre en la Persia antigua, origen de esa doctrina demiúrgica que tiene ecos de gnosticismo y de hermetismo.

Los gnósticos son mencionados una vez en el relato. El mago intenta varias veces crear un ´ser´. Sueña un gran anfiteatro para escoger a los candidatos más calificados y falla. Opta por crearlo desde cero y no queda satisfecho porque se parecía a un Adán “inhábil y rudo y elemental” como las figuras concebidas por los demiurgos en las cosmogonías gnósticas. El mago intenta entonces resolver el problema invocando al dios Fuego a través del cual puede engañar para que todos crean que ese ´Adán elemental’ es humano. El final es aterrador. El fuego prueba que el mago que creía soñar y crear a otro, era sueño y creación de un tercero tan desconocido como el esquivo dios de los gnósticos.

“Las ruinas circulares” comparte con el poema de Sor Juana el núcleo narrativo de la creación de vida artificial fallida en el interior de un sueño, pero el fracaso de la práctica mágica tiene consecuencias diferentes.

En el poema de Sor Juana, la aventura intelectual de conocer ordenadamente provoca decepciones transitorias. El alma retrae la atención al sentirse apabullada por las entelequias y en su viaje alcanza apenas a concebir un ‘informe embrión’: “…aun no sabía/ recobrarse… del espanto/ que portentoso había/ su discurso calmado,/ permitiéndole apenas / de un concepto confuso/ el informe embrión que, mal formado,/ inordinado caos retrataba/ de confusas especies que abrazaba…” (Primero sueño, vv. 543-551). El fracaso parece transitorio porque en el futuro utópico anticipado por el ciborg, la mujer -codificada amazona, andrógina, guerrera- tendrá las mismas oportunidades que el hombre de estudiar, escribir, discutir.

En el cuento de Borges el fracaso de la procreación tiene una consecuencia distópica. En el futuro se hará más evidente la percepción de que la realidad es como la postulan aproximadamente los gnósticos, estructurada con diversos niveles de artificialidad. El gnosticismo cuestiona, dentro del texto de “Las ruinas circulares”, la categoría ´mundo empírico´ con la resultante de la paranoia para el mago. Y la paranoia es la cara solitaria de una moneda cuya contraparte colectiva es la conspiración.

El ´Borges´ de Bonvicino –como vimos- es un personaje de ciencia ficción que mezcla conspiración y secretos masónicos -en una continuación oblicua de “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”. Según la fuente apócrifa en la que se basa, esa criatura artificial parece obra de Víctor Frankenstein. En la perspectiva que seguimos aquí, el doctor Frankenstein es un errático demiurgo conocedor de los secretos alquímico-herméticos y que al igual que el mago de “Las ruinas circulares” quiere generar vida (el golem) sin participación femenina. Su autosuficiencia masculina producirá una ´cosa’ que será destructiva o mera ilusión.

Si pensamos esa conexión desde Sor Juana, advertimos contornos diferentes. La ciencia ficción del poema Primero sueño proyecta más de siglo después sobre la novela Frankenstein o el moderno Prometeo (1817) de Mary Shelley, rasgos como el ocultismo -Agrippa, Paracelso, Alberto Magno-, el gnosticismo, el “yo que cuenta” desde una escritura femenina, la androginia y la utopía fallida.

Por medio de estos rastros, la lección acaso quede ahora más clara. La fuerza creadora en la tradición gnóstica es obra de una pareja andrógina. Según esa cosmogonía, la divinidad   –el Intelecto- se desdobla en una entidad llamada Sophía (Sabiduría) de quien emanan las formas de este mundo infinito de astros. Frente al pesimismo paranoico de un individuo que, entre planos de irrealidad, quiere procrear aislado, la esperanza de la gnóstica Sor Juana que conspiró soñando un andrógino para que, en el laberinto barroco de un poema de ciencia ficción, luche por el acceso igualitario al conocimiento.

Siglos después de haberlo colocado en órbita mental, ese ciborg parece estar acercándose a encontrar la salida.///

Bibliografía

Bonvicino, Régis. “Borges, também ficção?” Sósia da Cópia [1983]. Primeiro tempo. São Paulo: Editora Perspectiva, 1995.
Borges, Jorge Luis. “Prólogo”. La muerte y su traje. Santiago Dabove. Buenos Aires, Editorial Alcándara, 1961.
Borges, Jorge Luis. “Prólogo”. El jardín de senderos que se bifurcan [1941]. Ficciones [1944]. Obras completas I. Buenos Aires: Emecé, 1993.
Borges, Jorge Luis. “Las ruinas circulares”. El jardín de senderos que se bifurcan [1941]. Ficciones [1944]. Obras completas I. Buenos Aires: Emecé, 1993.
Cano, Luis, Intermitente recurrencia. La ciencia ficción y el canon literario hispanoamericano. Buenos Aires, Corregidor, 2006.
De la Cruz, Sor Juana Inés. Primero sueño [El Sueño]. Obras completas I. Lírica personal. México, Fondo de Cultura Económica, 1995. [1685/1692] p. 411-439.//

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‘De Sor Juana, imperios caídos y otros sueños’ – Juan C. Toledano Redondo

«Introducción a la edición número 23, julio-agosto de 2011, de Istmo. Revista virtual de estudios literarios y culturales centroamericanos. [ISSN: 1535-2315] dedicada a la ciencia ficción centroamericana y caribeña»

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De Sor Juana, imperios caídos y otros sueños

Como explica Rachel Haywood Ferreira en “Back to the future: the expanding field of Latin American science fiction”: “Not only has there been a wave of publication in science fiction in the last two decades, but there has been an exponential increase in critical studies of the genre, particularly in the areas of bibliography and genre history.” (352).
Quizá no sea realmente oportuno escribir aquí un listado de los responsables de este incremento, pero valga citar algunos proyectos comunes en los que han colaborado muchos de los que trabajamos para que el género sea reconocido dentro y fuera del todopoderoso mercado norteamericano. Es por esta supremacía de la ciencia-ficción (cf) en inglés, que muchos de estos textos también han sido escritos en esta lengua.
Déjenme al menos citar a tres de los, a mi modo de ver, más importantes. El primero, publicado inicialmente en español en la revista Chasqui, y posteriormente en inglés, siete años después, en Science Fiction Studies (posiblemente la revista académica con más prestigio de los EE.UU.), es la “Chronology of Latin American science fiction, 1775-2005”, co-editada por Yolanda Molina Gavilán, Andrea Bell, Miguel Ángel Fernández Delgado, Elizabeth M. Ginway, Luis Pestarini, y un servidor. Y digo que es importante no porque yo fuese uno de los co-autores (que honestamente creo que llegué ahí de rebote), sino porque hasta su publicación entre el 2000 y el 2007, apenas si existía un listado comprehensivo de la cf en América Latina –y qué duda cabe de que ésta es aún incompleta–. A comienzos del nuevo milenio también se empieza a forjar la bio-bibliografía Latin American science fiction writers: an A-to-Z guide, coordinada y editada por Darrell B. Lockhart en el 2004. Y finalmente, y en el aspecto más creativo, se tradujo y publicó una colección de cf de autores de habla hispana en Cosmos Latinos: An Anthology of Science Fiction from Latin America and Spain, en el 2003, coordinada y editada de nuevo por Molina y Bell (y creo que hasta hoy es la única de este estilo).[1]
A este grupo, como dije arriba, se le podría sumar un gran número de artículos publicados en las revistas académicas más prestigiosas del género. Pero habría también que citar el esfuerzo de algunas editoriales académicas, donde destaca sin duda Wesleyan University Press, que con su colección Early classics of science fiction está dando cabida a títulos como The Emergence of Latin American Science Fiction de Haywood Ferreira (2011), el ya citado Cosmos Latinos: An Anthology of Science Fiction from Latin America and Spain, y de próxima aparición, una traducción al inglés de El anacronópete de Enrique Gaspar, obra que ha reabierto y cerrado el debate sobre qué autor noveló primero de una máquina del tiempo en el siglo XIX, siendo el diplomático y zarzuelista español el ganador, pues su obra fue publicada en Barcelona en 1887 y la de Wells en 1895.[2]
Además de estos desarrollos en el mundo anglo-sajón, la cf está tomando fuerza también en la investigación de algunos de nuestros países, aunque honestamente, este desarrollo va un poco más despacio. Si bien es cierto que siguen apareciendo volúmenes de crítica literaria,[3] el número de textos críticos publicados en España o América Latina sobre cf es realmente pequeño, máxime si se le compara con el publicado en los EE.UU. –que también es escaso ya de por sí.
Aparecen sí, colecciones de cuentos con estudios críticos en sus introducciones o prólogos, como es el caso de la colección mejicana Visiones periféricas editada en el 2001 por Miguel Ángel Fernández Delgado, la Antología de la ciencia-ficción española, 1982-2002 de Julián Díez en 2003, o la cubana Crónicas del mañana. 50 años de cuentos cubanos de ciencia ficción editada en el 2008 por Yoss, entre otras (no muchas).
Como explica Susana Sussman en su artículo sobre la cf venezolana publicado en este número de Istmo, ha sido la llegada de Internet la que “ha contribuido a hacer crecer exponencialmente la cantidad de personas comprometidas con lo fantástico” (8). El Internet ha abierto un espacio editorial, el virtual, a muchos textos que de otro modo seguirían en algún cajón esperando mejores tiempos para ver la luz. De nuevo Sussmann apunta que “[h]oy por hoy sobran las revistas virtuales dónde publicar y, más importante aún, dónde leer de manera gratuita cantidades ingentes de literatura fantástica contemporánea” (8) (ni que decir tiene que Istmo se acaba de unir con este número a ese grupo de espacios donde la cf tiene cabida). Algunas revistas a las que alude Sussmann son la revista virtual Axxón, con sus tres décadas de existencia, y la también virtual Alfa Eridiani, con una década publicando en línea. Una tercera, cubano-española, es miNatura, que lleva doce años en activo. Hay muchas más, como indica Sussmann, pero especialmente debemos de celebrar la aparición de otra: la revista académica Zanzalá. Estudos de Ficção Científica de Alfredo Suppia en Brasil, cuyo primer número apareció en junio del 2011. Zanzalá es la primera revista académica revisada por pares de América Latina y acepta trabajos nada menos que en cinco idiomas, entre ellos español. Quisiera apuntar que en el espacio virtual de los EE.UU. ya existe un proyecto (aún sin nombre) para crear la primera revista académica revisada por pares en español, portugués e inglés de los EE.UU., gracias al auspicio de la University of South Florida en su portal de revistas virtuales.
En este contexto del “regreso” de la cf latinoamericana, como lo tilda Haywood Ferreira, es donde estamos hoy. Cuando se inició el proyecto de publicar un número sobre la producción de cf en el Caribe Hispano y Centroamérica para Istmo, sabía que existían focos de alta producción como Cuba y Costa Rica, siendo Costa Rica un país donde la cf se ha desarrollado exponencialmente en la última década. Sin embargo, otros lugares aparecían baldíos, sobre todo si uno miraba a los textos de investigación citados anteriormente. Así, países como Honduras o Panamá, ni siquiera aparecen en el listado de la “Chronology of Latin American science fiction, 1775-2005” del 2007, Nicaragua tiene una entrada de 1959, mientras que otros como Guatemala, y El Salvador, aparecen con un pasado esperanzador, pero con un presente que no refleja ese pasado. Ni que decir tiene que en la “Chronology” no están todos los que son, pero indudablemente nos sirve de punto de partida testimonial e investigativo.
La propia Sussmann, tilda a la cf venezolana en su artículo en esta revista como “verdadero amor al arte”, y afirma: “Creo que la ciencia-ficción venezolana actual propiamente dicha tiene tres representantes, que son Jorge De Abreu, Ronald Delgado y quien escribe estas líneas.” (12). Igual pasa cuando miramos al Caribe insular y vemos que casi nadie en la República Dominicana se dedica de pleno al género, o que en Puerto Rico la cf cuenta con dos de las mejores novelas de los últimos tiempos, pero carece de un grupo de escritores conocido.
Déjenme detenerme un momento aquí, pues de hecho, las novelas Soulsaver, de James Stevens-Arce y Exquisito cadáver, de Rafael Acevedo muestran otro pasado esperanzador sin frutos presentes. Aunque Soulsaver apreció primero en 1998 con el título en español El salvador de almas, no se publicó como novela independiente hasta que fue editada en inglés en el 2000. Su aparición en español se debe a que ganó el primer premio UPC de Barcelona en 1997. Fue en realidad una traducción al castellano de Rafael Marín, pues fue presentada en inglés al concurso. Por su parte, Exquisito cadáver fue mención en el prestigioso Casa de la Américas del 2001. Así pues, ambos trabajos colocan el listón bien alto para la cf puertorriqueña. Apenas nada más. Raúl Aguiar, quien edita la revista virtual de pensamiento ciberpunk Qubit, dedicó en el 2008 el número 38 de la revista a la cf de la isla, editando algunos cuentos, pero para nada un movimiento de autores, aficionados y publicaciones como la de su propia Cuba. El artículo inicial del número, escrito por el poeta Manuel Clavell llama a la relación de Puerto Rico con la cf de “coqueteo”.
Y es que realmente Puerto Rico y la República Dominicana lo tienen difícil al compararse a una Cuba donde hay decenas de escritores y publicaciones desde la década de los sesenta, y que albergó el único premio nacional-estatal de cf del mundo hispano desde 1979 hasta 1990 (Premio David), dando lugar a una lista de autores que han alcanzado cierta fama nacional e internacional, como Daína Chaviano, Yoss, o Vladimir Hernández Pacín entre muchos otros (el propio Erick Mota, que publica en esta revista). Además en Cuba, la tan traída división entre hombres y mujeres en la cf ha quedado más bien diluida, ya que desde el principio fue un movimiento que aglutinó a hombres y mujeres. Como detalla el artículo de Raúl Aguiar en esta revista: “[…] parece innegable […] que la ciencia-ficción, como género literario, ha ido evolucionando con los años y ya no tiene, al menos en nuestro país, ese “estigma” de una literatura escrita sólo por hombres y centrada por ello en ciertas formas escriturales e intereses específicos. ” (13-14)
No hay que olvidar que el primer David lo gana Daína Chaviano, y el último Gina Picart en 1990, y que en los talleres de literatura de cf de los ochenta (y del presente) se aglutinaban hombres y mujeres por igual. La misma Chaviano apunta en la entrevista que aparece en esta revista que “[s]iempre me preguntan si me he sentido discriminada por esto o por aquello, en la vida o en la literatura, pero nunca ha sido así. Y tal vez si ha ocurrido, soy tan despistada que no me he dado cuenta […] lo cual supongo que es una bendición.” (3) La entrevista, realizada por el editor de miNatura, Ricardo Acevedo, responde a algunas ideas que investiga el mismo Aguiar en su cartografía.
Es también de Cuba que nos llega, en esta revista, una propuesta radical: “Escribir una nueva tendencia dentro del género apoyada en las dictaduras militares, las guerrillas de la izquierda, el misticismo asociado a la figura de los dictadores y el folklore único de estas tierras no sólo es tentador. Si se hace correctamente podría desarrollar una nueva corriente literaria y estética dentro de la ciencia-ficción moderna.” (14)
La propuesta es la del escritor y ensayista Erick Mota. En su artículo nos propone que la cf caribeña debe de dejar de imitar las formas estéticas de la literatura anglosajona –sobre todo del cyberpunk– para crear su propio ciberpunk, con i latina.
Otra propuesta radical es la del crítico argentino Roberto Lépori y su relectura del poema “Primero sueño” (1685) de la novohispana Sor Juana Inés de la Cruz a través de claves teóricas de la cf. Lépori hace un importante y profundo recorrido por las teorías que lo llevan a concluir que esta relectura no es tan arriesgada, dentro de lo que llama “ciencia ficción barroca”, y que nos permiten presentar a Sor Juana, quizá como la primera escritora de cf de América Latina.
¿Y qué hace un ensayo sobre Sor Juana en un número sobre cf del Caribe hispano y Centroamérica? Quizá se pregunte el lector. Lépori me convenció con el siguiente argumento: recordemos que Sor Juana no es “mejicana”, ya que Méjico aún no existe como nación, sino que es súbdita del Virreinato de Nueva España, novohispana pues, que incluye lo que hoy llamamos Centroamérica y el Caribe. Sin duda el ensayo más extenso de los presentados, quizá sea también el más intenso.
Sin ser menos importantes, nos llegan dos ensayos más sobre Costa Rica, que como indiqué arriba, ha crecido exponencialmente en la producción de cf y también en la crítica académica a ésta. Si bien hemos visto aparecer autores como Laura Quijano Vicenzi, Jessica Clark, Laura Casasa Núñez, Antonio Chamu, David Díaz Arias o Iván Molina Jiménez, la investigadora Verónica Ríos nos recuerda que la cf del país tiene precedentes en figuras como la de Carlos Gagini y su conocida novela anti-imperialista La caída del águila de 1920. Novela que utiliza la cf para adelantar el constante intervencionismo de los EE.UU. en América Latina a lo largo del siglo XX y como comentario crítico de un intervencionismo y conquista que ya había sido notorio durante el XIX. Este miedo al coloso del norte se mezcla además con los deseos del protagonista principal de mantener una distinción de lo hispánico frente a lo sajón –aunque a veces queda un tanto rancia– y un anhelo de mejorar Costa Rica a través de los criterios científicos de progreso imperantes a finales del XIX y comienzos del XX.
El ensayo de Ríos nos abre las puertas hacia la cf de una Costa Rica de hoy, en la que todos los autores del momento que nombré anteriormente, se unieron para compendiar la colección Posibles futuros. Cuentos de ciencia-ficción (2009) [4], dando lugar a una breve pero celebrada primera colección de seis autores del país, en un poco habitual mano a mano entre ellos y ellas.[5]
De este grupo, es destacable la labor del historiador Iván Molina como difusor del género en Costa Rica y fuera de ella. Es además el autor con más obras publicadas (tres colecciones de cuantos), y es a estos cuentos a los que David Díaz Arias dedica su ensayo en esta revista. Díaz repasa la obra de Molina para después centrarse en el tema de la nostalgia que recorre algunos de sus cuentos cuya temática es el viaje en el tiempo. Quisiera destacar que una característica que Díaz ve en los cuentos de Molina Jiménez es, a mi modo de ver, extrapolable a casi toda la cf de calidad en español, una literatura que “ […] pone énfasis en las relaciones sociales, las identidades, los encuentros, las experiencias y en los sentimientos de los personajes […] ”, en vez de ser “ […] una ciencia-ficción que se interesa por la caracterización de la tecnología futura […] ” (12). Como la de Molina Jiménez, la cf en español está, principalmente, “centrada en lo humano” (12).
Yo tengo poco más que decir. Aquí sigue el testimonio de estos escritores, críticos y ensayistas que han contribuido amablemente a este número 23 de la revista Istmo que he tenido el privilegio de dirigir. Como dice Roberto Lépori en su artículo sobre Sor Juana, “[s]uspendan por un momento la incredulidad […] ” (18) y abran los archivos que acompañan esta presentación. ¡Qué disfruten!

Notas

[1] Debe de notarse una inevitable aparición de la aportación de España en la cf en español en general. Primero por razones obvias de lenguaje, segundo por el peso editorial de España, que incluye también revistas y premios como el UPC de Barcelona, y tercero porque las revistas y foros de la cf en español no excluyen en función del origen, pero sí muchas veces, en función de la lengua, así las revistas que publican en español tienen habitualmente una variada representación nacional del mundo hispano. Separarlos puede ser práctico con fines metodológicos regionales o nacionales, pero es, a mi modo der ver, artificial y hasta problemático.
[2] Válganos de referencia al tema un artículo de El País y otro de la BBC que pueden hallar en la bibliografía (Andreu; Westcott).
[3] Como los de Gabriel Trujillo Muñoz, Biografías del futuro: la ciencia ficción mexicana y sus autores, y Ramón López Castro, Expedición a la ciencia ficción mexicana, publicados en el 2000 y el 2001 respectivamente; o las de Luis Cano, Intermitente recurrencia. La ciencia ficción y el canon literario hispanoamericano, y Pablo Capanna, Ciencia ficción. Utopía y mercado, ambos publicados en Buenos Aires en el 2006 y 2007 respectivamente.
[4] Hay más autores que han escrito cf en Costa Rica. Daniel Koon da una lista más completa en su sitio web.
[5] Véanse las críticas aparecidas en Axxón y en Cosmocápsula.

* Juan C. Toledano Redondo. Lewis & Clark College, Portland, Oregon, EE.UU. toledano@lclark.edu  //