Escritos Paranoicos / Polosecki – Sálmacis, 2024 – [Presentación de formato E-book, 329 páginas]

Nueva edición, año 2024, corregida y ampliada. Además de los escritos ya conocidos, esta edición incluye “Una traducción imposible”, un texto inédito referido a Polosecki, a su relación con un escritor argentino que se suicidó en medio del desprecio editorial y que hoy es de culto, y a las riesgosas batallas ideológicas de quien se aferra a la bandera heterodoxa. Luego de la imagen de tapa pueden encontrar, el texto de contratapa, el índice y finalmente un video descriptivo con más información.

CONTRATAPA: Los textos reunidos en Escritos Paranoicos / Polosecki, indagan, a partir de la figura de Gustavo Fabián Polosecki [1964-1996], la oscilación y la fusión entre paranoia, locura, anarquismo místico, revolución y el enigmático gesto final suicida. En sus últimos días en el Tigre, Fabián “…estaba muy insistente con el tema de concientizar para una revolución, pero no me sonaba a algo anarco, sino a algo organizado y sistémico…”- comentaba un amigo de Polo, con una particular perspectiva sobre ese objetivo revolucionario. Esta discusión –que está atravesada por el sentido común, la inconsistencia ideológica y las contradicciones- se replica de alguna manera en la biografía de periodistas locales heterodoxos como Enrique Symns a quien Polosecki admiraba, y Salvador Benesdra quien se suicida coincidentemente en 1996. Además de los seis textos recopilados, uno de ellos hasta este momento inédito, el volumen incluye la transcripción de artículos periodísticos con la firma de Polosecki, la lista de sus programas, sus premios, los homenajes y una bibliografía que abarca la producción surgida de la historia de vida de este ícono cibercultural disidente.

ÍNDICE

PRESENTACIÓN / p.  5

POLO MÍSTICO / p.  14

FABIÁN POLOSECKI, MÍSTICA Y ANARQUISMO / p.  32

POLOSECKI. A VEINTE AÑOS DEL SUICIDIO DE UN DISIDENTE / p. 92

EL FANTASMA / p.  108

POLOSECKI & SYMNS CONTRA ESTE SITIO INMUNDO / p.  214

UNA TRADUCCIÓN IMPOSIBLE / p. 226

TRANSCRIPCIONES DE ARTÍCULOS / p.  280

El zorro interminable   

Bob Dylan, Oh Mercy (Cbs)   

Se fue Highlander. ¿Qué quedó?   

ARCHIVO POLOSECKI / p.  287

Periodista / autor / p.  288

Ciclos televisivos / p. 292

Premios / p. 296 

Proyectos inconclusos / p. 296    

Ecos e influencia / p. 296 

Bibliografía / p. 305

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El día que Videla cuidó a Perón. Nora Veiras y Página/12 en clave orwelliana

La sintética entrada de Wikipedia dedicada a Nora Veiras, desconcierta. La persona que redacta esa biografía retrotrae sin pudor a marzo del año 2002 el inicio de la tarea como periodista de Veiras en Página/12, acentuando la impronta orwelliana del singular movimiento denominado peronismo.

   Nora Veiras trabaja en Página /12 desde el comienzo, ´desde los números cero´, le cuenta en una reciente entrevista a Marcela Soberano (El Planeta Urbano, 23/06/2023).

   De un modo simétrico, así como resulta arbitrario e incorrecto datar en 2002 el inicio de sus notas firmadas, parece arbitraria la recurrencia que se desprenden de sus apreciaciones sobre una figura odiada de la historia argentina. En esa entrevista para El Planeta Urbano, frente a la pregunta por la tapa de Página/12 que más le gusta o que más recuerda, Veiras responde: “¡Uf, hay muchas! La de Videla diciendo ´Nuestro peor momento llegó con los Kirchner´; con esa frase, el representante del mayor genocidio de la historia argentina marca la diferencia entre dos modelos.”

   Conservemos la idea de los dos modelos, y retrocedamos unos veintisiete años.

   El 7 de enero de 1996 –en las páginas 12 y 13 del diario, del que hoy es directora periodística- a través de los videos sobre historia argentina que Felipe Pigna y equipo preparaban en el colegio Carlos Pellegrini (Caba), Nora Veiras recupera la foto, la imagen, la anécdota que reunió alguna vez a Videla con Perón y con Evita.

   Dice Nora en 1996: “Evita vestida de fiesta, todavía sin el típico peinado con rodete en la nuca. Perón enfundado en un smoking. Rodeados por militares y civiles, la pareja entra a una velada en el Teatro Colón. Detrás, sobresale un custodio ocasional de la guardia de caballería: Jorge Rafael Videla. La imagen ilustra la portada de [el video] Historia Argentina 3: 1955-1976.”

   Según explica el profesor Pigna, refiriéndose al video número dos (y no al tres todavía en desarrollo), se inclinaron por esa imagen para la portada, porque situaba en una misma escena a los dos protagonistas del período 1955-1976.

   Para Pigna, Videla amenaza y no custodia –como debería- a la democracia, encarnada por el presidente Perón. Para Veiras, la foto del ´custodio ocasional´ señala una “casualidad histórica”, aunque –subrayo- la conexión es algo más que casual, y Veiras lo reconoce “…veintiséis años después de esa velada, Videla derrocaría a Isabel, quien ocupaba la presidencia tras la muerte de Perón.” Se trata en consecuencia de una causalidad histórica. La escena de hecho es presentada de modo paternalista y corporativo. Veiras –o quien editorializó la nota- fusiona en el título a Videla con Perón por medio del verbo ´cuidar´: Videla cuidó a Perón.

   La foto utilizada por el equipo de profesores de historia se remonta aproximadamente al año 1950. Pigna asegura que la imagen se encuentra en el Archivo General de La Nación, y que la conocieron a través del libro de Andrew Graham-Yooll, De Perón a Videla [1989].

   Pero más allá de su espectacularidad, el cruce entre ambos militares no fue único ni especial. Hubo otros encuentros.

   En 2018, en una nota en el diario La Nación, “El día que Perón conoció a Videla” (31/01/2018), Juan Manuel Trenado exhibe una foto de 1973 en la que se advierte a Perón y a Videla frente a frente como si se estuvieran saludando. En su intervención, Trenado ignora aquel encuentro de 1950, al tiempo que suma el testimonio ofrecido por el propio Videla a María Seoane y a Vicente Muleiro, afirmando haber conocido a Perón en el Colegio Militar a comienzos de los años cuarenta.  

   Tenemos entonces tres momentos hilvanados -1940-1942; 1950; 1973-, tres hitos de una historia de horror circular. Los primeros contactos visuales suceden a inicios de la década del cuarenta cuando Videla es un jovenzuelo y Perón ha regresado de su flirteo europeo con los aprontes de líderes aguerridos y fascinantes. En un segundo momento, Perón y Evita ya han puesto aquí, allá y en todas partes el quesito para facilitar ´la ruta de las ratas´ -según la perspectiva aliadófila- abriéndoles camino a los jerarcas y altos funcionarios nazis. En un tercer momento –primeros años de la década del setenta- el acechante Videla parece saludar con agrado al promotor sonriente de la Triple A, antecedente inmediato de lo que luego su mandato dictatorial llevaría al extremo: los militares que torturaron y que desaparecieron a miles de militantes argentinxs, nutrieron su iniquidad con el imaginario de esvásticas cuya mitología anti-comunista cohesionaba a una parte importante de las FF.AA. desde hacía tiempo.

   Los analistas en tiempo presente vieron en el Perón de los años cincuenta esa tensión. Una vez derrocado el gobierno peronista en 1955, Tulio Halperin Donghi diría a través de la revista Contorno que “…Perón es un líder plenamente racional, reflexivo y consciente, capaz de consolidar el fascismo de una vez y para siempre, y a la vez un aprendiz de brujo que se ve superado por las fuerzas que desata…” -referido por María Teresa Bonet, “El quiebre de un relato, el peronismo en Contorno”. Antes que un aprendiz desbordado, Juan Domingo fue maestro de brujos y demonios.

   ´La guerra por las imágenes´ que contextualiza la recuperación del evento de 1950 responde a una lucha interpretativa. Videla junto a Evita y a Perón en Página/12, es una escena trivial, pero que horada desde su trivialidad la inconmensurabilidad de ´los dos modelos´. Pigna indicaría a propósito de la elección de esa imagen sintetizadora para su portada: “Nadie puede negar el trabajo social del peronismo pero tampoco el contenido autoritario y personalista, en el video están las dos cosas…”.

   Ante la tensión irresuelta, el copete de la nota de 1996 descarta una posibilidad concreta: “No es ciencia ficción”. El efecto es doble. La categoría literaria incide por la negativa sobre la foto de Videla, Perón y Evita (¿es o no ciencia ficción?), apelando al sin sentido con una segunda foto, a la izquierda del copete, en la que vemos a Perón en el cine, con anteojos negros, rodeado por otros espectadores, todos con sus gafas 3D. Estamos en marzo de 1954 y se estrena en el festival de Mar del Plata, “Museo de cera” de André De Toth. Perón asiste, pero mantiene su atuendo propio, sin disfrazarse como todos los demás alrededor.

   La inclusión en la nota de Veiras de esa imagen de Perón en el cine que nada tiene que ver con el núcleo de lo que se cuenta –y que además corresponde a un período posterior, cuando ya ha fallecido Evita- relativiza la foto central con un tono de comedia negra, o alienígena, generando a través de la disociación temática y del desorden de documentos, un efecto orwelliano.

   El peronismo, su historia y su narrativa, son ciencia ficción pura y dura, no en el sentido efectista del ´apláudanme incadorniano´, sino como narración de un mundo alternativo con leyes propias, que es espejo de otro mundo en el que otras personas creemos habitar.

   Entiendo que es probable que alguien quiera rectificar lo que sostengo, diciendo que en aquel momento ni ese diario ni esa periodista eran peronistas. Será esto tema de discusión.

  Es indudable, por lo pronto, que el peronismo habla una lengua extraña que reclama para aproximarse antes que intérpretes, traductores. Desde cierta perspectiva, es una narrativa que funciona con espasmos disonantes, ilógicos, como si de pronto y en este momento con el objetivo de cerrar esta breve entrada, se me ocurriera apelar a la idea de un traductor, y conectarla con la fecha de inicios del año 1996, en particular con la del dos de enero -cinco días antes que apareciera la nota de la joven Nora- cuando por causas diversas, entre ella una depresión de la que nunca se recuperó al haber sido despedido de su trabajo como periodista en Página/12, Salvador Benesdra se lanzó al vacío desde un décimo piso de un edificio en el barrio porteño de Congreso.   

Extraño modo de narrar y de conectar, ¿no es verdad? Algo por el estilo vemos desde afuera al observar al peronismo, a la militancia peronista y a la idea de los dos modelos.///

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FUENTE DE IMÁGENES:

a) tapa del libro de Graham Yooll, fuente internet,

b) diario Página/12, día 07/01/1996, archivo personal.

Virtuales Gurúes Impostores [2017] por Tribuna Hacker

Ese libro no comprende hoy en día ejemplares físicos, pero de todos modos compartimos esta lectura. Dice Pablo Lozano en su nota ´Perdón Roberto: Virtuales Gurúes Impostores´ publicado por Tribuna Hacker [26-10-2022]: “…hoy queremos cumplirle a Roberto hablando de Virtuales Gurúes Impostores, su libro de 2018, que es realmente una joya que debería leer cualquier persona que quiera leer una historia que incluye traición, vedettismo, contradicciones, peleas, hackers, nerds, peronistas, anarcotroskokirchnoperonistas, anarquistas de todos los colores, escrita de una manera infumable que de pronto se torna agradable al paladar. Como el quinto trago de whisky.”

Observación importante: Lozano no menciona en su nota al hacker que inspira la historia y a quien, por mi parte, solo nombro dentro del libro una vez comenzada la narración; Germán Doin estuvo relacionado con ese impostor aunque por supuesto no es él, vale aclarar.

Observación secundaria: es un gran acierto calificar a mi estilo de ´infumable´ (yo diría, ´insoportable´ porque apunta a un zumbido constante, molesto que entorpece la concentración, que la violenta) .

´Org´ de Birri y la violencia estética [2018]

Durante la primera semana de agosto de 2018, el Cine Municipal Select [Centro Cultural Dardo Rocha, La Plata] homenajeó al reconocido director Fernando Birri, nacido en Santa Fe en 1925 y fallecido hace unos meses, a fines de 2017, a los 92 años.

   La enorme tarea de Birri como cineasta fue condensada allí mediante la exhibición de “Tire Dié” [1960], de “Los inundados” [1961], de “Org” [1978], de “Mi hijo el Che” [1985], de “Un señor muy viejo con alas enormes” [1988], de “El Fausto Criollo” [2011], incluyendo la película de Carmen Guarini, “Ata tu arado a una estrella” [2017].

   A “Org”, la tercera en esa lista, –joya, rareza, vómito, cataclismo, monstruosidad, delirio, cachetada, patada directa al sistema nervioso central- Birri la concibió durante sus años de exilio en Italia, hasta acabarla en 1978 y estrenarla en 1979 en el Festival de Venecia. Fue pocas veces exhibida y estuvo al límite de la desaparición.

   El collage de infinitas imágenes contenidas en 26.000 cortes y el constante sampleo de 700 tracks de sonido, según los datos que ofrecen las reseñas publicitarias, convierten a sus casi tres horas en una placentera sesión de tortura sensitiva que provoca admiración, irritación, pasmo, inquietud, ansiedad, lo que sea, menos indiferencia.

   Con sus raíces en el cine político de los años sesenta, “Org” pasa de sugerir y/o contar la historia futurista de un poliamor queer (basada en un texto de Thomas Mann) a la exposición de las posturas estético-ideológicas de Jean-Luc Godard, Roberto Rossellini, Jonas Mekas, Glauber Rocha, Osvaldo Getino, Pino Solanas, Herbert Marcuse, Fidel, el Che, Mao, los propios actores, algunos ancianos tomando sol en una plaza de Roma, mezclada con la mirada de un prestidigitador de feria, cartas de tarot, largas secuencias de fundido a negro, sobreexposición al límite del blanco, repetición de escenas atómicas, insistencia en paisajes de playas y acantilados, referencias al viaje a la luna de George Meliés, indicaciones sobre el mundo de la historieta (viñetas, onomatopeyas, Batman), alcanzando por momentos ecos y tonos del cine porno y gore.

   “Org” es una pesadilla no narrativa, es una provocación al espectador al que interpela como ´traidor´ o como ´cobarde´, un panfleto virtuoso y egocéntrico que no duda en bajar línea sobre lo que debe ser hecho (Birri incrusta un par de instrucciones o decálogos) así como tampoco duda en dejar, por minutos, un plano fijo con páginas de libros cuyos párrafos sugieren que el espectador tiene que ser instruido política, ideológica y estéticamente. Es una propuesta que incomoda y que violenta a quien decide permanecer frente a la pantalla, por interés artístico, económico (en este caso, la entrada era libre) o por no tener otra cosa que hacer más que experimentar el absurdo.

   La apelación a la violencia está en la base de la propuesta de la propia película. La catarata de imágenes y de sonidos chirriantes quiere efectivamente abrumar como si la maquinaria narrativa exacerbara el aluvión de miasmas perceptivos a los sin cesar estamos expuestos y lo hace con conciencia –llamémosle- revolucionaria.

   En ese contexto, allá por las dos horas de proyección, el fragmento de un texto político (escrito en italiano) nos comunica en primer plano que el uso revolucionario de la violencia está justificado por la necesidad de enfrentar al sistema capitalista que no es otra cosa que violencia. Entre los ejemplos y argumentos son mencionados los obreros oprimidos y apaleados y también se subraya la situación de la mujer en India y en América del Sur. Por todo esto -indica- es necesario “legalizar la violencia”.

   Legalizar la violencia política, legalizar la violencia estética.

   Violencia en la pantalla, en el cerebro del espectador y entre los espectadores.

   La función estreno del sábado 04 de agosto comenzó pasadas las 21.30 hs. con una veintena de asistentes y terminó cerca de la una de la mañana del domingo platense con no más de cinco butacas ocupadas. Poco a poco la mayor parte de la concurrencia se había deslizado hacia el gélido exterior, escapando de Birri o de sí mismos, incluyendo en esta cobarde deserción a un par de jóvenes que a carcajadas comentaron repetidas veces el sin sentido fílmico alentando el progresivo odio de algunos cincuentones que pidieron silencio cada vez más enconados hasta rozar la querella anónima. En definitiva, ningún asistente logró ponerse a salvo del error –irse, quedarse, dormitar, espiar el celular- una vez alcanzadas sus retinas por los destellos del desquiciado film.

   En un mundo de experiencias absolutamente devaluadas, ir a guapearle la parada a la monumental “Org” es una aventura estética y política difícil de olvidar.///                        

NOTAS:

Este texto fue publicado en agosto de 2018 en Revista Colofón con mínimas variantes. (En YouTube hay versiones disponibles de “Org”.)

En este mismo blog me referí a la figura de Birri en la recopilación dedicada al cineasta Jorge Giannoni

Sobre ´Org´ pueden leer este texto de 2019 publicado en revista Cine documental. Se trata de un acercamiento específico y es posterior a esta reseña.

Existe una eventual conexión entre Birri y Pablo Szir mediante el cine político.

Acerca de cómo “El alfabetismo informático y el sueño cibernético” [1987] de Ivan Illich, desintegra al último Byung-Chul Han

El premonitorio texto que leerán a continuación fue una conferencia dada por Ivan Illich a comienzos de 1987, con toda la lucidez de quien se iría de este mundo habiéndose presentado como amigo y profeta. En Los ríos al norte del futuro [2005] pueden intuir de qué modo Illich preveía una inminente distopía futura en la que finalmente el ser humano habría de ser totalmente controlado casi sin resistencia. En su comunicación de 1987, ya detectaba que en la ´interface´ ser humano / computadora (en un contexto educativo) estaba la semilla para que ´muchos sean transformados en zombis, convertidos en el manipulandum que piensan ser´.

   La inquietante anticipación de Illich parece –por otro lado- un potente antídoto frente a ciertas miradas repetitivas acerca de las nuevas tecnologías, como por ejemplo las del francés Éric Sadin o en particular del germano-surcoreano, Byung-Chul Han. Luego de La sociedad del cansancio [2010], las hipótesis y diagnósticos de Han parecen haber recaído en extraños efectismos anti-tech (algunas advertencias contra sus nuevos libros están en la web). Es por esto tal vez que los comentadores locales del ´éxito de ventas´ apenas si alcanzan la categoría de progres snob.

Leamos a Illich, por favor.

Ivan Illich

El alfabetismo informático y el sueño cibernético [1987]

El alfabetismo tecnológico se inscribió, como el año anterior, en el orden del día de esta conferencia que reúne a maestros, ingenieros y científicos. “Técnica e imaginación” es su tema esta vez. La imaginación trabaja día y noche. Les hablaré de ella a la luz del día, ante la pantalla fluorescente de la computadora. Sólo hablaré indirectamente de la arriesgada habilidad ante el teclado, las teclas de función, la “ventana” plagada de letras que nos lleva a sentirnos un poco torpes. Por útil que pueda ser, considero ante todo este pseudoalfabetismo como una condición para conservar nuestro sentido del humor en un mundo programado. No hablaré de la máquina y de su lógica cibernética más que en la medida en que provocan un estado mental vagamente emparentado con el sueño. Cómo permanecer despierto en la época de la computadora, es lo que me interesa.

   Resulta esclarecedor distinguir entre las tres modalidades según las cuales una técnica actúa sobre la condición humana. Entre las manos del ingeniero, los medios técnicos pueden ser herramientas. Está confrontado con una tarea, y para realizarla elige una herramienta, la mejora y la maneja. Por otra parte, las herramientas, a su manera, afectan las relaciones sociales. Una red telefónica engendra una nueva actitud hacia la gente con la que se habla sin verla. Por último, todas las herramientas constituyen en sí mismas poderosas metáforas que influyen en el espíritu. Esto es cierto tanto para el reloj como para el motor o la máquina; lo es también para la página cubierta de signos alfabéticos como si fueran una cadena de bits. Hoy dejaré de lado los dos primeros efectos de la herramienta, el que procede de su manejo técnico y el que se produce sobre la estructura social. Concentraré el análisis sobre la cibernética como metáfora dominante, y sobre la computadora como aparato potencialmente anestésico. Pero, antes de ir más lejos, quiero clarificar bien mis intenciones: no trataré aquí del poder inquietante de la computadora desde un punto de vista general y universal. No me preguntaré aquí sobre el efecto que puede tener la computadora, como metáfora, sobre los jóvenes japoneses que, durante 11 años, estudiaron tres horas diarias los ideogramas kandji. Quiero orientar nuestra discusión a la adecuación entre la metáfora cibernética y una mentalidad particular, el espacio mental característico de Europa, de Occidente, que durante un milenio fue modelado por el alfabeto y por el texto alfabético en cuanto metáfora dominante. Tres razones justifican que me limite así: primero, hablo ante todo como historiador; segundo, sólo estudio la función de los caracteres alfabéticos en la medida en que son la fuente de axiomas posmedievales típicamente europeos que se admiten sin ningún examen; y, finalmente, deseo que discutamos juntos sobre el impacto de la metáfora informática, no desde el punto de vista sociológico sino como fenómeno histórico y literario.

   La ciencia clásica la creó gente que consignaba el sonido de las palabras que usaba para debatir sobre la naturaleza. No le debe nada a los chinos que, durante milenios, han expresado gráficamente abstracciones mudas. Todavía no hace mucho, los letrados primaban en las ciencias de la naturaleza. La ciencia moderna es pues el producto del espíritu alfabetizado, en el sentido en que Milman Parry o Walter Ong comprendían este término. La máquina universal que inventó Turing en 1935-1936 representa una singularidad en este espacio mental. Vamos a ver cómo la metáfora cibernética propuesta por Norbert Wiener modificó la topología mental del espíritu alfabetizado. Para designar este modo de pensamiento y de comunicación en los entusiastas de la metáfora cibernética, Maurice Berman inventó una excelente fórmula. Llama a este estado el “sueño cibernético”. Desde la publicación, en 1981, de su Reenchantment of the World [El reencantamiento del mundo], muchos de ustedes conocen seguramente a Berman. Actualmente prepara una nueva obra, que tratará del “cuerpo en la historia”. El artículo que entregó sobre este tema al Journal of Humanistic Psychology permite augurar algo bueno.

   Berman ve despuntar el crepúsculo de las certezas implícitas que modelaron el espíritu literal clásico. Hace notar los numerosos esfuerzos desplegados por pensadores para liberar modos de conciencia y de observación alternativos. De una u otra manera, éstos se protegen con el paraguas de la New Age y, según Berman, la mayoría tiene algo en común: anima a sus adeptos a entregarse al sueño cibernético.

   Llega a esta conclusión en su artículo tras haber pasado revista a un conjunto de autores norteamericanos que han captado la atención del gran público y que tienden a presumir de científicos desencantados. Sin embargo no desconoce la enorme diferencia de lenguaje, de estilo, de lógica entre Douglas Hofstadter, Frank Capra y Ken Wilber, Jeremy Rifkin o Rupert Sheidrake. Delimita hábilmente sus términos predilectos respectivos: “paradigmas holográficos”, “campos morfo-genéticos”, “tiempo real”, “orden implícito”. Demuestra de manera convincente que todos se precipitan en la misma trampa —ésa en la que, hacia el final de su vida, Bateson se dejó atrapar al reducir el cuerpo a sólo un elemento de un proceso mental monista.

   Todos estos autores terminan, en cierto momento, pretendiendo ofrecer un enfoque epistemológico de la realidad que constituiría una alternativa a la conciencia mecanicista, empírica, sin valores, que cada uno de ellos imputa a la “ciencia actual” o a la “institución científica”. Sin embargo, siempre según Berman, estos autores no hacen nada semejante. Todos, aunque cada uno se exprese en términos que le son propios, establecen interconexiones entre un conjunto de conceptos relacionados con la teoría de la información y crean así un sistema de referencia abstracto, desencarnado, puramente formal, que identifican con lo que sucede en su espíritu. Esto es, según Berman, el “sueño cibernético”, que zambulle al espíritu en un estado susceptible de plegarse a cualquier situación. Para Berman, con el sueño cibernético la lógica de tres siglos de ciencia mecanicista encuentra su forma terminada. Por mi parte, yo diría más bien que ese sueño constituye una “singularidad” —como un hoyo negro es una singularidad en el espacio-tiempo.

   Berman cuenta la experiencia de una de sus amigas, Susan. Me impactó tanto que no puedo dejar de contarla en detalle. Susan enseñaba en un colegio de Florida del Norte. Muchos de sus estudiantes tienen una computadora. Cuando Susan les deja un tema para trabajarlo, éstos se precipitan a sus máquinas. Introducen en ellas las palabras clave del enunciado de Susan, recogen la información correspondiente en bases de datos, la pegan en fila, y someten esto a Susan como su trabajo personal. Una tarde, Frank, uno de sus alumnos, se quedó con ella después del curso. Esa semana los estudiantes habían tenido que hacer una exposición sobre la sequía y el

hambre en el África subsahariana. Frank quería mostrar a Susan la cosecha de datos que había sacado de su computadora. En cierto momento ella lo interrumpió para preguntarle: “¿Y tú, Frank, qué piensas de todo esto?” Frank la fijó con la mirada vacía y acabó respondiendo: “No entiendo lo que quiere decir”. En ese momento el foso entre ellos apareció. Michel Foucault habría hablado de hueco epistemológico. Veamos qué piensan respectivamente.

   Para Susan, una formulación es una palabra y detrás de cada palabra alguien traduce su pensamiento. Además, Susan no puede traducir su pensamiento sin vestir con carne lo que expresa. Cuando enuncia “hambruna desesperada” siente algo, lo que no sucede cuando, por ejemplo, cita una cifra. Para Susan, las palabras que forman una frase son como los tablones de un puente que la vinculan con lo que sienten los otros. Para Frank, las palabras son unidades de información: las encadena y obtiene un mensaje. Su coherencia objetiva y su denotación precisa, eso es lo que le importa, y no sus connotaciones subjetivas. Manipula nociones abstractas y programa el uso de la información. Su percepción está encerrada en su cráneo. Ante su pantalla acorrala redundancias y ruidos. Los sentimientos, las significaciones sólo podrían provocar ansiedad, miedo o ternura, por lo tanto las disminuye y permanece neutro. El tratamiento del texto informático es el modelo que le impone su modo de percepción. En la idea que se hace de sus sentidos y de su ego, los primeros son “perceptivos” y el segundo “propioceptivo”.

   Susan (tomada ahora como un tipo ideal) es un sí mismo que se encarna perceptualmente. Sus palabras surgen de la masa de carne y sangre, del bosque de sentimientos y de significados que sumergen todo lo que dice. Puede enseñar porque esos sentimientos y esos significados los disciplinó sin desvalorizarlos. No sin esfuerzo formó su Descartes y su Pascal interiores para que se vigilaran mutuamente; para equilibrar el espíritu y el cuerpo, lo mental y la carne, la lógica y el sentimiento.

   Frank, como lo veo, es emblemático del estado perceptivo inverso. Se abstrajo del pantano de los sentimientos. Aprendió a despegar, a abandonar la atmósfera densa; opera en el vacío de un espacio sin gravedad. Al haberse acercado a la computadora, cayó en las redes del pensamiento operacional. La fórmula de Turing lo llevó al sueño cibernético. Puede planear por encima del Sahel, observar la tierra agrietada, el camello que muere de sed, registrar al ascenso de la desesperanza y la hostilidad. Su espíritu es una cámara que no deforma los signos porque les opone un dique. Espera que Susan lo califique sobre los datos que captó en la pantalla y encadenó en un “texto”.

   Susan y Frank son dos personas. Son responsables de su propio estado de espíritu. Susan puede mantener su rumbo entre la sentimentalidad romántica y la lucidez crítica, entre las sandeces y las connotaciones delicadas, elige deliberadamente la estela tradicional de los autores en que quiere inscribir sus metáforas. Cuando habla emplea palabras que fueron escritas; cuando piensa descifra silenciosamente el nombre de las cosas. Esta referencia constante al alfabeto la diferencia del prealfabetizado e, igualmente, pero de manera muy diferente, de Frank. Él también es responsable de lo que hace. Cuando habla usa la metáfora cibernética como una herramienta analítica que descuida más cosas de las que modela. Puede tomarla a broma. Así como Fromm evocaba la tubería psíquica, Frank puede decir a su computadora que bombee en la fuente, que llene el tema. Pero es también susceptible de dejarse ir, de permitir que esta metáfora engulla todas las demás, y finalmente de caer en el estado que Berman llama el sueño cibernético.

   Confrontadas entre sí, las dos mentalidades pueden volverse ideología. Conocí a varias Susan para las que el alfabetismo se volvió una ideología anticibernética. Si se evoca la computadora, esta gente reacciona como los integristas en relación con el comunismo. Para estos adeptos de la cruzada contra la informática, una excursión en la tierra de la computadora que comporte un libre ensayo de piloteo de los mandos constituye una balanza necesaria para preservar su salud mental. Aquellos de entre ustedes que estudian el alfabetismo informático descuidan a veces su importancia en cuanto medio de exorcizar el embrujo paralizante de la computadora. Conozco, desgraciadamente, muchos Frank a los que la computadora transformó en zombis    —un peligro que, ya hace más de 25 años, preveía lúcidamente Maurice Merleau-Ponty—. Evocaba “[…] la ideología cibernética, [donde] las creaciones humanas se derivan de un proceso natural de información, pero concebido sobre el modelo de las máquinas humanas”. Este pensamiento “operativo” conduce a la ciencia a imaginar al ser humano y la historia, a “construirlos a partir de algunos indicios abstractos”, y, para los que se  embarcan en este sueño, “el ser humano se vuelve verdaderamente el manipulandum que piensa ser”. Cuando describía a Susan y a Frank hablando, separados por un abismo epistemológico, tuve cuidado en no decir que estaban “cara a cara”. Para retomar la formulación de Merleau-Ponty, el cuerpo de Susan está “en el suelo del mundo sensible […], la centinela que se mantiene bajo sus palabras y sus actos”, mientras que el cuerpo de Frank es el instrumento sin rostro del “sistema de información”. Es imposible que se encuentren frente a frente. Para Frank sólo puede haber “interfase” con alguien que comparte su mentalidad. Cuando pienso en la fijeza vacía de la mirada que la pantalla induce en quien la utiliza, no puedo escuchar decir sin rebelarme que hay “interacción” (interface) entre el ojo y la máquina. No había un término para designar esto hasta que Merleau-Ponty escribió su ensayo, en 1961. MacLuhan lo forjó sólo 10 años después, y no se necesitó más de un año para que el verbo ´to interface´ se usará en psicología, en ingeniería, en fotografía, en lingüística. Espero que Susan sea una amiga que busque el rostro de Frank. Quizá ponga su vocación en esta búsqueda.//

[Referencia: este texto es una exposición realizada por Ivan Illich ante la segunda Nacional Science, Technology and Society Conference on “Technological Literacy” organizada por el programa “Science Through Science, Technology and Society”, de la Universidad del Estado de Pensilvania, Washington, D. C, en febrero de 1987, y está incluida en el libro En el espejo del pasado. Conferencias 1978-1990. (Obras reunidas, volumen 2, págs. 594-599). La traducción tomada de este volumen por momentos parece vacilante. He realizado mínimos cambios.]

Escritos Paranoicos / Polosecki -Sálmacis, 2024- [Ebook]

Nueva edición año 2024, corregida y ampliada. Incluye “Una traducción imposible”, texto inédito referido a Polosecki, a su relación con un escritor argentino que se suicidó en medio del desprecio editorial y que hoy es de culto, y a las riesgosas batallas ideológicas de quien se aferra a la bandera heterodoxa. Luego de la imagen de tapa pueden encontrar el índice.

CONTRATAPA: Los textos reunidos en Escritos Paranoicos / Polosecki, indagan, a partir de la figura de Gustavo Fabián Polosecki [1964-1996], la oscilación y la fusión entre paranoia, locura, anarquismo místico, revolución y el enigmático gesto final suicida. En sus últimos días en el Tigre, Fabián “…estaba muy insistente con el tema de concientizar para una revolución, pero no me sonaba a algo anarco, sino a algo organizado y sistémico…”- comentaba un amigo de Polo, con una particular perspectiva sobre ese objetivo revolucionario. Esta discusión –que está atravesada por el sentido común, la inconsistencia ideológica y las contradicciones- se replica de alguna manera en la biografía de periodistas locales heterodoxos como Enrique Symns a quien Polosecki admiraba, y Salvador Benesdra quien se suicida coincidentemente en 1996. Además de los seis textos recopilados, uno de ellos hasta este momento inédito, el volumen incluye la transcripción de artículos periodísticos con la firma de Polosecki, la lista de sus programas, sus premios, los homenajes y una bibliografía que abarca la producción surgida de la historia de vida de este ícono cibercultural disidente.

ÍNDICE

PRESENTACIÓN / p.  5

POLO MÍSTICO / p.  14

FABIÁN POLOSECKI, MÍSTICA Y ANARQUISMO / p.  32

POLOSECKI. A VEINTE AÑOS DEL SUICIDIO DE UN DISIDENTE / p. 92

EL FANTASMA / p.  108

POLOSECKI & SYMNS CONTRA ESTE SITIO INMUNDO / p.  214

UNA TRADUCCIÓN IMPOSIBLE / p. 226

TRANSCRIPCIONES DE ARTÍCULOS / p.  280

El zorro interminable   

Bob Dylan, Oh Mercy (Cbs)   

Se fue Highlander. ¿Qué quedó?   

ARCHIVO POLOSECKI / p.  287

Periodista / autor / p.  288

Ciclos televisivos / p. 292

Premios / p. 296 

Proyectos inconclusos / p. 296    

Ecos e influencia / p. 296 

Bibliografía / p. 305

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¡No, no, Capanna, no! Acerca de Natura. Las derivas históricas (2016)

Si algún calificativo le cabe a Pablo Capanna es el de pionero. Su temprano interés por la ciencia ficción, por la arquitectura de la sociedad industrial (y por la ecología), su acercamiento a figuras como Cordwainer Smith, Philip Dick, James G. Ballard, Andréi Tarkovski, su obsesión por una divulgación amable para los lectores… Sin embargo, sus valiosos aportes contrastan con una solapada perspectiva confesional que poco o nada tiene de innovadora tendiendo a distorsionar sus objetos de estudio.       

Hay cuestiones que pertenecen claramente al siglo XX: las reseñas atentas de libros; los eventos generados para propiciar su presentación; los intelectuales con obras de largo aliento fáciles de asimilar y que muestran a quien las lea con mínimo interés que –montadas a caballo de la divulgación- no dicen lo que parecen querer decir.

   Ese decir / no decir en el caso testigo de Capanna corresponde al sesgo confesional, presente ya en su opera prima, El sentido de la ciencia-ficción [1966], y sustrato de su segundo libro: “La fe y la práctica católicas -reconocía años atrás- son parte de mi identidad, si bien traté de no ponerlas en evidencia para que el lector no se sintiera invadido… El primer librero marxista que hojeó La Tecnarquía no tardó en darse cuenta.” [“Las editoriales pueden llegar a ponerse groseras”, Revista Colofón, 13/12/2015].

   La existencia de La Tecnarquía data de 1973 y es el epicentro filosófico-teológico del que décadas después brotaría Natura. Las derivas históricas: “Tengo un libro de gran alcance –apuntaba en 2009- sobre la idea de Naturaleza a través de la historia… Es un libro inédito que vengo trabajando desde hace veinte años. Se me fue un poco de las manos [al] relacionar… la historia de las ciencias, de la filosofía y la historia esotérica, con la idea de Naturaleza”. [“Pablo Capanna, el exégeta”, en Literatura prospectiva, 21/07/2009]

   El antiguo proyecto de Natura, indicado como ´historia de las ideas´, permaneció inédito durante tanto tiempo que incluso Capanna temió no verlo nunca impreso, al punto de imaginárselo póstumo. Hacia 2015 resumía la aventura: “…tardé mucho en concluirloporque no acababa de precisar cuál sería su tesis… Un día todo pareció ´cerrar´… El origen remoto de Natura está en La Tecnarquía. Cuando apareció este libro recién se empezaba a hablar de ecología, y sentí que era una de sus carencias. Los tres artículos que le dediqué en Criterio son el germen… A eso vino a sumarse la experiencia de escribir durante quince años en el suplemento Futuro… Cuando irrumpió el posmodernismo me puse a escribir [ya que] descubrí que había un nexo… con lo que había investigado para la biografía de [Philip] Dick [Idios Kosmos, 1991] y el librito de divulgación sobre la New Age [El mito de la nueva era, 1993].” [“Las editoriales pueden llegar a ponerse groseras”, 2015].

   La indagación de Natura es de algún modo contrapunto de lo que a inicios de los años setenta postulaba en su segundo libro, a saber que “…en el medio urbano de la tecnarquía, la naturaleza ha desaparecido del horizonte vital humano…”. Según la síntesis del propio Capanna, “…la idea [occidental] de Naturaleza proviene de cuatro vertientes distintas: la griega (la diosa Naturaleza), la bíblica (la Creación como artefacto), la gnóstica (el mundo como ilusión) y la hermética (el hombre, amo del mundo).” Por lo tanto, “…Natura propone una analogía con los movimientos telúricos para describir los choques de esas cuatro matrices que se dan en las grandes crisis históricas, como la del siglo XIV (que da origen a la modernidad) y la del siglo XX, que le pone fin. Estos procesos abarcan unos 1800 años, pero más de la mitad del libro está dedicada al siglo XX y lo que va del XXI. El esoterismo [es] un factor importante… La interacción entre ciencia, religión, filosofía y esoterismo permiten ver bajo otra luz ciertas instancias históricas, incluyendo la irrupción actual del nihilismo.” [“Las editoriales pueden llegar a ponerse groseras”, 2015]

   ¿Qué significa para Capanna ´nihilismo´? Sencillamente la negación de la fe católica, en cuya defensa pergeñó pacientemente su diatriba.

   Natura. Las derivas históricas es un volumen de alrededor de 200 páginas, dividido en seis capítulos más un ´epílogo incierto´, enmarcado por un deslucido e innecesario prólogo de Diego Golombek y por una contratapa a cargo de un ´miembro de número de la academia nacional de historia´ que no alcanzan a ocultar ni a reorientar el dislate.

   Las cuatro concepciones de ´naturaleza´ -antes mencionadas- poseen denominaciones específicas: “En adelante –dice Capanna- llamaremos Physis a la naturaleza de los griegos y Ktisis a la Creación bíblica. Usaremos el nombre Allogenes para referirnos a la ajenidad gnóstica y Anthropos para la magia hermética.” (Natura, p. 27)

   De modo general nuestra sociedad no está organizada en torno ni de una diosa naturaleza, ni de una naturaleza creada por una divinidad. Esto significa que, descartadas Physis y Ktisis, la puja entre esas cuatro concepciones se redujo a dos. Así, “…el siglo [XXI] se inició cuando se consumaba la derrota de la corriente apadrinada por el hermetismo [Anthropos], que había gozado de una hegemonía de cinco siglos. La crisis que estamos atravesando está dominada por ideologías de matriz gnóstica [Allogenes].” (p. 27)

   Esa batalla había enraizado tiempo antes, durante el siglo XIX: “La cultura [decimonónica] que hacía gala de su actitud maníaca respecto del progreso, se volvía irremediablemente depresiva cuando se ponía a escrutar el horizonte cósmico de la historia. La sombra de Allogenes parecía asechar a quienes trabajaban por el triunfo de Anthropos.” (p 113) Para Capanna contrastaban efectivamente lo sombrío y lo depresivo del gnosticismo con “…la Creación… don de Dios… acto gratuito de amor…” (p. 39).

   Esa filosofía de la historia –una teodicea- es codificada en el capítulo quinto, jerga mediante: “La modernidad se construyó con el sello antrópico, que heredó del hermetismo [el humano como mago / científico  que domina la naturaleza], y alcanzó su máxima expresión en el ideario de la Ilustración. Al margen de ésta… el Romanticismo y la teosofía introdujeron una cuña alogénica que con el tiempo acentuaría la tensión entre ambas matrices… Aun cuando en el contexto transmoderno Allogenes invoque a una Physis desencantada por la ciencia, si se enfrenta a Dios es porque lo ve como el demiurgo, obstáculo que tiene que remover si aspira a imponer su espiritualidad. Considerando estos movimientos tectónicos, el antisemitismo y el anticristianismo, que explícitamente se encarnaron en el nazismo y el stalinismo, se nos presentan… como las ofensivas de una guerra de religión en la cual Allogenes apuntaba a destronar a Anthropos y a deshacerse de Ktisis.” (págs. 156-157)

   En el “Epílogo incierto” Capanna resuelve a su modo esas peculiares batallas religiosas: “La posibilidad de que se revierta el proceso del desencantamiento y renazca la arcaica veneración por la naturaleza [Physis] es remota… En cuanto a Anthropos, su eclipse es demasiado reciente como para que imaginemos su restauración… El triunfo de Allogenes es circunstancial, aunque sería imprudente pronosticar el fin de su ciclo. El pesimismo alogénico nunca dejó de estar presente en las grandes fluctuaciones históricas…” (p. 198) Y remata: “…aún queda en pie la tan vapuleada Ktisis [creacionismo bíblico]… Un eventual regreso a la escena… no dependerá de que la religión vuelva a instalarse en el eje de la cultura y la vida social… Una recuperación de Ktisis como matriz filosófica [no] tendría por qué ser incompatible con una epistemología agnóstica que fuera consecuente.” (p. 200)

   ¿Qué fuera ´consecuente´ con qué? Con la fe católica, por supuesto, a la que Capanna defiende de los embates gnósticos. A continuación, las palabras de un devoto: “El ateísmo alogénico –hoy triunfante, según el autor- prefiere afirmarse por la vía de la profanación, el sacrilegio, la blasfemia. En el caso de que sea algo más que una provocación hacia los creyentes, es un acto de rebelión contra un Dios cuya existencia niega…” (p. 199)

   La asociación ´gnosticismo / blasfemia / sacrilegio´ remarca la impunidad intelectual de quien nos invitó a leer sobre las concepciones de la naturaleza a lo largo de la historia y nos ofreció una homilía paranoide con sectarios cuestionando la divinidad en la que él cree.

   Natura tergiversa al gnosticismo, una matriz de pensamiento considerada hereje por la ortodoxia católica y que, en su planteo más básico, no niega la existencia de una divinidad superior, sino que suspende el juicio suponiéndola desconocida (escondida, inaccesible). La simplificación a la que somete al gnosticismo es tan extrema que Capanna indica un único lado de la cuestión, recayendo al menos en una inconsecuencia (descontando, por supuesto, que la separación entre hermetismo y gnosticismo no es tan clara como sugiere).

   Si bien en cierto que una de las vertientes del gnosticismo acaba por entroncar con cierta teosofía de sesgo nazi (el ideal del superhombre es un punto de coincidencia), también es justo señalar la otra faz de esta historia y es que la corrosiva epistemología gnóstica propició pensadores libertarios permitiendo en general el desarrollo del anarquismo.

   El mismo Capanna reconoce al pasar que Mijail Bakunin en Dios y el Estado [1882] toma al modo de los ofitas –aquellos gnósticos que consideraban a la serpiente un ser iluminado- a Satanás como el primer librepensador (págs. 44-45). Esta rápida y volátil conexión libertaria debilita la perspectiva católica de un supuesto historiador de las ideas que encierra al gnosticismo en la negación, la oscuridad, la depresión.

   En un sendero semejante, Capanna yerra de plano al borrar la incidencia del gnosticismo en la contracultura hippie de matriz mística: “De manera anacrónica, se quiso adecuar aquellos tratados [descubiertos en los rollos del Mar Muerto en 1945] al clima libertario de los años sesenta, exaltando a los gnósticos como humanistas, demócratas y feministas, nada de lo cual habían sido.” (p. 155) Sin espacio aquí para el debate, quien desee profundizar ese punto, lea Los evangelios gnósticos [1979] de Elaine Pagels (incluido por Capanna en la bibliografía) e interiorícese sobre la vida en comunidad, sin jerarquías, con igual rol de mando para las mujeres, que llevaron adelante algunos grupos gnósticos, menos abrumados por la realidad natural de lo que Capanna quiere hacernos creer.

   Natura deja la sensación de una excesiva simplificación frente a un tema complejísimo, rozando a pesar de su megalómano archivo la mera chismografía contra gnósticos como Carl G. Jung, Martin Heidegger, Friedrich Nietzsche –para mencionar algunos.

   Esa complejidad, acentuada por la desmesura argumentativa, acaba por embarrar su propio terreno teológico. Según el resumen que arriesga referida a las distintas crisis de sentido a lo largo de la historia, la primera sucede “…a comienzos de nuestra era, cuando la cosmovisión bíblica comenzaba a desplazar a la pagana”. El gnosticismo aprovecha el resquicio al plantear por qué existe ´el mal´ en un mundo signado por una divinidad asociada al bien. La respuesta cristiana surge de san Agustín quien ubica al mal fuera de la obra divina, restringiéndolo al campo ético y denominándolo un misterio, ´mysterium iniquitatis´ (p. 32), asegura Capanna. Pero –importante salvedad tripartita- esta categoría no era de Agustín, tenía algunos siglos de existencia y aparecía en la segunda carta del converso Pablo de Tarso a los tesalonicenses, como referencia al mal absoluto que busca usurpar el lugar del mesías. Ese desliz teórico subraya sus límites intelectuales.

   Capanna podría haber acertado con conceptos teológicos como el citado si hubiera leído por ejemplo a Ivan Illich [1926-2002], un filósofo austríaco que –al igual que él- se apoyaba en La legitimación de la Edad Moderna de Hans Blumenberg para pensar la concepción de naturaleza en la modernidad y que en sus últimas charlas decía algo a tono con lo que parece discutir Natura: “…al cambio de significado del término naturaleza entre los tiempos clásicos y modernos [lo señaló] la historiadora Carolyn Merchant en… The Death of Nature (La muerte de la naturaleza) –comenta Illich. Una certeza había en la antigüedad: la naturaleza era viva… En el siglo XII tal idea se vio afectada por el sentido de la contingencia. La naturaleza entera yacía en manos de Dios… Merchant argumenta que con semejante elevación se crearon las condiciones para que, una vez fuera de las manos de Dios, pudiera la naturaleza perder su cualidad más esencial: su pulso vital. A partir de este punto, si miramos el encumbramiento de las ciencias naturales y de las ciencias en general durante los siglos XVII y XVIII, encontramos que investigan una naturaleza que no sólo ha quedado fuera de las manos de Dios, sino que ha perdido… su vitalidad. Una ciencia que estudia el funcionamiento de una naturaleza que ya no está viva [plantea] una cuestión bien moderna: ¿cómo explicar, cómo hablar sobre la vida en una naturaleza y entre cosas naturales que no han nacido, sino que han sido… matemáticamente programadas?” [Ivan Illich – David Cayley, Los ríos al norte del futuro, 2005]

   El pasaje deja en claro que un teólogo de formación católica puede llevar adelante una discusión semejante a la de Capanna, sin pedir la restitución institucional de ninguna fe.

   Es lícito especular por lo tanto que la lectura de ese panfleto católico que es Natura requiere considerar, por un lado, el primigenio volumen La Tecnarquía (dedicado a la civilización industrial como dominio de la naturaleza) y, por el otro, un texto casi nunca mencionado por Capanna –me refiero a la conferencia “Crisis de la racionalidad. El discurso esquizoide del mundo postindustrial”, en el marco del seminario ´¿Adveniente cultura?´ [CELAM. Consejo Episcopal Latinoamericano, 21 al 27 de abril de 1986].

   En esa exposición, Capanna les advierte a los creyentes: “El contraste entre la racionalidad utilitaria que impera en la vida pública y la elección irracional de los valores privados produce un estilo de vida donde predominan la disociación, la fragmentación, la contradicción; en el plano de la salud mental, la esquizofrenia se convierte en la enfermedad del futuro.” Destaca luego entre los principales responsables de esos males al gnosticismo usando términos semejantes a los de Natura: “La irracionalidad moderna o postcristiana –aseguraba- procede del nihilismo que resulta del arrasamiento de los valores cristianos…, se complace con la incoherencia lógica y vivencial, y se precipita en las totalizaciones arbitrarias como formas de evasión.” En consecuencia, lo que “…se proyecta sobre la cultura no es tanto el conflicto ciencia / religión sino pseudociencia / religiosidad inmadura. Esto, que constituye un grave desafío pastoral, también atañe a los intelectuales y profesionales laicos. Si no quieren caer en una esquizofrenia refleja (religiosidad ritualista y adopción acrítica de pautas importadas) tendrán que pensarsu fe con más profundidad, aprender a pensar científicamente los problemas que incumben a la ciencia e integrar la racionalidad tecnológica… con los valores de nuestras culturas.”

   Podrá parecerles un tono extraño, pero es un Capanna auténtico bregando por un tecno-catolicismo sano, maduro, inverosímil… Cuando en 1986 se refería a ´los valores de nuestras culturas´ apuntaba a los intrínsecos valores católicos de la región austral jaqueados también por el gnosticismo, el nihilismo o como lo denomina en Natura, ´la anomia´: “Las crisis culturales pueden durar un tiempo indefinido, pero en algún momento acaban… Aquellos que anuncian que después de la modernidad solo viene la anomia tratan de convencernos de que ya no quedan alternativas…” (p. 18).

   Natura confirma la necesidad de tener siempre presente que cuando leemos textos de Capanna, incluyendo sin ninguna duda a sus escritos sobre ciencia ficción, nos enfrentamos con un vocero del catolicismo que defiende consecuente y acríticamente a la ciencia oficial.

   Esa singular impronta ideológica -que rubricó al gnóstico Philip Dick como meramente esquizofrénico- es razón suficiente para cuestionar su mirada sobre un género literario hereje que acaso haya nacido justamente del ambiguo, blasfemo y brillante gnosticismo.//

{Artículo publicado por primera vez en junio de 2019}

Pubis angelical y la ciencia ficción de Manuel Puig [2021]

Comentarios previos

En 2011 “Volver a narrar mitos. Posmodernismo, gender, ciencia ficción y una relectura de Pubis angelical” fue incluido en el libro colectivo Mito y fantasía. Un corte de género (Editorial Biblos). Pueden encontrar el extenso artículo en una página del blog (sin subdivisiones) o pueden leerlo también en un blog satélite, La ciencia ficción de Manuel Puig, que divide la exposición en capítulos.

En 2021 publica Revista Axxón en su número 300 una versión reducida del artículo original, ahora titulado “Pubis angelical (1979) y la ciencia ficción de Manuel Puig”.

Luego de abandonar Argentina a fines de 1973 a causa del asedio de la Triple A, en 1976 Manuel Puig comienza a escribir Pubis angelical en New York y la termina en 1978 en Cuernavaca (México). Los ataques que recibió por una supuesta situación privilegiada de escritura parecen ignorar dos cuestiones: la migración constante de Puig y el desahogo económico que le supondrían los derechos de filmación de El beso de la mujer araña (1976), recién en 1980, antes de instalarse en Rio de Janeiro. La compleja maquinaria narrativa que es Pubis angelical fue montada entonces en un inestable contexto de exilio.

La peculiar novela que es “Pubis angelical” forma parte de la trama de ciencia ficción hermética latinoamericana y tiene contactos con la ciencia ficción de Sor Juana y con la ciencia ficción de Borges. Una de esas conexiones sorprendentes es que tanto Primero sueño (1692) de Sor Juana como “Las ruinas circulares” [1944] de Borges y “Pubis angelical” cuentan una historia en la que el escenario principal es el interior (alma / mente) de un ser dormido, meditabundo, medicado, etc.

   La imaginería gnóstica opera sin dudas en la novela. Sin embargo, aun cuando Puig fuera un gran lector de Carl Jung y eso se advierte en Pubis angelical, no es sencillo afirmar que al igual que el psicoterapeuta, Puig era gnóstico. Lo que resulta innegable es que, en la parte final de la narración, la liberación femenina en manos de una mesías, remite a Sofía / la Sabiduría (Ennoia, Epínoia, Elena). Para la imaginería gnóstica, Sofía es la fuerza creadora del mundo material, una emanación del Ser Superior no involucrado con este mundo. El vacío de poder les permite a los terribles arcontes arrogarse ser dueños de la creación y condenan por celos a Elena a transmigrar en cuerpos de mujeres durante siglos, hasta llegar a un burdel, de donde es rescatada como una ´oveja perdida´ por Simón el Mago (figura de gran importancia entre los gnósticos, y antecesor de Fausto). La historia de la creadora del mundo convertida en prostituta nació durante la época helenística y es reversionada siglos después por Puig en una novela de ciencia ficción. La prostituta-mesías no crea el mundo material, sino que lo libera de una conspiración de machos.

El personaje del Ama, la mujer más bella del mundo, está construido como es sabido a partir de la vida de la actriz austríaca Hedy Lamarr. Esta actriz no solo escapa de Viena y de su esposo, vía Hungría, conociendo en ese camino al fundador de uno de los estudios de Hollywood, sino que además es una de las inventoras de la primera versión del espectro ensanchado de banda que impactaría en la comunicación inhalámbrica. Esto es sugestivo si tomamos en cuenta que, en la novela, el Ama es el centro de una tradición de telépatas que confluye en la mesías antes mencionada.

En su versión extensa, el artículo sobre Pubis y Puig es bibliografía principal de la tesis doctoral que se está llevando adelante en University College Dublin. Hasta donde he podido leer, la tesis doctoral de María Lydia Polotto sigue bastante de cerca mi lectura y es por eso que he colaborado con la institución para reparar algunas posiciones incómodas (y por momentos muy incómodas). En añadidura, también María L. Polotto replicó mis ideas sobre la novela de Puig en un artículo aparecido (y ya retirado) en la revista Letras Hispanas volumen 17, año 2021.

Ironía del destino, la interpretación referida a una novela que revisa la lucha contra una conspiración de machos, recibe el asedio exegético de una conspiración de hembras.////

Ilustración: Pedro Bel

Pubis angelical (1979) y la ciencia ficción de Manuel Puig

En diciembre de 1977 Elvio Gandolfo encabeza el prólogo a la compilación de relatos ´Los universos vislumbrados´ [Andrómeda, 1978] con seis palabras -“La ciencia ficción argentina no existe”-, provocación que inmediatamente desarma apelando a una lista de textos y de autores vinculados al género en la región. Los ecos de esa peculiar negación -tal vez por una subliminal incomodidad retroactiva referida a una época en la que lo ´no existente´ suponía una violencia atroz- nunca se apagaron. Si el objetivo era despertar el calor en los adeptos a favor de una defensa sincera de la historia de la ciencia ficción argentina, de modo involuntario la frase amparó cierta desidia futura tanto en quienes miraron el asunto de costado como en quienes ignoraron horizontes más específicos. El paradigma que fundamenta la ciencia ficción vernácula y latinoamericana -antes que tecno-científico- es hermético, gnóstico, esotérico. La doble resistencia de los ajenos, a la ciencia ficción y de los propios a la matriz hermética, propició que, durante mucho tiempo y al igual que otras tantas obras inexistentes, no pudiéramos leer la novela de Puig publicada en 1979, como lo que es: un desplazamiento del eje de rotación de las narrativas de ciencia ficción sureñas.

“La ciencia ficción debería olvidarse del espacio, de los viajes interestelares… Los mayores adelantos del futuro inmediato no tendrán lugar en la Luna ni en Marte sino en la Tierra, y es el espacio interior el que ha de explorarse.”

James G. Ballard (1962)

“…la literatura popular parece desplazar lentamente su centro de gravedad de las historias de asesinatos a las de ciencia ficción… [que imaginan] lo que sería la vida en un plano tan alejado de nosotros, como nosotros lo estamos del salvajismo…”

Northrop Frye (1977)

“…algunos extremistas del movimiento gnóstico coincidirían con ciertas feministas radicales que hoy día insisten en que solo aquellas que renuncien a la actividad sexual pueden alcanzar la igualdad humana y la grandeza espiritual…”

Elaine Pagels (1979)

I.- Contra Pubis angelical

Desde su publicación en 1979 Pubis angelical osciló entre el ciego rechazo y el reconocimiento de ser una apuesta superadora de Manuel Puig.

   La crítica aparecía, en principio, desconcertada. María Teresa Gramuglio recibía la novela con desdén: “…el proyecto de hacer literatura y arte ´populares´ en el seno de una sociedad estratificada configura en el mejor de los casos una bella ilusión y, en el peor, una soberbia boutade…” (“El discreto encanto de Manuel Puig”, 1980). En esta reseña publicada en Punto de Vista (número 8) Gramuglio cuestionaba el uso de los géneros populares, orientando su malestar al éxito de la novela, rápidamente reeditada, y a la relación del autor con el jet-set neoyorkino, ignorando las arduas condiciones de escritura.

   Tres décadas después, los ataques no habían cejado. En 2010 Aníbal Jarkowski aseguraba que era una de las novelas de Puig “…menos logradas, como se infiere del menor interés que despierta en la crítica… La relectura de Pubis angelical advierte que algo falló en la composición…” (“Miedos, fantasías y deseos”, Revista Ñ, 27/07).

   Una actitud recurrente entre quienes la interpretaron fue ignorar la ciencia ficción o, si a su modo la reconocieron, lo hicieron con desgano y desidia. Ese sendero recorrió de algún modo Elías Miguel Muñoz quien leyó a Pubis angelical desde el fantástico, acercándose a la ciencia ficción a través de la categoría ´lo maravilloso instrumental´ de Tzvetan Todorov, concluyendo que en la novela “…no aparecen robots ni naves espaciales…” (“Lo fantástico y lo maravilloso en Pubis angelical de Manuel Puig”, Hispamérica, n. 46/47, 1987). 

   El vacío en torno de Pubis angelical y su relación con la ciencia ficción no pasó desapercibido, por ejemplo, para el investigador francés Michel Lafon quien se sorprendía de que ciertos críticos argentinos se esforzaran por incluir a Sarmiento en los anaqueles del género, dejando de lado a Pubis angelical (“La science-fiction dans le Rio de la Plata. Journal d´un séminaire”; Tigre 17, 2009). Para Lafon el obstáculo era una cuestión de prestigio. La novela de Puig no coqueteaba ni rozaba sino que se sumergía en la ciencia ficción, un género siempre incómodo para el campo literario argentino.

   A modo de ejemplo, la edulcorada versión cinematográfica de Pubis angelical dirigida en 1982 por Raúl de la Torre reafirmaba la rúbrica de una profunda incomprensión.

   A partir del cambio de milenio, la novela recibió lecturas específicas con una mayor frecuencia. Por ejemplo, Juan C. Toledano Redondo (“Pubis angelical: entre la violencia de género y el fin del tiempo”, 2005) y Luis Cano (Intermitente recurrencia, 2006) reunieron ciencia ficción y perspectiva de género (gender) al punto de que parecieron agotar el tema. Sin embargo, esas dos intervenciones desde espacios académicos norteamericanos no se referían a la conexión más amplia entre la obra de Puig y la ciencia ficción.

   Este aspecto será aquí entonces el punto de partida para luego intentar complementar las lecturas mencionadas de Pubis angelical, tratando de atenuar en el nuevo recorrido esa especie de leyenda negra que ha pesado sobre una novela que es un nodo central en la trama hermética de ciencia ficción argentina y latinoamericana.

II.- La ciencia ficción en Puig

En un primer acercamiento, la ciencia ficción no le despertó a Puig un particular interés. Aun cuando se hayan sugerido ciertas semejanzas, la novela no posee antecedentes literarios ni fílmicos reconocibles. Algunos datos alientan sin embargo la revisión.

   Puig descubre el cine con la ciencia ficción. “La primera película que vi fue La novia de Frankenstein… Tenía entonces cuatro años… Desde ese momento el cine se convirtió en mi verdadera pasión…”, reconocía en 1973. The Bride of Frankenstein (1935), secuela de la versión de Frankenstein (1931), ambas dirigidas por James Whale, consolida –en la lógica de la norma heterosexual- el reclamo de una compañera por parte de la criatura.

   La cinefilia de Puig surge por lo tanto con una película de ciencia ficción cuya fábula pone en juego la asignación de roles sexuales. Este rasgo será en su obra una constante.

   Inédita en su versión integral hasta 2009, en 1988 Puig escribe una comedia musical sin título destinada a Renata Schussheim -la indicación en el manuscrito para esa comedia es ´Renata´- hoy conocida como “Un espía en mi corazón”. El científico Dr. von X desarrolla robots para intentar ganar la Segunda Guerra. La tarea ocurre en 1942, en Buenos Aires y bajo el control de Ella, una enviada de los nazis.

   Esta lejana historia está enmarcada por los recuerdos que comparte el abuelito Raúl con sus nietos. La enviada nazi lo había querido raptar a él para sumarlo a sus filas por poseer ´un arma´ poderosa (dominante, apasionante). Por dos veces el amor de Rosicler -la chica más linda del barrio / del mundo- lo salva a Raúl de una muerte segura.

   Aun cuando también se destaquen en el guion, la comedia de enredos (de espionaje) y el melodrama, los estereotipos del hombre / de la mujer ideales que terminan desarmados por quien acierte con el ´tornillo´ aparecen asociados con el tópico del robot, y es justamente a esta relación a la que hay que prestarle atención. No es tanto el juego con Frankenstein, el expresionismo, el nazismo y la imaginería de un submarino con cápsulas de tiempo, sino que es la figura de un hombre sexualmente poderoso y candidato a ser redimido por una mujer, la que activa en la comedia –al igual que en Pubis angelical– la ciencia ficción.

     Publicado por la revista El Porteño en setiembre 1990, “El error gay” es otro texto que puede ser leído desde parámetros semejantes. Puig cierra ese artículo diciendo: “…me parece necesaria una posición más radical, si bien utópica: abolir inclusive las dos categorías, hetero y homo, para finalmente entrar en el ámbito de la sexualidad libre. Pero esto requerirá mucho tiempo. Los daños han sido demasiados. Sexualmente hablando, el mundo es una disaster area. En el próximo siglo muy probablemente nos verán como un rebaño tragicómico de reprimidos…”.

   “El error gay” enlaza tres ideas cercanas a la ciencia ficción (y a Pubis angelical): a) la perspectiva post-apocalíptica: en términos sexuales el mundo es un ´área devastada´; b) la propuesta utópica de abolir las categorías heterosexual / homosexual; c) la evaluación de la situación socio-cultural actual por un observador futuro.

   Este rápido repaso sobre los rasgos de ciencia ficción en la producción de Puig habilita a interrogarse sobre qué lugar, en verdad, ocupa Pubis angelical dentro de su proyecto narrativo. Algunas opiniones son determinantes: “…a partir de 1979… la popularidad de Puig declina. Ni el gran público, ni la mayoría de los críticos han dado en su día una acogida entusiasta a Pubis angelical…”, dice Ilse Logie (La omnipresencia de la mímesis en la obra de Manuel Puig. Análisis de cuatro novelas, 2001).

   En las discusiones durante 1990, meses antes de su muerte, en ´la semana del autor´ en Madrid, García-Ramos sintetiza que “…al entender de casi todos los que nos hemos ocupado de la literatura de Manuel Puig… su obra mayor es El beso de la mujer araña…” y advierte, en las siguientes, un agotamiento, “un proceso de extenuación” del discurso puigiano previo.

   Puig niega esa valoración: “Veremos, con el tiempo, si fue un bajonazo o una subida. Yo voy a ser honesto. Yo estoy convencido de que fue subida y que nadie se dio cuenta.” (García-Ramos, La semana del autor sobre Manuel Puig, 1991, pág. 36)

   ´Nadie se dio cuenta´, una década después de su publicación, señala el enojo de Puig por el desprecio hacia Pubis angelical. Para él, la novela no es ni un intento fallido, ni un error.

III.- Escritura ciborg y futuro andrógino

La compleja línea argumental de Pubis angelical parte de una aparente única historia que se despliega en dos o más planos correspondientes a zonas de la mente (del alma) de la protagonista Ana. En la realidad –o mejor, en su presente en los años setenta del siglo XX- exiliada, enferma e internada en una clínica de ciudad de México, Ana ilumina a través de las peripecias de su vida amorosa algunos puntos principales de la vida argentina de los últimos decenios (militancia, peronismo, dictadura, lucha armada) mientras, en paralelo, discurren sus fantasías inconscientes.

   Las historias que podrían considerarse paralelas a la de Ana, comienzan en los años treinta en Europa Central con el Ama, continúan en Hollywood y se prolongan en el futuro post-catástrofe con el personaje W218. Esas tres narraciones entrelazadas responden a una estirpe de mujeres que para liberarse enfrentan a una conspiración de machos.

    La dificultad de la composición –una, dos, tres historias, cuál es la principal, la relación cronológica entre ellas, etc.- fue abordada en suficientes ocasiones. Luis Cano recorre en Intermitente recurrencia algunos planteos. La tesis doctoral de Graciela Goldchluk sobre la producción de Puig durante el período 1974-1978, aun cuando incluya la inespecífica categoría ´fantaciencia´, permite comprender ciertas dificultades de una obra de la que “…la crítica tradicional… poco se ha ocupado”. Los papeles de Puig indican una división tripartita con estilos específicos para cada segmento: el ´florished´ para el pasado, el ´despojado´ para el presente y el ´computerized´ para el futuro, instancia narrativa denominada ´Futurama´ (Goldchluk, Intertextualidad y génesis en los textos mexicanos de Manuel Puig: novelas, guiones y comedias musicales [1974-1978], 2003).

   Ese híbrido narrativo –para muchos, un error- parece el resultado de la materialización de una escritura ciborg en términos de Donna Haraway, un ensamble de fragmentos por medio de acoplamientos bastardos. “La política de los ciborgs es la lucha por el lenguaje y contra la comunicación perfecta… insistiendo en el ruido… regodeándose en las fusiones ilegítimas…” (“Manifiesto para cyborgs”, 1985). El error en consecuencia es el rasgo primordial de esa narrativa. “Es en la falla donde se realiza la historia… donde fracasan los cálculos y los parentescos se hacen imposibles. El resultado no será la historia de una mujer dividida, sino la perpetuación de una estirpe de mujeres raras”, asegura Goldchluk.

   La falla conecta el relato experimental y la extraña estirpe ciborg. La novela es un laboratorio narrativo que pone en escena el funcionamiento de los mitos sociales y las consecuencias de re-narrarlos. La salida a la configuración patriarcal de la sociedad –parece decirnos el experimento- será un nuevo tipo de sujeto, una nueva identidad  ciborg / andrógina, que logre superar los roles sexuales fijos, las identidades cristalizadas.

   Pubis angelical lleva adelante en esa búsqueda una propuesta utópica con fuertes componentes salvacionales. Así, al compendio poético que reúne “novela de aventuras, novela de espionaje, novela rosa, diario íntimo, diálogo teatral, discurso cinematográfico” (Mariano García, Degeneraciones textuales, 2006, p. 221), habría que añadirle la discursividad religiosa, y en particular la apocalíptica, como sucede en una parte importante de la ciencia ficción interesada en contar nuevos mundos surgidos de crisis y de conflagraciones (D. Ketterer, Apocalipsis, utopía, ciencia ficción. Las Paralelas, 1976).

IV.- La conspiración de machos

La novela plantea una tensión apocalíptica entre un origen posible –la formación de la pareja heterosexual entre el Ama, la mujer más bella del mundo, y el industrial en los años 30- y un final post-catástrofe en un mundo inmerso en una Era Polar.

   La superación utópica de la división en roles sexuales fijos está basada en una re-narración de lo ´angelical´. Lo angelical conecta el inicio –cuando se narra la dominación- y el final liberador de la novela en el que los valores previos son disueltos.

   La historia del Ama –la primera que leemos- está ubicada en la Europa de entre guerras, en las primeras décadas del siglo XX. En medio de una decoración decadente y sobrecargada, aparecen aquí y allá ángeles que funcionan como espías. La observan desde el respaldo de la cama, están en la fachada del edificio principal de la isla y en la solapa del frac de quien la persigue, un personaje travestido llamado Thea / Theo (raíz griega de dios), un falso salvador. Theo ayuda al Ama, pero su objetivo es controlarla. Su estrategia está basada en el Leitmotiv que atraviesa la novela: el poder de su “pubis puntiagudo” para someter a las mujeres al tocarles “el punto débil” entre las piernas.

   Cuando el Ama despierta, después de la noche de bodas, siente su bajo vientre inflamado y con un íntimo desgarramiento. Theo -quien suele llamarla ´ángel´- le recuerda con saña la historia de “los conocedores del futuro” quienes deciden sacrificar a los niños y a las niñas para que no sufran, convirtiéndolos en ángeles que mueren sin perder la inocencia.

   Esta aparente solución a través del sacrificio está en la historia de la madre del Ama, la nodriza seducida y abandonada por el Profesor, que intenta matarla a los doce años –aún inocente- para evitar que sirva sexual y políticamente a los hombres. Ese sacrificio no sucede y el Ama, bastarda y sobreviviente, será el inicio de la estirpe de mujeres raras.

   Theo pertenece al eje del Mal destinado al dominio de las mujeres organizado como una conspiración de machos. Ese complot sexual y político se construye, en el interior de la novela, mediante la acumulación de figuras asociadas a lo demoníaco o bestial. El esposo del Ama es un ‘monstruo’. El espía que acosa a la futura W218 es llamado, por el narrador, Mefistófeles. Ana se refiere en repetidas veces a su ex esposo Alejandro como Belcebú.

   El juego entre lo angélico y lo demoníaco en un marco apocalíptico, sustenta el paradigma esotérico de Pubis angelical, propio de la ciencia ficción latinoamericana. La lucha contra la conspiración de machos por parte de las mujeres raras, nace de la telepatía, para el mundo de la novela, un poder con un origen ciertamente oscuro. La extraordinaria cualidad se extenderá de mujer a mujer en una estirpe de ´brujas que leen el pensamiento´, tal como reconocerá la iluminada W218, una conscripta sexual en un estado totalitario.     

V.- El poder hermético

Los nazis se habían interesado por el incipiente poder telepático. El esposo del Ama, un industrial vienés, formaba parte de ese complot. Poco antes de que ella escape hacia la atractiva pesadilla de Hollywood acompañada por un guionista / productor, el industrial le cuenta, al interpretarle un sueño: “Sí, hay un significado… Tú de niña habrás oído hablar de… tratos con los muertos. No te apresures a negármelo, seguramente tu memoria lo ha arrumbado en el último sótano del inconsciente. Tu padre, el Profesor, cobijó en su laboratorio a una especie de loco, o iluminado… Y gracias al tal lunático estamos juntos… Durante la Gran Guerra se corrió un rumor, entre los altos comandos de espionaje de ambos bandos, según el cual un investigador había logrado progresos en el más ambicioso de los experimentos: la lectura de lo que no se dice, de lo que no se escribe, de lo que tan sólo se piensa. Y aquí entra en escena el loco, ¡era él quien había logrado el cometido! y se cuchicheaba que en base a pactos con los muertos. Pero… el pobre reventó al explotar una de sus probetas, sin haber revelado el secreto. Ello precipitó el fin de la guerra, la ansiada arma había devenido tan intangible como un sueño… Hace algunos años… me empeñé en descifrar el misterio del loco. Después de mucho andar di con tu familia, para enterarme de la triste muerte de tu padre, causada por la misma explosión, mientras leía enfrascado viejos tratados de alquimia, en otro aposento… Toda mi búsqueda cesó allí, porque el único que había tenido trato íntimo con el loco había sido él. Y bien, yo había esperado la realización de un milagro, y se produjo otro, el de tu aparición…” (capítulo 3).

   A la mañana siguiente en viejos periódicos, el Ama conoce más sobre su familia. El profesor –su padre- era el verdadero desquiciado que había hecho pasar por loco al hermano de la nodriza –su madre- para ocultarse. Por ese trato con los muertos recibirá el Ama un súper poder.

   Los meandros de esa historia familiar remarcan la presencia subterránea de la ciencia ficción en la primera parte de la novela con eje en un científico heterodoxo que busca obtener superpoderes mediante la alquimia y que enloquece al avanzar hacia una interacción demoníaca, como si se tratara del doctor Víctor Frankenstein.

   Estos elementos gnósticos y herméticos que catalizan la ciencia ficción, se corresponden a su vez con el corpus junguiano a partir del cual Puig trabaja el mito.

   En una entrevista de 1979, el escritor sugiere plantearle al lector a través del “inconsciente colectivo”, problemas no resueltos sobre los roles sexuales –que son mitos individuales y sociales, acota Jorgelina Corbatta (“Encuentros con Manuel Puig”, Revista Iberoamericana, 49, 1983). Puig reconoce que prefiere los artefactos culturales de los años 30 y 40 (cancioneros, cine) porque con los mitos contemporáneos se siente incómodo. Corbatta le recuerda que una mitología actual como la ciencia ficción demuestra lo contrario. Puig no recoge el guante, pero concede que en Pubis angelical su trabajo con el inconsciente colectivo es extremo. A una década de su muerte, Xavier Labrada le recordaría a Goldchluk que Puig ´se sabía muy bien todo lo de Jung´ (Intertextualidad y génesis…, 2003, pág. 167). Aun cuando sea sólo un dato, es importante remarcar que, en sintonía con el comentario de Corbatta, Jung consideraba a la ciencia ficción una mitología moderna, según su libro Sobre cosas que se ven en el cielo (1958).

   Por todo esto, es probable que no acierte Luis Cano al sugerir que en Pubis angelical la alquimia es “un rápido guiño intertextual a la narrativa modernista” (Intermitente recurrencia, 2006, p. 254). La transmutación final andrógina –clave en la historia de liberación- es una operación alquímica que funde telepatía y pubis lisos.

VI.- Telepatía salvacional andrógina

Puig dejó entre sus anotaciones una única nota bastante críptica, relacionada con lo religioso, que detalla que para una madre con una hija, la salvación provendrá de una epifanía: “Si tiene hijo hombre sí (Cristo), pero si tiene hija mujer no. Es santa porque el cielo la hace así después de haber sido mujer.” (Goldchluk, Intertextualidad y génesis…, 2003, pág. 369)

   Los segmentos más intensos de ciencia ficción ocurren en la segunda parte de la novela cuando entra en paroxismo ese discurso religioso.

   Hacia el final del octavo capítulo –cierre justamente de la primera parte- después de ver un documental sobre la época prepolar cuando vivía el Ama, W218 sueña con la antigua actriz que la adoctrina: “…y te crees muy lista, muy evolucionada ¡ja! Pero eres igual que todas, si te tocan el punto flaco estás liquidada, ese punto débil, podrido, que tienes en el medio de las piernas…”. La advertencia se complementa con una historia que descubre W218, mientras espera una cita de rutina con LKJS (trabajador sexual / hombre ideal), en una biblioteca de Ciudad de Acuario al leer acerca de la antigua nodriza que intenta matar a su hija para que “el punto débil entre las piernas” no la haga sufrir.

   La hija no sacrificada, el Ama, inaugura la estirpe a la que pertenecerá la propia W218, instalando una inflexión conceptual. Decía la nodriza: “Qué bochorno haber tenido una hija y no un machito, que vengara todas las humillaciones que sufrí en la vida, por tener ese punto débil entre mis piernas, que me hace presa del primer perro que sepa olerme la insensatez”.

   Esa mirada residual del hombre como liberador –más adelante rebatida- es repetida por el Ama, por Ana y por W218 quienes por momentos creen que serán salvadas por hombres ideales. Ana entenderá al revisar sus relaciones que las virtudes que veía en un hombre (ideal) nacían de la fiebre sexual que la dominaba. Por esa misma ‘naturaleza perra´ rechazará a su hija. Pozzi le había dicho: si Clarita fuera un varón, la querría.

   Si tiene hijo hombre sí (Cristo), pero si tiene hija mujer no. Es santa porque el cielo la hace así después de haber sido mujer.

   La santa la elegida, la salvadora será la última de la estirpe, W218, quien reconoce su poder como telépata, creyendo que “oía voces inexistentes, como los locos y los santos” por falta de sueño. Mientras concreta un encuentro sexual de rutina con LKJS decide no controlar su mente y entonces puede leer que él se burla mentalmente de su debilidad: “Oh… placer sexual, tú eres el ámbito de mi trabajo, gracias a ti… sostengo a mi familia. Y si algo me reprocho es hacer víctima de este engaño a una colega… Y qué disciplina la de ella, jamás se me quejó de su trabajo… Qué peligroso sería que alguien pudiese leerme el pensamiento, es notable que tal cosa pueda suceder, la onda del deseo físico masculino como única conductora de ese rayo de luz que penetra la tiniebla de la mente, su mirada. Una mujer que lee el pensamiento de todo hombre que la codicie sexualmente, y le permita mirarlo en los ojos. Un peligro para este planeta de hombres, mi planeta. Por eso hay que eliminarla, o por lo menos tenerla bajo control, un control de hombres. Incluso es posible que… la podamos utilizar para nuestros planes de expansión…”. W218 comprende que esa plegaria de LKJS es un manifiesto de acción para la conspiración de machos que alienta a sacrificar ovejitas peligrosas como ella, e intenta matarlo.

   Comienza el camino de la “mártir”. W218 es llevada a juicio ya que una telépata con su poder extrahumano era un alto riesgo. Durante el juicio aparece LKJS que por supuesto no había muerto y que también ha sido condenado. Con otra plegaria le pide perdón a W218 a la que califica de ´víctima del destino´. Él reconoce que ella lo ha cambiado. Ahora “…no quiero hacer el mal a nadie, no quiero explotar a nadie, no quiero ser superior a nadie”.

   Una vez condenada, W218 elige cumplir su castigo en los hospitales de los Hielos Eternos, escenario polar que conecta con Frankenstein (Mary Shelley, 1817) y que hace de ella otra criatura monstruosa y sin familia. Allí se contagiará por los servicios sexuales concedidos a los enfermos. El juez lo sabe y la trata como “muchacha de Dios”. Por ese tremendo castigo, W218 se siente la elegida.

   En su primera cita como conscripta sexual en Urbis, el enfermo también le agradece a Dios con “una oración religiosa” –ella puede leerlo en su mente- por permitirle disfrutar de los placeres de W218 y pide que la ampare. El paciente reconoce en W218 al nuevo ser: “…el hombre ideal que espera… lo lleva dentro suyo, ese alguien capaz de todos los sacrificios y de todas las demostraciones de coraje, es ella misma…”.

   La transformación del alma anunciada por LKJS ocurre en W218. Esa transformación salvacional –y, como consta en los manuscritos, la mismísima novela- sucede en el alma “porque allí no hay límite de espacio”. Bajo la forma de un nuevo ser andrógino, la mujer abandona la figura judeo-cristiana del agente que introduce el ´mal´ -o el pecado- en el mundo y se convierte en la salvadora. A la sombra de la tradición alquímico-hermética, Pubis angelical invierte la concepción occidental del mesías varón.

VII.- Mesías andróginas

La transformación final de W218 en salvadora –en mesías- tiene su rúbrica en el relato que ella escucha en el hospital de los Hielos Eternos de boca de la paciente de la cama 27.

   La reclusa le cuenta sobre una mujer que busca a su hija perdida, teletransportándose hasta la Plaza principal del país donde vivía para reclamar por su aparición. Aunque en un principio no la encuentra, al levantar el viento su camisón, todos ven que es “una criatura divina, mi pubis era como el de los ángeles sin vello y sin sexo, liso”. Su descenso –el de “un ángel sobre la tierra”- instala además la paz en un país que estaba en guerra.

   Pero como sigue sin encontrar a su hija, se dirige hacia donde se extendían todavía las batallas. La paz se establece nuevamente y aparece el líder del pueblo que es ciego y que lleva los ojos vendados impidiéndole leer su pensamiento. El líder le agradece “por el milagro de la paz, [porque] el cielo me había elegido [a mí] para señalar el camino de la salvación” y agrega algo que la mujer no repite. En ese instante ella oye la voz de su hija que también es un ángel con su sexo liso: “Y sólo entonces me di cuenta de por qué no me importaba más que en ella en el mundo –cuenta la paciente- de por qué la quería tanto, ¡porque sería una mujer a la que ningún hombre podría rebajar! ¡porque no sería la primera sirvienta del primer sinvergüenza que le oliera ese punto débil entre las piernas, la sirvienta del primer perro que supiese olerle la insensatez!” La alegría la vuelve loca. Nadie cree lo que ella cuenta, excepto W218 quien “tuvo la sensación de que el relato era verídico”.

   Mientras cuenta su historia, la reclusa abandona la tercera por la primera persona del singular, convirtiendo la voz de quien narra, en la voz de todas las mujeres. En ese sentido, los manuscritos aclaran que para Puig esa mujer representa a las Madres de Plaza de Mayo: reclama por su hija, en la plaza hay una pirámide, en el país hay violencia armada, etc.

   La historia de la reclusa tiene un lado político -su llegada logra la paz y quiebra la dominación masculina encarnada en el totalitarismo- y otro sexual, clausurando el Leitmotiv. El pubis puntiagudo de los machos ya no puede dominar ni someter a los pubis angélicos o tecnológicos porque son lisos, y porque además encarnan en telépatas.

   La nueva identidad ciborg / andrógina elimina las supuestas características naturales de ser mujer y de ser hombre, re-narrando el mito moderno –binario- de dominación. En términos de Haraway, el mito ciborg es parte de ´…la tradición utópica de imaginar un mundo sin géneros, sin génesis y sin fin´: “Contando de nuevo las historias sobre el origen, los autores ciborg subvierten los mitos centrales del origen de la cultura occidental”.

   El artículo de Puig “El error gay” -como lo habíamos anticipado- refleja con mayor precisión los atributos utópicos, salvacionales de Pubis angelical. El breve artículo, al igual que la novela, está segmentado en tres temporalidades.

   Una de las temporalidades es el futuro, instancia en la que se han disuelto las categorías hetero / homosexual. La otra temporalidad responde al presente, caracterizado por la “mente reaccionaria” que considera que el sexo es trascendente para definir identidades. Y la tercera temporalidad remite al pasado que da cuenta del origen del error.

   Este pasado está dividido en una Edad de Piedra ya superada y en un estadio mítico con reminiscencias bíblicas –que alcanza al presente. En este estadio un patriarca inventa “el concepto de pecado sexual” para controlar a las mujeres. Liga la sexualidad con lo demoníaco, le otorga un carácter moral e impone roles sexuales que derivan en la sumisión de quien adquiera rasgos femeninos como, por ejemplo, el homosexual, cristalizando a la mujer o en la imagen de la prostituta (cortesana) o en la imagen del ángel (sirvienta).

   Justamente esta relación ´ángel / sirvienta´ es atacada en el cierre de la novela cuya propuesta utópica apunta a quebrar el poder de los patriarcas. La mujer ángel –la salvadora- resuelve con absoluta eficacia la inacción del desahuciado patriarca ciego.

   Como clímax, en la clausura de la historia del presente en México, Ana operada y con la esperanza de sobrevivir le pide a Beatriz -su amiga y figura dantesca salvacional- que llame a su mamá y a su hija Clarita, porque las quiere abrazar. Cree que ahora sí –muerto Pozzi- podrán comunicarse, reconciliarse. Diluida la diferencia sexual, son imposibles la dominación, la opresión y el rencor.

VIII.- Los desplazamientos: sacrificio y parricidio literario

Ana –el personaje del presente- es / posee sin dudas una identidad ciborg. Revisa sus relaciones previas con hombres y con su madre e hija en el contexto de una enfermedad; su cuerpo enfermo es intervenido por operaciones y por medicamentos; sus sentidos han resultado alterados. Una escena bastante incómoda del capítulo nueve en la que tiene sexo con Pozzi, parece sugerir que ella tenía pubis angelical: no siente nada por la medicación o tal vez más claramente porque él no la excita, es decir, porque no es capaz de dominarla.

   Si la consideramos desde una perspectiva amplia que supone una red no siempre evidente de obras de ciencia ficción hermética, el encierro hospitalario de Ana en ciudad de México nos retrotrae varios siglos hasta una pionera como Sor Juana que fue condenada (al igual que W218) a contagiarse entre moribundos, que recibió esa condena por discutir el lugar de la mujer en la sociedad novohispana y que ensayó esa discusión en algunas cartas y en particular a través de su poema Primero sueño (1685), una de las primeras obras de ciencia ficción en lengua española cuyos dos versos iniciales ´piramidal, funesta, de la tierra / nacida sombra´ apelan a la pirámide de la tradición azteca, del universo simbólico hermético y que es, a su modo, un puente imaginario hacia la ´pirámide blanca´ que aparece en el final de la novela de Puig.

   Primero sueño y Pubis angelical fueron consideradas obras bizarras, extrañas, difíciles de comprender, por su estructura barroca, con distintos niveles de realidad que confluyen en el interior de un sujeto que lucha para constituir ´un nuevo tipo de ser humano´.

   En ambas el hermetismo posibilita la utopía andrógina. Los cuerpos en y por los que suceden las dos narraciones (cuyas voces comparten el registro en primera persona) son cuerpos femeninos intervenidos: el suero y la morfina en el caso de Ana que la induce al sueño; los venenos y beleños, en el caso de la soñadora del poema, adormecida naturalmente. En uno y otro, el final del sueño es aprendizaje o iluminación, del “y yo despierta” de Juana a Ana reclamando ver a su madre y a su hija. 

   Las mutaciones individuales se desplazan progresivamente hacia la lucha grupal. La estirpe de mujeres raras de la novela de Puig se corresponde con la genealogía de mujeres ejemplares que Sor Juana, también considerada ´rara avis´, reconstruye, en textos satélites al poema, contra la conspiración de machos. Acaso el anormal intelecto de Sor Juana y de sus aliadas se corresponda con el poder telepático que va desde el Ama a W218.

   A partir del desplazamiento mesiánico hacia lo femenino, lo andrógino y lo colectivo, aparecen otros desplazamientos no menos importantes que repaso ahora a modo de epílogo.

   Si en Pubis angelical la actriz austríaca escapa desde el espacio opresivo en Viena, es decir, desde la Europa nazi hacia el continente americano junto a uno de los fundadores del cine de estudios de Hollywood, por su parte el poema Primero sueño, escrito por una Sor Juana tan bella y bastarda como el Ama, contiene la tempranísima mención a la ´linterna mágica´, aparato óptico de origen hermético que, instalado en el cerebro del ciborg que sueña, anticipa al cinematógrafo.

   El desplazamiento desde Europa hacia América del hermetismo neoplatónico recrea, con sus mitologías y sus aparatos de visión, los inicios de la ciencia ficción latinoamericana durante el siglo XVII (así como los gérmenes de la cibercultura) y remarca, en un nivel simbólico, la ulterior transición que sugiere la estructura en dos partes de Pubis angelical desde el fantástico y la novela de espionaje hacia la ciencia ficción, literatura que al ir ocupando cada vez más la zona (considerada) central del canon, se convertirá a partir de los años sesenta del siglo XX en una máquina propicia para ´volver a contar los mitos de la modernidad´, para revisar –mediante arquetipos, héroes y villanos- nuevos tiempos signados por mutantes que bucean su espacio interior.

   Pubis angelical supone al fin y al cabo un desplazamiento en el proyecto de escritura de Puig. Atento al anhelo de 1990 –´fue una subida y nadie se dio cuenta´- esa novela conspirativa y no El beso de la mujer araña (1976) ocuparía el centro de su narrativa.

   Este cambio de eje permite destacar en Pubis angelical un solapado gesto parricida contra una de las figuras centrales del canon literario argentino.

   Como vimos, el final apocalíptico-mesiánico cuenta la historia de una madre que lucha por encontrar a su hija y que, en medio de su lucha, salva a un pueblo en guerra. El líder ciego avergonzado le pide disculpas por haberle dicho ´frívola mujer´.

   Este patriarca podría ser leído como una alegoría de Borges, escritor sacerdote, admirador del mitógrafo gnóstico Carl G. Jung y detentor de una obra clave de ciencia ficción hermética que comprende en este caso en particular a “Las ruinas circulares”, un relato barroco cuya acción creadora sucede en gran parte en el interior del alma de un mago.

   El gesto parricida le señalaría a la ciencia ficción borgeana su ceguera frente a la problemática anclada en la tríada ´poder / dominación / género sexual´.

   La ciencia ficción de Puig signada por un cambio del eje terrestre que acarrea una era polar, plantea: si Borges es un hereje que mediante los parámetros del gnosticismo invierte los valores literarios, es necesario reconocerle esa fuerza disruptiva que reutiliza materiales populares y de la cultura de masas y declararlo al mismo tiempo ciego frente a la estructura patriarcal. Así, la figura mesiánica caracterizada por el patriarca como ´frívola mujer´, sería la del propio Puig quien vendría a disputarle el cetro.

   Considérenlo apenas un azar. En el relato “Veinticinco de agosto, 1983” durante el encuentro en la habitación número 19 de un hotel de Adrogué, el avatar más viejo le anticipa al avatar más joven de Borges que “…hacia 1979 comprenderás que tu supuesta obra no es otra cosa que una serie de borradores…” (La memoria de Shakespeare).

   El ´Borges real´, ciego desde hacía décadas, ignoró seguramente a Pubis angelical publicada ese mismo año de 1979, pero es lícito especular que sus antenas esotéricas captaron la batalla que le había sido planteada por la frívola mujer en el singular campo de la ciencia ficción hermética latinoamericana –para muchos, todavía hoy, inexistente.////

El tenebroso paraíso que habitamos, según la ciencia ficción gnóstica de John Carpenter: Escape from L.A. [1996]

A tanta gente le disgusta el término o calificativo ´posmoderno´, que su uso es cada vez más esporádico. Este ostracismo poco tiene que ver con su pretendida vaguedad o falta de eficacia. Hacia 1986, en Después de la gran división, Andreas Huyssen sugería que “los cuatro fenómenos… de la cultura posmoderna” eran el imperialismo, las mujeres (el feminismo), la ecología y el encuentro con otras culturas (la diversidad como eje). Esta perspectiva expansiva que ponía el acento en discutir la dominación, aparece hoy borroneada por el apocalipsis neo-tecnológico cuyas raíces imperiales, de todos modos, son indisimulables. Destellos de esa discusión lanza la premonitoria Escape from L.A. [1996], película de ciencia ficción gnóstica que recrea la noche en la que la humanidad finalmente sufre una hecatombe sin retorno.

El éxito de Halloween [1978] parece haber forzado a John Carpenter [Carthage, 1948] a ocupar la celda del cine de terror, incluso contra la evidencia de una amplísima producción fílmica. Sus películas de ciencia ficción son buen ejemplo de esa valía ya que, en conjunto, montan una compleja maquinaria discursiva alrededor del poder y de la política, sostenida por una pulida estética de cine clase B.

   La película Escape from L.A., estrenada en 1996, subraya la mencionada complejidad oscilando, al igual que gran parte de la cultura de masas, entre posiciones conservadoras y miradas críticas, pero añadiéndole en este caso Carpenter un nuevo nudo al ambiguo lazo apocalíptico de su ciencia ficción.

   El film tiene sus orígenes en 1981 cuando Escape from New York pone en escena por primera vez al mítico Snake Plissken (Kurt Russell), personaje con parche en el ojo y serpiente tatuada en el abdomen, héroe de guerra contra el comunismo que había peleado en Leningrado y que luego de convertirse en el militar más joven en recibir una condecoración, la dilapida robando el Tesoro Nacional de los Estados Unidos.

   En aquella aventura de New York, Snake había tenido a su cargo rescatar al presidente. En esta nueva oportunidad, varios años después y con 27 crímenes sobre sus espaldas, recibe la orden de restituir a una díscola integrante de la familia presidencial.

   Estamos en el año 2013. La ciudad de Los Angeles es una isla amurallada que funciona como una prisión a la que son deportados por la policía militar todos los que no cumplan las normas vigentes: “No se fuma, no se bebe, no hay drogas, no hay mujeres a menos que estés casado. No hay armas, no hay lenguaje obsceno, no hay carnes rojas. La tierra de la libertad…”- remata un militar.

   El actual presidente de los Estados Unidos, mientras era candidato, había acusado a la ciudad por su violencia y su corrupción, refiriéndose al puño de Dios, a un nuevo Armagedón, a un castigo divino parecido al de Sodoma y Gomorra que caería sobre Los Angeles tal como sucedió el 23 de agosto de 2000 cuando un terremoto 9.6 en la escala de Richter la destruyó y aisló. Una vez cumplida la profecía, la constitución fue emendada, el cargo de presidente convertido en vitalicio y la capital fue trasladada de Washington DC a Lynchburg, el pueblo del primer mandatario.

   La orden que recibe entonces Snake en esta segunda vuelta por parte de los militares es ir hasta una derruida L.A. plagada de pandillas a recuperar un prototipo capaz de controlar la energía mundial y de desactivar “…un taxi en Buenos Aires, España entero…, el planeta por completo……enviándolo a la edad de piedra”.

   A cambio de la misión, Snake habría de quedar en libertad. En caso de rechazarla, moriría por el virus que le habían inoculado. “Diseñamos virus, Plissken. La ola del futuro. El virus Plutoxin Siete. Genéticamente desarrollado. Colapsa el sistema nervioso. 100% letal. Caerás. Sangrarás…”.

   Snake acepta, pero no parece impresionado. Nunca intenta contagiarle el virus a ningún enemigo ni se crispa sobre su suerte al oír, en el final de su aventura: “El virus Plutoxin Siete no te matará en diez horas, es mentira. Es otra propaganda del gobierno.”

   El mismo estado militarizado que controla la moral, los medios de comunicación y que requiere los servicios de alguien considerado un delincuente para resolver problemas de seguridad internos, dispone de la tecnología suficiente para desarrollar pretendidos virus letales así como también hologramas y entornos virtuales.

   La realidad virtual explica la desaparición del prototipo robado por Utopía, la joven hija del presidente, quien deprimida por la muerte de su hermana, crea un entorno ideal al que hackea y en el que se filtra Cuervo Jones, un revolucionario latinoamericano que la convence de robar el artefacto y de ser su novia. Los rastros de esa irrupción en el entorno les permiten a los funcionarios del gobierno descubrir la conjura.

  El objetivo de Cuervo Jones, miembro de Sendero Luminoso y líder de Justicia Mescalito, es invadir Estados Unidos, con cubanos, colombianos y brasileños como aliados. Con boina y barba, su apariencia es la de un Che Guevara con tonos pastel. Se desplaza por L.A. en un auto descapotable con una bola de boliche en su parte trasera.

   Al enfrentarse con Plissken intenta cazarlo usando un par de boleadoras. Su eslogan, repetido por Utopía, es que la invasión será ´el día cero de un nuevo mundo´. En el bando contrario, hablan de la ´venganza de una sociedad preindustrial´.

   Pero lo que claramente ha encallado en una etapa preindustrial es Hollywood. Los Angeles, afectada por la lluvia ácida y por los rayos UV de un sol que nunca vemos, muestra  aquí y allá las ruinas de Capital Records, de los estudios de la Universal, calles típicas destruidas como Mulholland Drive y Sunset Boulevard. En medio de ese desastre, una clínica al mando de un médico loco busca satisfacer el deseo de los adictos a las cirugías, monstruosos exponentes del desvencijado jet set hollywoodense.

   Si la industria del entretenimiento de L.A. ha perdido su fe, en los Estados Unidos la religión se impone sin matices. El presidente vitalicio es un falso profeta que cuando se siente en peligro se retira a orar. Utopía denomina al gobierno de su padre, ´teocracia corrupta´. La narración está en su conjunto sostenida por una estructura apocalíptica, entre la catástrofe natural y la hecatombe tecnológica. El sesgo religioso es en términos generales cristiano, con un residual hereje. Para una perspectiva amplia como la de Elvio Gandolfo, Carpenter sería un ´incrédulo eficaz´ que usa la religión como herramienta narrativa, aunque lo cree también un marxista a quien ´la caída de esta sociedad lo tendría sin cuidado´. (“John Carpenter: ser fiel a la historia”, El libro de los géneros, 2007, p. 259).

   Sea como fuere, el discurso y la imaginería religiosas son punto de apoyo para revisar la tensión en Escape from L.A. entre una mirada conservadora -no hay opción al imperio, ni revolución posible- y posiciones más abiertas.

   Grupos feministas habían criticado, al momento de su estreno en 1978, que en Halloween el personaje psicótico matara adolescentes mientras mantenían relaciones sexuales, salvándose únicamente la ´chica virgen´. Ese rasgo machista, con aires de moralina religiosa, se superpone a la recurrencia de que en la mayoría de sus películas el hombre es el que lleva la acción –es literalmente el protagonista- si bien, y la salvedad es muy importante, por lo general es una mujer la que lo guía hacia la resolución.

   En particular, Escape from L.A. pareciera estar a medio camino entre esa perspectiva masculinista y una aventura más potente y no tan bien recibida, como el matriarcado marciano que Carpenter recrea en el año 2176 en Ghosts of Mars [2001].

   Snake Plissken es igual a un macho del siglo XX -´se ve tan retro´, dice una militar, mientras otro acota ´¡oh, aquellos buenos viejos tiempos!´- pero como otros héroes carpenterianos es asexuado y su figura se aleja del imaginario de Hollywood.

   En Escape from L.A. uno de los únicos acercamientos potencialmente heterosexuales, acaba rápido y mal. Mientras recorre L.A., Snake se cruza con una joven que promete cuidarlo y leerle el futuro, y a la que él le presta poca atención. En un anticlímax preciso, apenas ella termina de contarle a Plissken que eligió vivir en L.A. porque ´la verdadera cárcel es el Imperio´, un pandillero (o revolucionario) la mata de un disparo. Con un comentario a destiempo Snake le susurra que esa ciudad es un ´paraíso oscuro´ [´dark paradise´].

   Esta rúbrica hereje sale de boca de Plissken, un innegable mesías de signo inverso. Su nombre –´snake´- y su tatuaje en el abdomen remiten a la tradición de los gnósticos ofitas (o naasenos) que consideraban a la serpiente -Satanás- un ser iluminado.

   El mesianismo muestra una de sus caras en la bacanal de despedida de la banda revolucionaria antes de la fallida invasión al continente. Plissken –que ha sido detenido por los guardias- es enviado a un estadio, o circo romano, a una muerte segura. Cuervo Jones, como Poncio Pilatos, le pregunta a la multitud qué hacer. La respuesta es obvia, y Snake se salva gracias a su habilidad y a un temblor de tierra.

   En la batalla final, el motivo mesiánico reaparece. Plissken derrota a Cuervo Jones y logra recuperar el prototipo atacándolo con una flota de parapentes -de nombre Santa Ana- que descienden como ángeles nocturnos lanzando fuego y alquitrán.

   El apoyo aéreo, fundamental para cumplir con éxito la misión la recibe -según la recurrencia antes mencionada- de una mujer que ha mutado.

   Hershe Las Palmas, conocido como Carjack Malone, era un viejo compañero que, como Judas, había traicionado a Snake Plissken mandándolo a la cárcel. Su cambio de nombre está asociado a su nueva identidad. Carjack no existe y sí Hershe, una transexual que lidera en L.A. una pandilla que quiere destruir a Cuervo Jones.

   En la escena de reencuentro para pactar la ayuda, Snake reconoce a Carjack / Hershe –representada por una actriz afro-americana- por su estereotipada voz masculina. Aun así, y para asegurarse de conocerla verdaderamente, le revisa con rapidez, prestancia y algo de morbo la entrepierna donde Carjack acostumbraba a guardar su arma de reserva.

   La relación Plissken / Hershe sintetiza la faceta hereje –gnóstica- por donde se filtra la esperanza de un nuevo vínculo entre dos fuerzas andróginas -una transexual femenina y un macho atípico- en una isla post-apocalíptica. En los aspectos restantes, reina el escepticismo. Snake sentenciará con la misma frase tanto su reencuentro con Hershe como la desconexión final: “mientras más cambian las cosas, más permanecen igual”.

   Plissken devuelve el prototipo. El presidente ordena emitir por cadena televisiva ´la solución final´, es decir, el apagón de los países que están a punto de invadir a los Estados Unidos. Pero el prototipo no funciona, es un artefacto que repite el audio de un ´mapa de las estrellas de Hollywood´. El presidente ordena fusilarlo delante de las cámaras. Las balas traspasan al holograma generado por el aparato que los militares le habían dado al propio Snake para escaparse de L.A. Escondido en las inmediaciones, el verdadero decide desconectarlo todo. Un militar a lo lejos se lamenta: “Presiona ese botón, y 500 años de valioso trabajo habrán terminado. Nuestra tecnología, nuestro estilo de vida, toda nuestra historia. Tendríamos que empezar todo de nuevo.”

   Plissken desestima la frase del funcionario e introduce la clave pretendidamente diabólica -666- desactivando el mundo y salvándole de paso la vida a Utopía atada a una silla eléctrica. Con un fósforo, lo que suponemos que es la mano de Snake enciende un cigarrillo ´American Spirit´ y alguien sopla. En la más absoluta oscuridad, una voz anuncia: ´Bienvenidxs a la raza humana´ [“Welcome to the human race”].

   Imposible saber quién emite –o registra- el anuncio del reseteo de la humanidad en ese inaudito punto cero sin tecnología activa. Sí podemos reconocer que con esa oscura fábula Carpenter nos recuerda una vez más que, desde hace siglos, una de las fuentes críticas más potentes de la ciencia ficción es la vertiente gnóstica.///

* La versión inicial del escrito es de 2010 y pueden descargarla aquí

Queso de lágrimas de artista. Pandemia y biotecnología [19/5/2020]

La tecnología 5G, en el eje de mentidas y desmentidas sobre sus efectos inmediatos, presenta otra cara no menos compleja a largo plazo, favoreciendo el desarrollo exponencial de la bioingeniería, ¿solución universal pospandemia o vehículo ideal hacia un sombrío futuro transhumano?

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Las intervenciones críticas referidas a las consecuencias de la pandemia provocada por la Covid-19 son innumerables. Una parte importante se concentró en las tensiones relacionadas con el poder político y su reajuste. A fines de febrero, el grupo comunista Chuang alertaba sobre la “crisis secular del capitalismo”, refiriéndose a “un desastre ecológico y microbiológico generalizado” que redundaría en ´un estado perpetuo de crisis y atomización´ [“Contagio social: guerra de clases microbiológica en China”, 26/02/2020]. Una de las voces que amplió esa perspectiva fue la de Paul B. Preciado quien, partiendo de la actual redefinición de la biopolítica -las tecnologías del poder operando sobre cuerpos y subjetividades en contexto de pandemia-, apuntó a la radicalización de una ´gestión biotecnológica´ en el marco más amplio de ´nueva gestión semiótico-técnica digital´ centrado en la biovigilancia [“Aprendiendo del virus”, El País, 28/03/2020]. Este análisis, publicado por un medio corporativo, estaba de todos modos pasos atrás de la cruda llaneza del blog ´Contra Toda Nocividad´ que ese mismo día de marzo hacía público su suelto -“El coronavirus como excusa para imponer la virtualización de la vida y el transhumanismo” [28/20/2020] cuyo lema principal -´lxs nuevxs diosxs del mundo [son] lxs biotecnólogxs´- es aquí y ahora el fermento.

Meses antes de la explosión de la Covid-19 en Wuhan (China), se encendieron las alarmas acerca de la peligrosidad de la nueva tecnología de la comunicación e información conocida como 5G, en reemplazo de la actual 4G, denunciando las pésimas consecuencias para la salud y para el ambiente en general. Los dos argumentos principales apuntaban a la proliferación exponencial de satélites rodeando al planeta y a la red de nuevas antenas para garantizar la conectividad que adoptará la frecuencia de las operadoras de televisión.

   Los publicistas de las compañías impulsoras de la tecnología 5G desmintieron las acusaciones o trabajaron para silenciarlas. Argumentaron lo obvio: el daño no podía ser demostrado [Amit Shagra, “Is 5G Technology Really Dangerous?”, 23/10/2019 – Davidson Institute of Science Education dependiente de Weizmann Institute of Science, Rehovot].

   Al día de hoy la discusión se ha convertido en una trampa a la que es mejor evitar para concentrarse en otras aristas referidas a la relación de la nueva tecnología 5G con una situación claramente excepcional. Esta perspectiva implica reconocer que esa tecnología es fundamental en la consolidación de proyectos del futuro próximo -internet de las cosas, hiper-conectividad (ciber-vigilancia), inteligencia artificial, robótica, bioingeniería; comprender que esos proyectos responden a un reajuste de intereses corporativos de amplísimo espectro; y ponerle nombres y anécdotas al asunto.

   Remontémonos al año 1984. En una de las primeras charlas, sino en la primera charla TED [por Tecnología, Entretenimiento y Diseño] de la que se tenga noticias, el gurú digitalista Nicholas Negroponte [1943- ] presenta al mundo de los negocios la pantalla táctil. Este galardón fue para él una llave de oro a la que luego sumó su poder acumulado al comando del Laboratorio de Medios del MIT [Massachusetts Institute of Technology], su capacidad para generar un best-seller como Ser Digital [Being Digital, 1995] y su aventura tercermundista imponiendo la millonaria empresa ´una computadora por niño´ (en Argentina, Conectar Igualdad), entre muchas otras iniciativas, creando así la ilusión de ser un visionario al que es importante prestarle atención.

   Podríamos ilustrar su sagacidad corporativa y su imaginación desbordada, recordando por ejemplo que en Ser digital preveía no solo un futuro repleto de hologramas domésticos         -“En algún momento del próximo milenio, nuestros nietos o bisnietos mirarán un partido de fútbol (si es que aún se llama así), corriendo la mesa ratona  (si es que aún se llama así) y haciendo que jugadores de veinte centímetros desarrollen el partido en el living (si es que aún se llama así)…” [Ser digital, “RV 20/20”, p. 128]- sino que además discutía la conveniencia o no de transmitir información codificada en bits, por medio del aire o de fibra óptica. Las ventajas de esta última –decía en 1995 con una acidez hoy de mal gusto- eran exponenciales en relación al éter, incluso si a éste se le añadían “…sectores del espectro [aéreo] que antes se evitaban, aunque más no fuese porque esas frecuencias pueden dejar fritos a los inocentes pajaritos…” [Ser digital, pág. 32].

   Las especulaciones sobre la conectividad en la aldea digital fueron disolviéndose en el aire y mutando, hasta que veinticinco años después de ese mal chiste, y al tiempo que comenzaba a operar la tecnología 5G en España, durante el mes de junio de 2019, en una entrevista para el diario El País, el gurú sorprende distanciándose del alboroto general. Dice Negroponte: “El 5G no es tan importante como lo están vendiendo. Es solo un cambio incremental sobre el 4G. El hito fue el 3G…”. Para nombrar lo nuevo, lo ´rompedor´, habrá que pensar en la lejana fusión nuclear o con mucha mayor certeza en la revolución de la bioingeniería: “Tendremos humanos genéticamente modificados y corregiremos los errores de la naturaleza.” Los objetivos serán prolongar la vida y la juventud; hacer andar a los discapacitados; “eliminar las enfermedades raras” [El País, 20/06/2019].

   Esta nueva obsesión no era aleatoria ni momentánea. En un video del año 2016, en el canal de YouTube ´El futuro es apasionante´ -gestionado por la empresa Vodafone y por el diario El País-, asistimos a su defensa de la posibilidad de que en poco tiempo la educación surja de la ingesta de píldoras con nanorobots que se trasladarán por el torrente sanguíneo hasta alcanzar los capilares que conectan las neuronas, colocando saberes (idiomas, artistas, ciencias, destrezas), recuerdos, sensaciones, imágenes, incluso sabores, olores. Aseguraba además –un entusiasmado Nicholas- que esas nuevas tecnologías permitirían producir a gran escala alimentos sin necesidad de suelo, agua o animales. “Necesitaremos nada –aire- para obtener vegetales y carne.”

   Pero ¿qué deberíamos entender por biotecnología?

   Entre las probables respuestas la más ajustada a esta historia es la de Christina Agapakis, directora creativa de Gingko Bioworks, e involuntaria discípula de Negroponte. Según cuenta Agapakis en el video promoción ´Hackear bacterias para fabricar cualquier cosa´, disponible en el mismo canal ´El futuro es apasionante´, Gingko Bioworks es una compañía dedicada al diseño de organismos y para eso trabajan a nivel celular replicando el ADN (de lo que sus clientes deseen reproducir) en microbios, bacterias, fermentos, intentando que esos micro-organismos sean capaces de producir cuero, seda, tinturas, pigmentos, etc. El objetivo estético-empresarial que persigue esta compañía fundada por cinco egresados del MIT no es ya ´ser digital´, sino ´ser material´, poder recrear la realidad.

   Esas búsquedas experimentales tienen instancias idílicas, como recuperar el olor de flores extintas, y altamente extrañas como la faceta creativa de la joven Agapakis quien a partir de la información genética de las lágrimas del artista Olafur Eliasson fermentó queso –pero ni siquiera esos malabares ocultan las contraindicaciones de la manipulación genética.

   La bioingeniería opera en conjunto sobre alimentos, medicamentos y pesticidas. En este  sentido, Agapakis recuerda que Gingko Bioworks se asoció con Bayer para generar bacterias capaces de producir nitrógeno en la raíz de las plantas, volviendo obsoleto el fertilizante. Si es posible, la alteración habrá ocurrido gracias a la manipulación genética de la semilla y a la co-presencia de otra multinacional –Monsanto- a la que la afabilísima directora creativa nunca nombra.

   La cuestionada magia biotech- sustenta la agroindustria, modelo de explotación con un prontuario tan frondoso que algunos incluso le achacan ser uno de los vectores de la actual pandemia. En el lejano 1992, Edgardo Lander marcaba ya los peligros de la investigación biotecnológica transnacional en la producción de alimentos y medicamentos, indicando que no existían límites claros “…cuando se trata de manipulación genética destinada a curar enfermedades, o [a responder] a determinadas normas sociales de cómo deberían ser los seres humanos…” [La ciencia y la tecnología como asuntos políticos. Límites de la democracia en la sociedad tecnológica. Editorial Nueva Sociedad, Venezuela].

   La biotecnología es uno de los pilares de ese ideal transhumanista y transgénico que tiende a una fusión más eficiente de organismos vivos con la nueva fuente tecnológica que permite modificar y manipularlo todo. Esto significa que los anhelos transhumanistas aproximan dos mundos: las tecnologías biomoleculares atentas al ADN de las cosas, y las nuevas tecnologías de la comunicación que trafican el ADN de la información, los bits.

   En la trama de la nueva gestión biotecnológica que acabamos de esbozar, la tecnología 5G es un factor funcional tan importante como otros. “La extensión planetaria de Internet, la generalización de tecnologías informáticas móviles, el uso de la inteligencia artificial y de algoritmos en el análisis de big data y el desarrollo de dispositivos globales de vigilancia informática a través de satélite…” [Paul B. Preciado, “Aprendiendo del virus”] conforman el marco de excepción para un evento tan singular y peligroso que rompió las normas, incluyendo las de la experimentación.

   La pandemia puso a los departamentos de biotecnología de las universidades en movimiento con el fin de acelerar testeos o pruebas de diverso tipo y lanzó a las empresas de biotecnología a nivel global a ofrecer medicamentos que habían desarrollado o a especular con la posibilidad de encontrar la vacuna contra el virus.

   Si nos referimos a la vacuna, lo primero que debemos saber acerca de las empresas de biotecnología es que muchas son de gestión mixta público-privada (quebrando la distancia con las universidades a las que entrevera seriamente en cuestiones éticas), algunas cotizan en las bolsas más importantes del mundo y la mayoría realizan pruebas en animales.

    De los ochenta proyectos en marcha para encontrar la vacuna, la mayor parte utiliza la bioingeniería y apenas el 5% aplica el viejo método de inactivación del virus. El dato curioso –que tal vez aplaque el optimismo de Negroponte- es que la versión candidata a funcionar fue desarrollada por Sinovac Biotech, mediante el método antiguo de inactivar para inocular y generar anticuerpos (por ahora en macacos Rhesus).

   Las impresionantes corporaciones biotecnológicas son dueñas por supuesto de los fármacos –y los profármacos-, como el ´Remdesivir´, un antiviral desarrollado por Gilead Sciences, efectivo contra el ébola y que frente a la Covid-19 por momentos parece funcionar; o el ´Alfa 2B´, desarrollado en conjunto por Cuba y China, que equilibra en el organismo la producción de interferones, moléculas relacionadas con las citoquinas que son proteínas encargadas de enviar señales para que las células respondan, reparando tejidos o generando reacciones inmunológicas, y que han ocasionado las letales ´tormentas´, una inflamación exagerada frente al nuevo virus que lleva al colapso.

   Otro de los medicamentos utilizados contra la Covid-19 también había demostrado éxito con enfermedades como el ébola. Se trata de REGN-EB3, un biofármaco desarrollado por Regeneron Pharmaceuticals, compañía que más allá de la eficacia de sus medicamentos, resulta interesante por un galardón obtenido meses antes de la pandemia.

  Según un artículo publicado por un economista a inicios de 2019, a lo largo del 2018, Regeneron había recibido el visto bueno de asesores de la bolsa de valores de New York que recomendaban, a potenciales inversores, comprar esas acciones a bajo precio con la expectativa de multiplicar a futuro lo invertido. ¿Cuál era el potencial? Entre otros aspectos, el articulo indicaba que los asesores sabían que Regeneron desarrollaba ´investigaciones y tratamientos en base a citoquinas´, y esto era por supuesto muy importante [“Regeneron Pharmaceuticals le apuesta a la biotecnología” http://www.hyenukchu.com 26/01/2019].

   ¿Cadena irracional de conexiones? ¿Conclusiones apresuradas? ¿Oscurantismo argumentativo frente a quienes habrán de salvarnos? Todo puede ser, incluso aceptar sin chistar el halo de santidad que la urgencia le dio a las compañías de bioingeniería, más ´rompedoras´ que las de la nueva tecnología 5G. Como intuía el antaño gurú digitalista, lxs nuevxs diosxs, lxs biotecnólogxs, fermentan el actual apocalipsis en sus probetas mutantes.///

{Puede leer el texto publicado originalmente en Revista Colofón aquí}